¿Tajaí? El plan para recuperar al Sergio Massa original

¿Tajaí? El plan para recuperar al Sergio Massa original

Se reseteó la campaña. Adiós a los encuentros de cercanía que desdibujaron el estilo del candidato y lo ablandaron. Los trapitos sucios se lavaron en casa. La economía, primero.

Por Gabriela Pepe

El domingo pasado, los teléfonos de Sergio Massa y Eduardo de Pedro no paraban de sonar en el búnker del barrio de Chacarita. Desde las provincias, la liga de gobernadores del peronismo llamaba para dar aviso de los reportes que recibían por parte de sus fiscales. Gustavo Sáenz, amigo del candidato presidencial, escuchaba estupefacto. En casi la totalidad de las mesas de su provincia, Salta, se imponía por escándalo Javier Milei. Tampoco acreditaba Gildo Insfrán lo que pasaba en Formosa. El peronismo ganaba, pero el libertario se quedaba con uno de cada cuatro votos. El país se teñía de violeta. La misma escena se reproducía en el comando de campaña de Juntos por el Cambio. “Fue un error en la lectura de la elección. No era por centro”, concluyeron en el entorno de Horacio Rodríguez Larreta.

Sáenz fue uno de los primeros gobernadores en pisar Buenos Aires después del shock del domingo. Preocupado, voló el martes para reunirse con Massa, todavía aturdido por los resultados. Tres días después, pidió en su provincia el voto para Unión por la Patria (UP). "No pido que apoyen a este gobernador, pido que apoyen a Salta. Tenemos que defendernos entre todos. A mí y a los salteños nos conviene que el presidente sea Massa”, dijo. Los mandatarios hablaron entre sí toda la semana. Quedaron en reunirse en los próximos días en Buenos Aires.

El operativo para activar a los gobernadores es parte de las recalibraciones que el comando de campaña de UP empezó a hacer el mismo lunes, horas después de la derrota, mientras todavía volaban facturas internas por los resultados. En la catarsis interna llegaron reproches a las provincias y a los municipios, quejas por el esquema de campaña que trazó el consultor catalán Antoni Gutiérrez Rubí, que aconsejaba llegar a las PASO sin hacer olas para mostrar un piso del 30%, y afloraron desconfianzas entre el massismo y el kirchnerismo, que empezaron a aquietarse cuando Massa hizo su primera reaparición pública, el miércoles por la noche en TN.

 

 

Fue “el mejor Massa”, se tranquilizaron los dos bandos en el búnker de campaña de la calle Mitre. Horas antes, a la tarde, el ministro-candidato había estado un tiempo largo en el despacho de Cristina Fernández de Kirchner en el Senado. Ambos analizaron los números de la elección, hablaron de las medidas económicas y empezaron a definir el nuevo rumbo de la campaña. Decidieron “resetear”. Por allí pasaron también el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y Wado de Pedro.

Massa dio el primer paso a la noche, cuando reconoció que el 30% de los electores que votó a Milei había decidido darle un castigo “a las dos coaliciones” tradicionales, el oficialismo y Juntos por el Cambio, por falta de respuestas ante sus problemas. Después, el ministro de Economía anunció medidas para paliar el impacto de la devaluación. Habló de suma fija, ajuste por paritarias, refuerzos a la asignación universal por hijo y a las jubilaciones. Se terminarán de afinar a la vuelta de su viaje a Estados Unidos.

Massa dijo que en los próximos días será mucho más ministro y menos candidato. Aunque no renunciará al Palacio de Hacienda, dedicó estos días a empoderar al director de Aduana, Guillermo Michel, que goza también de la simpatía del kirchnerismo. Mientras, el equipo de campaña definió que, cuando vuelva a ponerse el traje de candidato, Massa deberá hacerlo con una impronta diferente a lo que se vio en la primera etapa.

Los llamados "encuentros de cercanía" que se vieron antes del 13 de agosto y mostraron, por ejemplo, al tigrense en rondas de mates íntimas con jubilados quedarían atrás. En la campaña entienden que desdibujaron el estilo de Massa, más parecido al dirigente poco concesivo y firme en lo político de la entrevista de TN que al dirigente afligido de los spots del primer tramo de la campaña. Ese fue el tono que tuvo, en 2017, la campaña de Cristina Kirchner, también conducida por Gutiérrez Rubí. Pero la actual vicepresidenta era entonces parte de la oposición que criticaba el empobrecimiento durante el gobierno de Mauricio Macri y tiene una relación de afecto directo con sus votantes que no se traslada a otros dirigentes. Massa, en cambio, es el candidato del oficialismo, en un gobierno que tiene una inflación galopante. “Nos pasamos de rosca en querer ablandarlo”, explicaron en el comando de UP. Hay autocrítica: la propuesta fue de Rubí, pero la compraron casi todos.

Ahora, el ministro tiene que poder explicar cómo solucionará los problemas actuales, heredados o creados por su propio gobierno. “Yo no soy el presidente, soy candidato”, dijo el miércoles. El fin de la moderación. Alberto Fernández aprueba la estrategia y dice que no lo incomoda que se despegue ni que cargue contra su antecesor en Hacienda, Martín Guzmán. Cree que las diferencias entre ambos “son reales”, que es bueno que Massa se lleve méritos por lo que hizo y marque los errores.

“Lo que Milei dijo es que si él es presidente va a haber un Plan Bonex, va a manotear el dinero de los ahorristas. Ese fue el origen de las crisis del 2001”.

— @SergioMassa en TN pic.twitter.com/FBL5vhDCGM

— Unión por la Patria (@unionxlapatria) August 17, 2023

La “kirchnerización” de Massa durante el primer tramo de la campaña también estuvo en discusión, aunque fue un hecho inevitable. Hasta los dirigentes históricos del massismo reconocen que, sin Cristina detrás, Massa “no hubiese llegado ni a la mitad de los votos”. En el kirchnerismo dicen que no hubo más remedio. Fue la única forma de convencer al electorado de Cristina de que le diera un voto de confianza a Massa. Una parte se resistió y abonó el 5,87% que votó en las primarias a Juan Grabois. En el comando de UP aseguran que el líder social llegó a medir ocho puntos en las encuestas y supuestamente cayó a partir de que los dirigentes más cercanos a Cristina dijeran sin vueltas que el candidato de la vicepresidenta era Massa.

El papel de Grabois también se ajustó. Massistas y kirchneristas coincidieron en su rechazo al discurso que el dirigente dio el domingo por la noche en el búnker de UP, que comenzó con una mención a la proscripción a CFK, pasó por críticas al FMI y un planteo sobre la distribución de la tierra y terminó con la entrega de una carpeta con su programa de gobierno a Massa, que miraba con desconcierto la escena y no sabía qué hacer con los papeles en la mano.

Los trapitos sucios se lavan en casa

Desde el massismo salió algún reproche interno al kirchnerismo por lo que, entendieron, había sido un trato demasiado concesivo hacia Grabois, en particular por parte de De Pedro, jefe de campaña de Massa. “Lo ayudaron demasiado”, se quedó un dirigente de la mesa chica del candidato presidencial.

El kirchnerismo también se fastidió por el discurso, que consideró “fuera de lugar”, pero explicó que Grabois no responde a los mandos internos y que De Pedro únicamente intentó contenerlo, mientras colaboraba con el ministro de Economía. Con el diario del lunes, también reconocieron que los discursos debieron haber sido separados para no exponer al candidato presidencial.

El miércoles, finalmente, en una entrevista en C5N, Grabois dijo con claridad militará la candidatura de Massa. Antes, debió hacer un trabajo dentro de su propio espacio con la militancia que puso al ministro de Economía como un límite. En mensajes internos, pidió el acompañamiento a la fórmula Massa-Agustín Rossi para octubre. El que gana conduce y el que pierde acompaña.

El discurso de Kicillof, el mismo domingo por la noche, también dejó tela para cortar. El gobernador sacó a relucir su triunfo en la provincia de Buenos Aires con una lectura que duró 29 minutos, que el candidato presidencial escuchó parado al lado del atril. “Qué capacidad de síntesis”, le dijo, irónica, la massista Cecilia Moreau una vez que bajaron del escenario, después de que Massa -visiblemente golpeado- cerrara la noche. Al cristinismo tampoco le simpatizó. La longitud discursiva es una marca registrada de Kicillof, en definitiva, uno de los pocos que tuvo un triunfo para mostrar. En medio de la tormenta, pasó desapercibido que el kirchnerismo perdió Santa Cruz después de 32 años.

Pasado el descargo inicial de frustraciones, en el búnker de campaña creen que deberán sintonizar mejor los mensajes con la provincia de cara a la nueva etapa de la campaña. Piensan que, ante la disyuntiva “derecha o derechos”, que plantea Kicillof, una porción importante ya respondió “derecha”. Las miradas, por ahora, no coinciden. “La sociedad está exigiendo más, pero creo que no debe leerse que, de manera mayoritaria, la gente quiere menos inversión, menos salud, menos educación, menos Estado. No es eso”, dijo Kicillof el viernes en C5N.

Cristina viajó el fin de semana largo a Santa Cruz y esta semana podría reaparecer en público. El kirchnerismo reclama más presencia suya en el conurbano. El discurso de la vicepresidenta y el que el miércoles pronunció Massa en TN conjugan a la perfección. Cristina advirtió durante todo el gobierno de Fernández en público y en privado sobre el deterioro del salario y las condiciones sociales. También, sobre el escenario de tercios que vislumbraba para la elección y la distancia entre la dirigencia y la sociedad, el palacio y la calle. Ahora llama a pasar a la acción. Está conforme con la línea de Massa.

“Ella es la que más clara la tiene. Conoce perfectamente la situación y habla con Sergio permanentemente”, dicen en el massismo sobre Cristina. En el Frente Renovador hay, sin embargo, cierto recelo sobre la cercanía del candidato presidencial con De Pedro y Kirchner. Piensan que eso llevó a Massa a perder su esencia. Del otro lado también hay diferencias con el entorno del tigrense, con algunas excepciones. El ministro hace equilibrio entre todos. Con todo, desde diferentes perspectivas, hay coincidencia en el camino: la campaña debe recuperar al Massa original, el conservador popular. Ya habrá tiempo para el progresismo.

Dónde están los votos

Las planillas con los números de los sufragios perdidos circularon desde el lunes en el oficialismo. Massa solo pudo imponerse en cinco provincias, Chaco, Formosa, Santiago del Estero, Catamarca y Buenos Aires. En los últimos dos casos, la elección nacional coincidió con la local.

Desde las provincias hicieron un mea culpa. En Tucumán, donde el peronismo ganó con comodidad los comicios provinciales del 11 de junio, la atención se fijó en la interna entre el gobernador Juan Manzur y su sucesor Osvaldo Jaldo. Tras la organización de la elección fallida del 14 de mayo - suspendida tras el fallo de la Corte Suprema – y el abordaje de una nueva campaña, en el distrito dicen que la estructura partidaria llegó “exhausta” a las primarias del 13 de agosto. Fue todo “muy largo y muy costoso”. Reconocen que se hizo “bastante poco” por Massa, pero aseguran que en octubre todo será diferente. Los recursos estarán a disposición de la boleta de UP. La participación en la elección nacional estuvo 15 puntos por debajo de la provincial.

En Misiones, donde el Frente Renovador de la Concordia que gobierna la provincia hace dos décadas jugó públicamente a favor de Massa, el candidato peronista salió segundo, con el 27,15% de los votos. Los que conocen el distrito aseguran que la iglesia evangélica inclinó la cancha a favor de Milei, que llegó al 43%.

El entusiasmo edulcorado de los gobernadores quedó reflejado en un dato del comando que funciona en el búnker de la calle Mitre. La campaña nacional tuvo que imprimir boletas para 16 provincias. “Ni siquiera eso hicieron”, disparan cerca del candidato nacional. Los únicos distritos que se hicieron cargo de la impresión fueron Catamarca, Salta, Santiago del Estero, Misiones, Formosa, Chaco y Santa Cruz. Por cercanía y volumen, como es habitual, el comando envió boletas a la provincia de Buenos Aires y la Ciudad. Ahora, cundió el pánico. Ningún gobernador quiere imaginar su futuro en un país gobernador por Milei. Desde las provincias también llegan reproches. “No tuvimos comunicación. Ni siquiera nos dieron información básica sobre el manejo de la pauta publicitaria”, apunta un operador del Norte Grande.

Los datos duros de la elección arman la brújula para la búsqueda de votos. Desde 2015 en adelante, en todas las elecciones hubo un crecimiento de entre 4,5 y 5 puntos del padrón entre las PASO y las generales. A números actuales, eso representaría alrededor de 1,7 millones de electores. Por las pasiones – a favor y en contra - que despierta la presencia Milei, en UP piensan que ese número se puede extender a dos millones. Se trabajará para captar el voto de los ausentes.

También habrá acciones para captar el voto en blanco, que marcó 4,5%, por encima del 3% histórico. En la provincia de Buenos Aires fue mayor, el 6,5% para la categoría presidencial y 11% para el resto de las categorías, cerca de un millón de personas. En tanto, las listas de Guillermo MorenoMempo Giardinelli y Jesús Escobar (Libres del Sur), que sumaron cerca de 300 mil votos, son parte del electorado que el peronismo considera susceptible de ser seducido. A eso se podría sumar un porcentaje del voto moderado de Larreta. En la cuenta más pesimista, serían 260 mil votos, el 10% de lo que consiguió el jefe de Gobierno.

En los municipios también se ajustarán clavijas. En la categoría gobernador, UP perdió 135 mil votos respecto de 2019 en La Matanza. Le siguen en la lista 66 mil en General Pueyrredón y 58 mil en Merlo. También hubo una merma importante en Almirante Brown, San Martín, Lomas de Zamora, Quilmes y Florencio Varela. Salgo General Pueyrredón, todos están gobernados por el peronismo.

Massa empezó a marcar el camino el miércoles, con los anuncios de nuevas medidas de contención. El ministro viajará a Washington para volver con el desembolso del FMI. Esta semana trabajó en acuerdos de congelamiento de precios y estabilización de los dólares financieros. En Estados Unidos también miran con preocupación a Milei, aunque prometa hacer un ajuste mayor al que exige el Fondo. El viernes, exfuncionarios del organismo y del gobierno estadounidense salieron a criticar en duros términos la dolarización que promete el libertario. Ahora, el peronismo tendrá que convencer al electorado.

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