Euforia en Cambiemos porque creen que frenarán el pliego de Rafecas

Euforia en Cambiemos porque creen que frenarán el pliego de Rafecas

Los líderes del PRO y la UCR celebraron los 29 votos que mostraron para bloquear la ley de alquileres e impedirían que se vote al nuevo procurador. Los que aún están en zona gris.

 

Desde su casa, una de las principales autoridades de la UCR festejó en un zoom la votación del Senado en la que Cambiemos bloqueó los dos tercios e impidió tratar dos proyectos de ley que 48 horas antes había respaldado en las comisiones: el que protege a los inquilinos y el que habilita la educación online.

La intención, explicaba, era exhibir unidad en un interbloque que se había acostumbrado a votar dividido, y capacidad de impedir la mayoría especial que Cristina Kirchner necesita para aprobar el pliego de Daniel Rafecas como procurador general, aunque eso significara darle la espalda a dos demandas populares. "Se van a sancionar la semana que viene y nadie se acordará", minimizaban. 

Lograron su objetivo con creces: además de los 25 propios, que eran suficientes, se plegaron los 4 del peronismo federal, un bloque creado hace dos meses por Carlos Reutemann y el salteño Juan Carlos Romero, que se cruzó de vereda para consolidar una oposición más grande. 

Lo otros dos integrantes, la riojana Clarita Vega y la neuquina Lucila Crexell, estuvieron en la mira del oficialismo como posibles socios por sus enfrentamientos con los radicales de sus provincias, pero empezaron a marcar distancia. Cristina se sorprendió con la maniobra, porque si no había consenso para anticipar los debates, lo normal era que el oficialismo esperara los 7 días reglamentarios y usara su mayoría simple sin exponerse a una derrota. 

"No me juego la casa y el auto, pero hay un 99% de posibilidades de que Rafecas no sea procurador. Logramos que pase el tiempo e hicimos una demostración de fuerza", celebraba la autoridad radical, en su propia teleconferencia. Fue lo que habían acordado el miércoles los senadores de Cambiemos, en otro zoom, coordinado por Luis Naidenoff y Humberto Schiavoni, jefes de la UCR y el PRO.

Cambiemos juntó 29 votos con 4 aliados del peronismo federal, integrado por Reutemann. Sobra para impedir los dos tercios. Sus autoridades creen que no habrá fractura y el pliego de Rafecas no pasará el recinto. En el oficialismo confían aún en tener los votos. 

 

Pantalla de por medio, varios de sus dirigidos advirtieron que Cristina había hecho sentir su control del Senado la semana pasada para saldar cuentas pendientes aun cuando las sesiones remotas iban a restringirse a temas del coronavirus, según el acuerdo que ella misma había avalado. Los debates por la deuda que dejó Macri y la complicidad del ex ministro de Justicia Germán Garavano con los ex fiscales acusados en el juicio por encubrimiento de la AMIA fueron una señal de alarma.  

 

Creían que si no daban un mensaje de fortaleza la vicepresidenta avanzaría rápido con el pliego de Rafecas, que necesita dos tercios para aprobarse, pero antes puede pasar por mayoría simple en la Comisión de Acuerdos. Su presidenta, Anabel Fernández Sagasti, evaluaba con su equipo una modalidad de audiencia pública virtual. 

 

Desde diciembre que en el oficialismo creen que los votos para aprobarse el pliego en el recinto ya están, porque confían en los radicales cercanos a Enrique "Coti" Nosiglia, como el pampeano Juan Carlos Marino y Martín Lousteau; en los leales a gobernadores radicales, tal es el caso de los jujeños Mario Fiad y Silvia Giacoppo; y en los que pudiera acercar Horacio Rodríguez Larreta, como Guadalupe Tagliaferri.

Señales hubo. Alberto Barbieri, rector de la UBA, adhirió formalmente al pliego de Rafecas. Su secretaria académica es Catalina Nosiglia, hermana del Coti. El gobernador de Mendoza Rodolfo Suárez intentaba un vínculo fluido en la Casa Rosada para arreglar sus cuentas y le preguntaban por la senadora Pamela Versay.  Ya no lo hacen y entienden que sigue leal a su antecesor Alfredo Cornejo, presidente de la UCR. 

Y el gobernador Gerardo Morales parecía no tener chance de ayudar para que no avance la intervención a la justicia de su provincia, impulsada por su cuñado y senador peronista Guillermo Snopek, que en la sesión de este jueves la recordó. Está demorada en la Comisión de Asuntos Constitucionales, presidida por la kirchnerista María de los Ángeles Sacnun. 

 

Desde que estalló la pandemia, el jujeño ayudó para que activen las sesiones online en el Congreso y anticipó que podría respaldar el impuesto a la riqueza, si Máximo Kirchner acuerda con los suyos, lo presenta y define un reparto generoso con las provincias. Pero no volvió a hablar de Rafecas y en la teleconferencia, varios senadores pincharon a sus coterráneos y no los notaron con la misión de defenderlo. Tampoco se mostró colaborativo Lousteau. "Los fuimos buscando de a uno y no aparecieron", relató a LPO uno de los encargados de provocar. 

En el PRO no había fisuras y ya se empezó a sentir la conducción de Patricia Bullrich, su presidenta, que acostumbró al interbloque a difundir comunicados con sus firmas, ninguno muy conciliador. El último fue para defender a Garavano por su actuación en el caso AMIA y acusar al Gobierno de buscar la caída de las alertas rojas contra los iraníes acusados de volar la mutual judía. 

 

En la UCR advierten que la presión de la Rosada aún puede hacerse sentir porque la cuarentena dejó a las provincias con muchos problemas financieros. Se agregan, además, las dificultades de Jujuy y Mendoza para afrontar sus vencimientos de deuda en dólares tomada en los albores del macrismo.

La jujeña Silvia Giacoppo. 

Por si acaso, en su discurso de cierre, José Mayans, jefe del oficialismo en el Senado, les recordó sus pesados cronogramas de intereses. "Pregúntenle a los que gobiernan esas provincias si están en contra de los superpoderes del Gobierno para girarle partidas", les dijo a los radicales, que ya se habían desconectado. 

El nombramiento de Rafecas asusta a Cambiemos por el avance sin prisa y sin pausa de Cristina en la justicia, donde logró que abrieran investigaciones sobre una presunta mesa judicial de Macri para armar causas y el espionaje ilegal de los ex jefes de la AFI Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, que empezó con una denuncia por correos electrónicos intervenidos y tiene muchísimos capítulos por delante. 

El juez federal de Lomas de Zamora Federico Villena acercó a la bicameral de control de inteligencia un narco que confesó atentar contra el ex agente José Luis Vila, cercano a Nosiglia. Lo habría enviado el abogado y confeso ex espía Facundo Melo, interesado en describir como perseguía oficialistas y opositores a cambio de salir ileso. Se ofrece como arrepentido.  

Los diputados oficialistas Leopoldo Moreau y Rodolfo Tailhade acumularon tantos datos contra Arribas y Majdalani que se propusieron dosificarlo y, si es posible, evitar golpes bajos a los espiados que pudieran desviar la atención. Si quisieran, podrían darlos. 

La semana pasada terminó con el fallido intento de Cambiemos por vetar los superpoderes en Diputados y Graciela Camaño, que apoyó esa sesión, retaceando su voto para el jury al juez Rodolfo Canicoba Corral, por un imprevisto corte de luz. Y esta empezó con el proyecto de Adolfo Rodríguez Saá para ampliar la Corte Suprema con cuatro jueces del interior del país. 

El máximo Tribunal también está en la mira del kirchnerismo. En la sesión de este jueves, la mayoría oficialista del Senado rechazó el decreto que en 2016 le transfirió el sistema de escuchas y, en la voz de Fernández Sagasti, acusó a los supremos de filtrarlas a los medios de comunicación. 

Oscar Parrilli dijo que si el ex presidente de la Corte Ricardo Lorenzetti eligió las autoridades de la dirección de escuchas a dedo, incurrió en el delito de adulteramiento de documento público. O sea, podría venirse un juicio político. 

Si Diputados también elimina estos decretos, como se presume, las escuchas pasarán a la procuración, ahora a cargo de Eduardo Casal, que asumió en 2017 en forma interina ante la renuncia de Alejandra Gils Carbó. Si asumiera Rafecas, las tendría él. Falta que lo voten. 

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