Candidatos aprovecharon la última gran peña pre urnas

Candidatos aprovecharon la última gran peña pre urnas

Minué de escenario en la cena de Conciencia en La Rural. Francisco de Narváez y Sergio Massa, sigilosos, al ingresar para que no los perturbase la presencia de Daniel Scioli, que se quedó más de lo habitual. No se saludaron, pero buscaron acariciar el voto de la burguesía porteña. Exadversarios, se abrazaron Federico Pinedo y Horacio Rodríguez Larreta. El embajador de EE.UU., Noah Mamet, sueña con un festival y el Momo tuvo mesa propia.

• La historia juzgará a Mauricio Macri y a Ernesto Sanz por haberse ausentado en la noche del miércoles de la última gran peña política previa a las elecciones nacionales. La cena de la ONG Conciencia era el retablo para acariciar a su votantes del distrito que más los halaga. Cuentan con su voto para lo que hagan y ahí se dividen los diagnósticos: a un electorado favorable ¿hay que halagarlo o sólo contabilizarlo como un activo inmodificable? Entendieron esto último, como también otras estrellas de ese arco como Elisa Carrió o Martín Lousteau, quienes arriesgaron más que la dupla que trasnochó ese día en las quebradas jujeñas -adonde sí creen que puede cambiarles la historia- al dejarle los faroles a Horacio Rodríguez Larreta y a María Eugenia Vidal. El candidato porteño midió la exposición aprovechando el cóctel de espera para saludar, pero tampoco tuvo protagonismo en las mesas principales ni en los discursos, que le dejaron a "Mariu" que sí necesita voto para su pretensión para la gobernación bonaerense. Le dejaron un partido desigual porque estaban comprometidos en la primera línea dos fieras escénicas, como Daniel Scioli y Sergio Massa, que necesitan como ella de los votos de la región metropolitana, que proyecta sus intenciones hacia un radio que es mayor que el del conurbano.

Scioli, que no suele quedarse en estas algaradas, porque las agota con la presencia temprana en el cóctel, que es donde hay más periodistas que buscan la nota del cierre, mostró que tiene que cultivar esa clientela. Se sentó a una de las mesas principales, simuló cenar y dio un discurso apropiado al clima de la noche, que era de moderada tranquilidad y que no estaba para frases agresivas. Cumplió con todo lo que se esperaba de él, acompañado de Karina Rabolini y compañeros de mesa como el empresario Alejandro Mac Farlane, y apenas terminó de hablar se retiró pulcramente: lo esperaba un grupo de entornistas para ir a una cena privada en la residencia de La Ñata. Dejó una representación para el resto de la noche, de su hermano Pepe a Jorge Telerman, pasando por Santiago Montoya, Nora de Lucía y algunos funcionarios que rieron al ver que Massa demoraba el ingreso aprovechando hasta la última gota ese regalo del centenar de fotógrafos y movileros que se agolparon en el hall. Esperó, claro, que la atención estuviera puesta en Scioli para ocupar una mesa notable, en la primera línea y frente al escenario. Ese minué motivó que nadie registrase un saludo entre los dos. "Ni de lejos", registró un baqueano de esas coreografías de campaña.

Massa dio otra señal al aparecer pegado a Francisco de Narváez, a quien llevó en las sombras del patio de ingreso al salón Rojo de La Rural para evitar que alguna presencia le quitase luz a su aparición en el minirretablo que habían instalado los organizadores para que se sacasen fotos los invitados. De Narváez lo apuró porque debía mirar una nota registrada en un canal de TV en la que explicaba su alianza con el diputado -ese programa estaba grabado-, algo más de lo necesario por el desgranamiento que vive el massismo en estas horas. Aplacado el nervio que tiene toda fiesta masiva -hubo más de 1.000 asistentes- las mesas se entregaron a dar más gestos con significado político. El más estridente, que se magnificó por la cantidad de fogonazos, fue el abrazo que le propinó a Massa el diputado porteño Cristian Ritondo, que fue estrecho, efusivo y prolongado. El contexto de ese saludo aumentó el significado: ya van varias semanas de conversaciones entre el PRO, en el cual Ritondo es figura central -con punteros del Frente Renovador para cerrar algún tipo de alianza que salve al tigrense de la disolución, pero que eso no alimente la reconciliación de sus tenientes y sus votantes con el peronismo que gobierna, el llamado kirchnerismo. "Es mi amigo de toda la vida", explicó Ritondo, quien completó esa razón con explicaciones sobre la distancia que hay hoy entre las dos formaciones. Massa, el más necesitado de exposición entre todos los presentes, aprovechó la noche hasta que se habían ido casi todos, después de medianoche. Cuando a un político le va bien, aparece por esas reuniones, se muestra un poco y se va; al que le va muy bien, quizás, le puede convenir ni asistir, para convertirse en algo deseado por ausencia, en términos de mercado. En este punto, Massa casi se regaló, y bien que hace porque ha pasado, diría Marx -Carlos, no Daniel- del reino de la libertad al reino de la necesidad. Saludó a todo el mundo y casi no lo dejaron cenar. Esa actividad demoró su discurso, que apuró cuando vio que el público empezaba a moverse de las mesas y algunos buscaban el túnel para fugarse.

La charla se animó en mesas con encuentros oportunos, como aquel en el que se sentaron Telerman con Pinedo, dos armadores en pugna porque uno representa a Scioli y el otro a Macri. Pico y pico durante toda la noche se abstrayeron del entorno poniendo en el límite su relación y semblanteándose para sacar verdad de mentira. Son dos políticos mansos, pero rigurosos, y trabajaron como pocos en la noche del miércoles. Ni miraron al escenario, no compraron globos (los había de $ 3.000 y de $ 20 mil, a beneficio de la ONG). Hicieron apartes para saludar en otras mesas, pero volvían rápido porque no deben sobrar oportunidades de conversar con el enemigo en un clima tan manso. Pinedo fue saludado ya como futuro senador nacional; es el suplente de Diego Santilli, a quien todos creen ganará con Rodríguez Larreta la jefatura porteña como vice. El 10 de diciembre, Pinedo termina su mandato como diputado nacional; como suplente completaría lo que queda del término de Santilli, otros cuatro años.

La concentración en la que se embutieron les impidió registrar que en la misma mesa se repetían diálogos igualmente transversales, porque tenía enfrente a uno de los responsables de la campaña de Vidal, de quien es jefe de gabinete, Federico Salvai - es el esposo de la ministra Carolina Stanley, allí presente- y lo anotan como futuro ministro de Gobierno de un gabinete larretista. Es la cartera que tiene hoy el vivaracho Emilio Monzó, armador del macrismo nacional; si le va bien, será funcionario de un Macri presidente, si le va mal, no conservará el puesto. Crueldades. Salvai se trenzó en esa mesa con la representante casi única del kirchnerismo en esa cena -con la excepción de Scioli, cuyo nombre está inscripto en el código del ADN de esa formación, que creó y a la que ha llevado al éxito-: la senadora nacional María Laura Leguizamón. Se les fue la noche en el cruce de números de encuestas y en algunas lecciones que le dio la joven, pero experimentada legisladora sobre qué es lo que hay que mirar en la política bonaerense y en dónde pasan las cosas importantes incluyó una explicación sobre la geografía y la subgeografía del voto en la provincia que ha gobernado Leguizamón y aspira a gobernar Vidal. "La gente habla de Lomas, pero de lo que hay que hablar es de Cuartel Noveno"; el expuma Salvai anotaba mentalmente. La senadora tuvo tiempo para contar que su marido, el empresario Marcelo Figueiras faltó a la cena porque se había quedado ese miércoles en Roma para una audiencia personal con el papa Francisco.

En otras mesas notables de la primera línea se habló de proyectos más ambiciosos que los electorales: en la del embajador de EE.UU. Noah Mamet estaba el productor de cine Jorge Estrada Mora junto a tu esposa Nancy y también el segundo de esa delegación, Kevin Sullivan. Mamet, que viene de Los Angeles y que ha trabajado como consultor de los grandes estudios de cine de Hollywood explicó su idea de hacer en Buenos Aires un festival internacional de cine con la participación de los gigantes del negocio. Tomó nota del relieve que ha alcanzado el invento delarruista del Bafici como festival "indie", pero aclaró que él quiere un festival con las "majors". Cuando se le mencionó Mar del Plata, que ya tiene un festival tradicional, dijo: "No, yo lo quiero acá.

Otra mesa tuvo signo político, la que encabezó el sindicalista opositor Momo Venegas, donde sentó al exvicecanciller Juan Archibaldo Lanús, Teresa González Fernández, el abogado Alejandro Fargosi, el productor cultural Miguel Frías y su mujer, la restauradora de los dorados del Colón, Teresa Gowland. No es habitual que los sindicalistas vayan a estos saraos de la burguesía porteña, pero la barra era tan variada -es la Argentina de la extensión de derechos- que no llamó la atención en una multitud en la que se cruzaron personalidades de todos los palos, tantas que esta lista puede ser injusta por olvidar a alguno: César Martucci (exdiputado, hoy secretario de Daniel Angelici en Boca) empresarios como Juliana Awada -representó a su marido-, Guido Parisier, Norberto Frigerio, Marcos y Juan Martín Bulgheroni, Guillermo Stanley, Marcos Gastaldi, Luis Etchevehere, Jorge Brito (h), Gabriel Martino (HSBC), Eduardo Elzstein, Martín Cabrales, Lisandro Allende, Guillermo Pando, Tato Lanusse, Pappo Roca, Lolo Longinotti, Hernán Maurette con su mujer, la dirigente sanisidrense María Feldtmann de Maurette, Daniel "Chino" Capdevil, presidente de AUSA; Gloria Fiorito, Alejandro y Conqui Dillon, el arquitecto Santiago de los Heros, el polista Ignacio Azumendi, Segundo y Berni Marenco, Oscar Correa (director del Banco de Santander), Isela Costantini (presidenta de ADEFA y GM), Federico de Achával (h), Guillermo Tempesta Leeds (VP Banco Santander), Jorge Zorreguieta, Raúl Fiscalini, Luis Rivaya (Banco de Galicia), funcionarios como Patricio Di Stefano (subsecretario de Uso del Espacio Público), Fernando de Andreis, Juan José Gómez Centurión, Francisco Cabrera, Eduardo Amadeo, Guillermo Dietrich, Néstor Grindetti; políticos como Lía Rueda, Jorge Enríquez, Carlos Brown, Paula Bertol, Christian Gribaudo, la presidenta de Conciencia María Figueras, abogados como Máximo Petracchi, el camarista Roberto Hornos, economistas como Miguel Broda, Alfonso Prat Gay, Federico Sturzenegger. Y un poeta, Santiago Kovadloff.

 

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