El programa serio, racional y consistente que Martín Guzmán necesita y promueve para bajar la inflación requiere que la inflación no baje. Parece un contrasentido pero no lo es. Es una regla que se aplica a la Argentina, donde la política incorpora sus propias demandas, y la principal es que el gasto también funcione como un colchón para amortiguar, con algún tipo de asistencia oficial, el impacto de la suba de los precios en los sectores de bajos ingresos.