A 17 años de la asunción presidencial de Néstor Kirchner: los secretos, el peso familiar en la vuelta al poder del peronismo y el rol de Alberto Fernández

A 17 años de la asunción presidencial de Néstor Kirchner: los secretos, el peso familiar en la vuelta al poder del peronismo y el rol de Alberto Fernández

El abrazo que se dieron Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde en las escalinatas del Congreso dejó en el olvido la desconfianza que los precedió. Tampoco anticipó la futura acusación por traición del duhaldismo hacia el Presidente que prometió no dejar sus principios ni sus convicciones pero sí dejó fuera de las puertas de la Casa Rosada a su mentor y deshizo las versiones que le atribuían más poder al bonaerense que a él.

 

Cuando aquel ‘pingüino’ se subió a su propio auto manejado por un chofer, con Cristina Fernández sentada a su lado, era su hija Florencia quien llevaba el bastón presidencial, aún vacío de poder. Así lo dijo el mismísmo Kirchner que con su impronta y la pelea con sectores poderosos como la Justicia, los militares y la Iglesia lograría un apoyo popular que derivó luego en la elección como presidenta de la madre de sus hijos y que quien endureció las batallas con los grandes medios y el campo mientras en paralelo crecía la inflación y las denuncias por corrupción. Así como logró apoyo sumó, y también su sucesora, una larga lista de adversarios y enemigos que mantienen aún hoy.

Aquel 25 de mayo del 2003 recién comenzaba la construcción del kirchnerismo más allá de que hacía años que el Grupo Calafate, en el que estaba Alberto Fernández, buscaba impulsar a su máximo referente. El gobernador, sin embargo, creía que su momento no sería antes del 2007. De lo mismo estaba segura Cristina Fernández que siempre había ocupado cargos legislativos. “Ayudame a convencer a tu vieja”, le pidió Néstor Kirchner a su hijo Máximo en un paseo en auto en Río Gallegos después de que Eduardo Duhalde le ofertara encabezar la fórmula que integraría con el ex motonauta Daniel Scioli.

Su amigo, y hoy uno de los más estrechos amigos de Cristina y de sus hijos, Jorge ‘Topo’ Devoto, desconfió. Insistió que era prematuro embarcarse en una carrera electoral. Kirchner lo desafió. “Apostemos”, propuso. Devoto repitió que Duhalde terminaría bendiciendo a José Manuel De la Sota o a Carlos Reutemann antes que a él. Kirchner en cambio confió. Apostaron y perdió Devoto. Por eso aquel domingo de la asunción el hombre que tras la muerte del ex Presidente produjo un libro y una película junto a Fernando ‘Chino’ Navarro en su memoria, pagó su derrota corriendo por Avenida de Mayo. Trotó como lo hacían los custodios junto al auto en el que Néstor Kirchner se trasladó desde el Congreso a la Casa Rosada y se saludaron nuevamente al llegar cuando el jefe de Estado rompió el protocolo y se mezcló entre la gente.

Como Kirchner, tampoco Alberto Fernández quiso ir en Cadillac hasta la Casa de Gobierno el 10 de diciembre del año pasado e incluso llegó a su propia jura manejando con su pareja Fabiola Yáñez a su lado. A ninguno de los dos sus padres llegaron a verlos con la banda de presidentes.

El viernes 23 Kirchner había llamado a unos pocos amigos de Santa Cruz que volaron ese fin de semana, entre ellos su hermana mayor, Alicia Kirchner, Julio de Vido y Sergio Berni.

Ese mismo domingo de la asunción un grupo de ocho personas fue al Ministerio de Desarrollo Social. Estaban Alicia Kirchner y su equipo íntimo integrado por Alicia Soraire, Viviana Peña, Paola Vesvessian, Liliana Periotti, Segio Berni, Daniel Arroyo, Matilde Morales y un joven de Fernando Gray de sólo 32 años, hoy de peso en el peronismo del Conurbano bonarense.

El 26 a las 8 de la mañana el mismo grupo, junto a Juan Carlos Nadalich, actual ministro de Salud santacruceño, subió catorce pisos por escalera para el inicio de la gestión. Los ascensores no funcionaban aquel lunes otoñal.

Alicia Kirchner habló con su hermano presidente y lo primero que acordaron fue cambiar el sistema de pensiones: hasta ese momento había un cupo con lista de espera y sólo se generaba una vacante cuando un beneficiario fallecía. También armaron la agenda de la semana y empezaron a recorrer comedores comunitarios mientras Berni, Gray y otros atendían en la planta baja del edificio del ministerio a las organizaciones sociales.

Alberto Fernández era el jefe de Gabinete y Cristina Fernández, de alto conocimiento a nivel nacional, guardaba silencio para no competir con su marido. No son pocos los que señalan que repite la actitud con el presidente actual a quien ella misma eligió para encabezar la fórmula un año atrás.

Por entonces la multitud que vivaba el nombre del recién ungido Presidente de la Nación no pareció proporcional al escaso 22,24% de los votos que tuvieron Kirchner y Scioli. Incluso muchos de quienes hoy militan con fervor en el kirchnerismo no eran parte del primer entorno diecisiete años atrás. Por ejemplo Juan Cabandié que votó a Kirchner con otra identidad y DNI y sin conocerlo y “con mucho cariño” miró por televisión el acto de asunción. El actual ministro de Ambiente tuvo su ‘bautismo’ político el 24 de marzo del 2004. Cuando volvió a la ESMA, el centro clandestino donde nació en la última dictadura militar, ya había cambiado su nombre: era el último nieto aparecido de las Abuelas de Plaza de Mayo, el número 77. Con su discurso emocionó al matrimonio Kirchner y de a poco se fue sintiendo casi un hijo más del matrimonio presidencial mientras profundizaba su amistad con Máximo Kirchner. El Presidente bromeaba porque su segundo apellido, el de su mamá Alicia, es Alfonsín.

En aquel mayo del 2003, eran muchos los que no creían en nada ni en nadie y muchos los que habían pedido “que se vayan todos” antes de que Duhalde fuera designado Presidente por el Congreso en enero del 2002, post crisis del 2001.

Se lo dijo a Infobae el senador Mariano Recalde, una de las figuras fuertes del Frente de Todos en el Congreso. Es de los pocos con los que Cristina comparte un cumpleaños.

“No le creía a nadie, militaba por fuera de las estructuras partidarias”, aseguró quien fuera candidato a jefe de gobierno porteño en 2015. En 2003 militaba en el sindicato de Judiciales y en agrupaciones de las Facultades de Económicas y de Derecho junto a Axel Kicillof y Eduardo ‘Wado’ De Pedro. Lo sedujeron de a poco el discurso, la renovación de la Corte, la decisión de no reprimir la protesta social, la postura frente al FMI, la Sociedad Rural, la Iglesia y también la política laboral y de Derechos Humanos de Kichner. Como Cabandié se sumó al fútbol de los viernes en la Quinta de Olivos tras ser designado presidente de Aerolíneas Argentinas en el 2009, cuando Kirchner ya no era presidente. En las charlas que duraban hasta la madrugada no estaba Cristina pero esas veladas fueron también semillero de sus dos gobiernos cuando prefirió a esos jóvenes antes que a las viejas estructuras partidarias. De ese semillero salieron también muchas de las figuras de la gestión actual de Alberto Fernández.

Aquel 25 de Mayo, además del duhaldismo y de viejos peronistas, sí estaba en la Plaza del Congreso Fernando ‘Chino’ Navarro, actual secretario de Políticas Parlamentarias de la Jefatura de Gabinete, que por entonces movilizó a unos mil “compañeros”, muchos menos de los que en años siguientes movilizó con el poderoso Movimiento Evita de gran despliegue territorial. Después de una charla con Cristina se había acercado al gobernador santacruceño cuando en el 2000 conformó “La Corriente”. Tres años después, sentado en la fila 37 del Salón Blanco en el que juraron los nuevos ministros, no imaginó lo que vendría. “Néstor Kirchner fue mucho mejor de lo que pensé. Me imaginaba que iba a ser valiente y que iba a administrar la crisis pero fue mucho más que eso, interpeló a los sectores dominantes y me sentí muy identificado y muy contenido con sus políticas”, contó a Infobae el dirigente de Lomas de Zamora quien junto a Alberto Fernández en Capital y Juliana Di Tullio en Morón eran los únicos K del área metropolitana. Después el Evita se alejaría del kirchnerismo para finalmente reconciliarse y pedir la unidad del PJ en el último año de gestión de Mauricio Macri. Alberto Fernández fue la síntesis de esa unidad. Algunos sin embargo se mantienen en alerta y tensión con temor al kirchnerismo.

En ese camino de posible regreso al poder el matrimonio Duhalde, que se mantuvo enemistado por años, transitó el camino de regreso tras el triunfo de octubre. Incluso la más enojada de los dos, Chiche.

Alberto Fernandez junto a su pareja Fabiola y el diputado Máximo Kirchner en el Centro Recreativo Nacional Presidente Nestor Kirchner en Ezeiza(Presidencia)

De aquel primero gobierno del 2003 hay figuras que no están porque los alejó la política. Quienes no están por enojos personales. Y quienes terminaron con causas en la Justicia y hasta presos como De Vido. Sin embargo la mayoría a vuelto de la mano de Alberto Fernández o de Axel Kicillof. Decenas ocupan gobernaciones o intendencias y fueron refugiados por Alicia Kirchner en su gobernación en los años de gobierno macrista. Algunos en cambio son tan kirchneristas como albertistas.

El entorno cristinista jura que salvo por algunas batallas contra la Justicia por las causas que pesan sobre la Vicepresidenta y sus hijos, su silencio es la contribución disciplinada al gobierno de Alberto Fernández. Insisten que en las largas charlas con el Presidente opina y sugiere pero niegan que imponga políticas. Aseguran además que con la pandemia por COVID-19 están lejos las discusiones por futuras candidaturas.

Si el heredero de Cristina es Kicillof o su hijo tampoco lo dicen. Se oyen en voz baja voces de quienes creen que el tiempo del hijo de dos presidentes, único caso en el país y más allá de las fronteras, no será en tres años sino en siete, allá por el 2026.

El actual ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, lo elogió en forma contundente la semana pasada por televisión. No sólo confesó que le cuesta mantener una charla con el actual jefe del bloque de diputados del Frente de Todos porque lo ve tan parecido a su padre física, gestual y políticamente. También afirmó que es la síntesis de su padre y de su madre y que es tan pragmático como él y tan brillante y formado como ella.

Aquel 25 de mayo del 2003 fue quizás la última vez que Máximo Kirchner usó corbata aunque nunca se alejó del poder.

Después de que los manifestantes se fueran de la Plaza de Mayo el “Topo” Devoto lloró por la asunción de su amigo. Mientras caminaba solo se cruzó frente a la Catedral con el hijo de los Kirchner, de 26 años, que también iba solo por la avenida Rivadavia.

También estuvieron juntos la noche del 17 y madrugada del 18 de mayo del año pasado. Casi no durmieron. Supervisaron la edición del video que las 9 de la mañana siguiente difundiría Cristina Kirchner con el mensaje que inició la vuelta del PJ al poder.

Comentá la nota