La oposición pone en juego su destino

Por Julio Blanck

Un domingo de triunfos opositores reforzaría la idea de que es posible competir y destronar al kirchnerismo. Resultados decepcionantes podrían provocar un efecto de “despolarización” y mayor división del voto opositor.

Los cinco comicios del súper-domingo contienen la semilla del clima con que se llegará dentro de un mes a las PASO nacionales; cuyo resultado a su vez marcará a fuego la decisiva elección presidencial de octubre. Se elegirá gobierno en Capital, Córdoba y La Rioja; se votarán legisladores provinciales en Corrientes y se resolverán las PASO locales en La Pampa. Lo más trascendente de estas elecciones se vincula al desempeño que puedan tener las distintas variantes de oposición al kirchnerismo. De hecho, los que pretenden desalojar del poder a Cristina pondrán en juego su destino.

Resultados potentes, empezando por el PRO con Horacio Rodríguez Larreta en Capital, podrían revertir el aire de fatalidad inevitable con que cierto público y dirigencia opositora perciben la compactación del peronismo y el crecimiento de Daniel Scioli como candidato.

Así, un domingo de triunfo opositor repondría, en la amplia franja antikirchnerista de la sociedad, la idea de que es posible competir de igual a igual y destronar a quienes desde hace doce años dominan la política argentina.

Por el contrario, resultados decepcionantes podrían provocar un efecto de “despolarización” y harían crecer más dudas en ese electorado. El efecto inmediato sería una mayor fragmentación del voto opositor. Quizá Sergio Massa recupere espacio y fuerza, quizá Mauricio Macri pierda brillo como opción principal. En cualquier caso el beneficiado sería Scioli, que contemplaría cómo se licúan sus oponentes.

Es interesante ver cómo se forman los estados de ánimo políticos y sociales. La notable capacidad del peronismo para instalar la sensación de una marcha arrolladora hacia el poder, parece hoy conjugarse con cierto apocamiento y confusión opositoras, a las que tanto contribuyeron las pérdidas que sufrió Massa como la imposibilidad de Macri de asegurarse, a través de Miguel Del Sel, un triunfo resonante en Santa Fe.

Esa sensación de que nada podría parar el avance kirchnerista parece estar más en ciertos temores opositores que en la información que ofrecen las encuestas. De hecho, los sondeos dicen exactamente lo contrario: la elección presidencial sigue abierta y la diferencia que Scioli lleva sobre Macri está lejos de parecer decisiva.

La última medición nacional de la consultora Management & Fit, divulgada esta semana, muestra que en las PASO de agosto el Frente para la Victoria, con Scioli como candidato único, llegaría al 34,9%; que Cambiemos, con Macri como ganador interno, alcanzaría el 32,4%; que UNA, con Massa imponiéndose a José De la Sota, tendría 15,7%; y que Progresistas, con Margarita Stolbizer, estaría en 4,2% de intención de voto.

Proyectado hacia la elección general de octubre, el resultado muestra a Scioli con 36,9%; a Macri con 31,6%; a Massa con 12,1%; a Stolbizer con 5,8% y finalmente a Jorge Altamira con 1,4%. Ni siquiera incluyendo la probable proyección del 8,6% de indecisos, alcanza para dar por definida le elección y mucho menos en primera vuelta. Así y todo, la sensación de un peronismo y un Scioli imparables sigue instalándose.

Ese clima, si perdura y se hace más intenso, puede cambiar la perspectiva de una buena parte del electorado. Para gobernar la sociedad busca candidatos que se muestren capaces de afrontar el desafío, que irradien confiabilidad y esperanza, respaldados por estructuras sólidas. Transmitir sensación de fortaleza o de debilidad, de poder propio o de autonomía restringida, influye directamente sobre la decisión de muchos votantes. De eso se trata lo que suceda en este domingo de cinco elecciones.

La mayor atención está en Capital, donde Macri recibiría un envión formidable si Larreta consigue un triunfo en primera vuelta, evitando un balotaje que seguramente ganaría dos semanas después, pero quizás sin la contundencia necesaria. Pero todas las encuestas dan hoy por segura la segunda vuelta. La de M&F que se publica en esta edición (ver página 3) es la que más lejos pone a Larreta del triunfo directo, aunque señala que está ampliando a más de 20 puntos su ventaja sobre Martín Lousteau.

El sondeo registra lo mismo que percibe el comando macrista: un crecimiento del kirchnerista Mariano Recalde, sostenido por una acción formidable del Gobierno que incluye desde la presencia activa de la Presidenta hasta una durísima campaña sucia contra Lousteau. A no engañarse: el primer objetivo del kirchnerismo es no perder votos respecto del 18% que hicieron en las PASO porteñas. El segundo propósito es superar a Lousteau y meterse en el balotaje. No parece sencillo de lograr.

Dirigentes del PRO, incluso algunos en el comando de la campaña, confían en que en el último envión Larreta consiga los dos o tres puntos que le faltan para arañar el 50% y sellar su triunfo en primera vuelta. Pero Macri y Larreta se esfuerzan por instalar la idea de que el balotaje es inevitable. Es buena medicina para prevenir la mala onda si el resultado es el que se espera. Pero también una manera, no demasiado sutil, de poder agrandar todavía más un hipotético triunfo en primera vuelta.

El macrismo ya usó este recurso, retaceando entusiasmo y vendiendo mesura, para después explotar un triunfo mayor al anunciado. Ultimo ejemplo: las PASO en las que Larreta terminó superando por amplio margen a Gabriela Michetti. ¿Estarán ahora preparando el mismo truco?

En Córdoba hay certezas e incertidumbres. El peronista Juan Schiaretti, que ya fue gobernador y dejó buen recuerdo, parece ir hacia a un triunfo sin apremios sobre el radical Oscar Aguad y el kirchnerista Eduardo Accastello. Allí también va a celebrar De la Sota, actual gobernador y precandidato aliado con Massa. La nacionalización del éxito provincial puede alcanzar, en su generosidad, a aceptar la presencia de Massa en la noche cordobesa del domingo. Pero la figura, según dicen que ya está acordado, será De la Sota. Sería una victoria clara de los peronistas que se oponen a Cristina y el kirchnerismo.

La incertidumbre, visto desde la perspectiva opositora, es si Accastello consigue desplazar a Aguad del segundo lugar. La lucha está muy reñida según la encuesta de M&F (ver página 10). Si el kirchnerista, que siempre corrió de muy atrás, logra quedar segundo, será un premio consuelo que festejará la Casa Rosada. Y un golpe muy duro para el acuerdo de Macri –que puso a Héctor Baldassi como candidato a vicegobernador–, los radicales, Elisa Carrió y el socio local, Luis Juez. Ese impacto negativo, si se produce, está llamado a tener repercusión nacional.

En La Rioja los radicales postulan a Julio Martínez, con apoyo massista, para quebrar el dominio del peronismo kirchnerista que lleva como candidato a Sergio Casas. Hace rato tienen esa ilusión y hasta aquí siempre fracasaron. Pero dicen que ahora Martínez puede ganar y arrebatarle otra provincia al kirchnerismo, como ya hicieron hace dos semanas en Mendoza.

El precandidato presidencial y jefe de la UCR, Ernesto Sanz, decidió viajar a la capital riojana el domingo para esperar el resultado. Y también aterrizaría allí el avión privado en el que se mueve Massa. Ellos dicen que pueden ganar por 4 ó 5 puntos de ventaja. Aunque desde el Gobierno nacional sostienen que esa será la diferencia, pero en favor del oficialismo riojano.

Por La Rioja pasó Scioli cerrando la campaña oficialista. Fue el miércoles y le dedicó, en el acto, un cálido recuerdo a Carlos Menem que fue quien lo inició en la política. El nombre de Menem sigue sumando votos riojanos. Y Scioli se empieza a dar los gustos del que se sabe inamovible. Su lisonja al riojano presidente fue prolijamente aplaudida por muchos kirchneristas que lo rodeaban, entre ellos su vice Carlos Zannini. Así es este juego: tendrán que seguir tragando sapos.

En las PASO de La Pampa se anuncia una lucha muy pareja entre el oficialismo kirchnerista del gobernador Oscar Jorge y el peronismo histórico, y ahora disidente, de los interminables Rubén Marín y Carlos Verna. Es una elección que preocupa a la Casa Rosada. En cambio hay poca esperanza puesta en Corrientes, donde la contienda por la Legislatura local sería ganada por la lista que responde a Ricardo Colombi, gobernador radical, aliado con otras fuerzas de oposición.

¿Habrá triunfos repartidos? ¿Segundos puestos kirchneristas que se festejarán como victorias? ¿Acaso un cinco a cero para la oposición?

La foto del domingo será el telón de fondo de lo que viene. Y lo que viene es la lucha definitiva por el poder.

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