La resistencia albertista y los mil debates de Todos

La resistencia albertista y los mil debates de Todos

Fernández da muestras de independencia y no se baja de la discusión electoral. El refugio de Massa y el duelo de Cristina. La división del 17. 

 

Por Gabriela Pepe

Alberto Fernández está dispuesto a jugar todas las cartas que le quedan en el mazo. Rodeado de unos pocos leales, el Presidente no se resigna a jugar el papel secundario al que buscan empujarlo sus socios del Frente de Todos. Con la resistencia que opuso al movimiento por la derogación de las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) que iniciaron un grupo de gobernadores y dirigentes del kirchnerismo, la autonomía en la decisión del recambio de Gabinete y el discurso envalentonado con el que cerró el Coloquio de Idea, el primer mandatario hizo saber que no abandonará su lugar en la mesa principal de discusiones para 2023, aunque eso no signifique necesariamente que peleará por un segundo mandato.  

La discusión en torno a las PASO divide al oficialismo más de lo que se esperaba cuando se lanzó el primer globo de ensayo. El mapa de accionistas del Frente de Todos (FdT), que integran Fernández, Cristina Fernández de Kirchner, Sergio Massa, gobernadores, intendentes, la CGT y los movimientos sociales muestra diferentes opiniones. Encabezados por el chaqueño Jorge Capitanich y el santiagueño Gerardo Zamora, un grupo de mandatarios volvió a poner sobre la mesa la necesidad de derogarlas. Nada nuevo bajo el sol. Ya habían pedido lo mismo en 2021, pero la Casa Rosada no los escuchó. En aquel entonces, la idea no consiguió el aval del kirchnerismo.

 

Esta vez, el Instituto Patria mandó unas primeras señales de respaldo a la eliminación. En ese sentido se expresaron el ministro de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires y secretario general de La Cámpora, Andrés Larroque, y la senadora cristinista Juliana Di Tullio, entre otros. 

 

Pero el movimiento se congeló. Máximo Kirchner le bajó el tono a la cruzada anti PASO en la reunión que celebró el PJ bonaerense el martes pasado, en La Plata, donde se definió la participación en el acto por el 17 de octubre, en Plaza de Mayo. Lo plantearon el ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, y la senadora provincial Teresa García, que responden a la vicepresidenta. Kirchner pidió más tiempo de debate.

 

Detrás de esas palabras estuvo la voluntad de Cristina Fernández de Kirchner. Según pudo saber Letra P, la vicepresidenta no está convencida sobre la necesidad de avanzar en la eliminación de las primarias. La madre de todos los problemas es que, en el fondo, tampoco Cristina tiene resuelto si quiere ser candidata. Los dirigentes que la vieron en las últimas semanas se dividen entre quienes dicen que Cristina tiene la cabeza puesta en cuestiones personales, judiciales y familiares, y que ya dijo varias veces que no tiene intenciones de volver a pelear por la presidencia, y aquellos que avisan que sigue metida en cada detalle de la política y no descarta postularse. El Senado es un desfiladero y la vicepresidenta despista. No tiene definido qué hacer con las PASO y se lamenta en privado sobre cómo el kirchnerismo perdió su principal activo, el electorado joven. Por las dudas, Larroque pidió “generar las condiciones” para que pueda ser candidata.

 

La eliminación tiene el respaldo silencioso de Massa, que hace trascender que tiene suficiente trabajo con la economía como para ocuparse de la política, pero dice por lo bajo que hay que eliminar las PASO. En eso pretendía avanzar una vez que el Congreso apruebe el Presupuesto 2023.

 

“Qué manera de hacer tonteras”, fustiga en privado el jefe de Gabinete, Juan Manzur, que cree que no es momento de abrir un nuevo y enorme frente político de conflicto cuando al Gobierno le sobran problemas. Sin los votos consolidados, una eventual derrota en el Congreso sería un golpe duro para el oficialismo. El tucumano esconde, también, otra intención. Todavía sueña con competir en las primarias como candidato de las provincias.  

 

“Sergio quiere eliminar las PASO porque cree que el candidato va a ser él”, analiza un hombre fuerte del gabinete. La ecuación es clara, las posibilidades electorales del FdT dependen ciento por ciento de la situación económica. Si la economía mejorara, el crédito se lo llevaría Massa. Sin otras posibilidades, el kirchnerismo lo respalda pese a algunos dardos que tiraron Kirchner y Cristina. “Ahora hacemos massismo de izquierda. Es resistiendo con ajuste”, bromea un dirigente que dialoga con todos los sectores del FdT y vislumbra la candidatura de Massa.

 

El ministro de Economía advierte que Juntos por el Cambio puede hacerse más fuerte entre las PASO y las generales, como ocurrió en 2019. En el Gabinete hay voces que lo contradicen: es el oficialismo, cualquiera sea, el que suele crecer entre las primarias y las generales, porque tiene más herramientas para hacer campaña. Sobran los ejemplos nacionales y provinciales.

 

La discusión en torno a las PASO es más compleja que la candidatura presidencial. Un funcionario de peso en el Gobierno le advirtió a Massa sobre los riesgos que tendría la eliminación de las primarias para el espacio y sobre cómo las primarias permiten contener a un mayor volumen de dirigentes dentro del espacio. Así lo pensó Néstor Kirchner cuando diseñó la herramienta, tras la derrota de 2009, con la expectativa de volver a convocar a los exiliados, como su vencedor, Francisco de Narváez. “Le vamos a armar la lista a (Juan) Schiaretti”, explicó. La razón es simple: quienes no se sientan contenidos dentro del FdT por falta de espacios en las listas huirán hacia otra opción peronista, como la que presentaría el gobernador de Córdoba.

 

Fernández ya hizo saber que no está de acuerdo con el cambio de reglas. Sus aliados de los movimientos sociales fueron los primeros en decirlo públicamente. La emisaria fue la diputada de Somos Barrios de Pie Natalia Souto. Fue más en defensa propia que por orden de Fernández. Pero les sirvió a ambos. El porteño Leandro Santoro, que dialoga con el Presidente, también lo rechazó. Aun así, en el oficialismo hay quienes aseguran que la puerta no está completamente cerrada. “Si hay acuerdo, todo se puede ordenar de la noche a la mañana”, avisa un funcionario que transita los pasillos de Casa Rosada. Pero los números no dan. 

 

Quienes dialogan con Fernández aseguran que, en privado, el Presidente ya no habla sobre la reelección, algo que irritaba profundamente al cristinismo, pero busca quedarse con las herramientas que le permitan dar la discusión puertas adentro en 2023. Le fastidia que el kirchnerismo subestime su rol como presidente y su capacidad para incidir en el rumbo electoral. “En este tiempo de crisis de legitimidad política, cuando las extremas derechas antidemocráticas empiezan a ocupar espacios más importantes, habría que ampliar la participación, no cerrarla”, dicen en su entorno. El jefe de Estado cuida que los propios no pierdan cajas a manos de otros espacios y ocupó los tres ministerios que quedaron vacantes en el gabinete con nombres que definió con su mesa chica, sin consultar con Cristina y Massa. En el kirchnerismo cayó mal que la Casa Rosada se hubiera encargado de filtrar el detalle de la falta de consulta. Calificaron la jugada como “infantil”, una chicana innecesaria cuando el clima está tenso por demás.

 

No sorprendió a nadie la llegada de Victoria Tolosa Paz a Desarrollo Social y sí, en cambio, hay un gran interrogante – incluso puertas adentro del Gabinete - sobre cómo se desempeñará Kelly Olmos en Trabajo. En tanto, el nombramiento de Ayelén Mazzina en el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad terminó generando un guiño inesperado hacia un gobernador de peso en el peronismo, Alberto Rodríguez Saá. El acuerdo entre “los Albertos” fue fruto del diálogo entre el canciller Santiago Cafiero y la senadora puntana María Eugenia Catalfamo, mano derecha del mandatario provincial. Cafiero sugirió el nombre de Mazzina.   

 

Fernández es consciente de que un sector mayoritario del FdT busca opciones para 2023 que lo descartan. “El mejor Alberto es el de las relaciones internacionales”, le dijo un diputado en una cena que encabezó el Presidente el 14 de septiembre - de la que también participó Manzur - en la que se habló sobre el escenario electoral. Una forma no tan elegante de sacarlo de la discusión nacional. Como reveló Letra P, en ese encuentro Fernández habló sobre el proceso agotado del kirchnerismo, a 20 años de la llegada de Kirchner al poder.

 

El Presidente respondió con hechos y se envalentonó con el discurso que dio en IDEA. “Seré re débil pero el que afrontó la deuda con el Fondo, el que afrontó la deuda con los acreedores privados, el que afrontó la pandemia, el que fue a buscar las vacunas, el que sigue enfrentando la guerra se llama Alberto Fernández”, dijo ante el mundo empresarial en Mar del Plata. Fue un mensaje hacia afuera y también hacia adentro del FdT.

 

Antes, Fernández exhibió números positivos de la economía, en comparación con el gobierno de Mauricio Macri, pandemia y guerra mediante. Detalló crecimiento del PBI, creación de puestos de trabajo en el sector privado, inversión y exportaciones récord. “¿Vieron que todas las curvas van para arriba? ¿Se dieron cuenta de ese dato?”, preguntó. El mandatario siente que la recuperación económica, producto de las políticas de su gobierno, no tiene el reconocimiento que merece. Todo queda sepultado por el número incendiario de la inflación. Cree, además, que el FdT – y el kirchnerismo, en particular - tampoco le reconoce su mayor esfuerzo: el de haber privilegiado la unidad por sobre todo y haber evitado la fractura, a costa de su propio debilitamiento.

 

La unidad se mantiene en lo formal. Los actos del 17 de octubre mostrarán sin pudor las divisiones internas del FdT. Aunque hubo quienes intentaron acercar posiciones, el diálogo para organizar una única movilización se frustró apenas comenzó. “Está todo roto y es imposible reconstruirlo porque no hay perspectiva de triunfo el año que viene”, reconoció ante este portal un dirigente que participó de las conversaciones que buscaron construir puentes entre sectores. La economía, dice el mismo interlocutor, es el único factor que podría ordenar la discusión cuando llegue el momento. Mientras tanto, el kirchnerismo, la CGT, los movimientos sociales, el poder territorial y el Presidente construyen musculatura propia para llegar en mejores condiciones a la definición.

 

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