El desgobierno de Milei y el apocalipsis del plan Caputo

El desgobierno de Milei y el apocalipsis del plan Caputo

Crónica íntima de una semana en la que el gobierno se mostró en estado de acefalía y encendió las alarmas del establishment. La amenaza de Villarruel y la agonía del dólar barato. El documento que estudia Cristina para desconocer la deuda con el FMI.

Por: Diego Genoud.

“La verdad que no hubo ninguna previa. Nadie habló con nadie. Un poco con Lule, un poco con Francos, pero sin directivas claras ni estrategia realista de parte del gobierno. Hasta último momento, no sabían si era mejor levantarse o votar en contra. No sabían cuántos senadores tenían, cuántos no. La verdad nunca ví una cosa así. Tampoco hay un responsable. Nadie entiende quién es el responsable de esto”. La frase de un gobernador dialoguista describe un estado de acefalía en el gobierno. Como si nadie estuviera a cargo, cuando la inestabilidad renace camino a octubre. 

La paliza que la oposición unificada le dio a La Libertad Avanza en el Senado ilustró la fragilidad  del andamiaje de poder y la ceguera de un oficialismo que apoya su fuerza en una premisa obsoleta: la suposición de que nadie se va a animar a desafiarlo. Después de un año y medio de humillación, seguidismo y falta de acuerdos, los gobernadores aliados a la Casa Rosada se vieron empujados a una tibia confrontación. Salieron en defensa propia, en el año electoral y en sintonía con las advertencias de los fondos de inversión y los voceros del establishment. La mayoría hubiera preferido no chocar con Milei. Se vio en la previa de la sesión en el Senado, cuando mandatarios provinciales de todos los colores presionaron hasta último momento para evitar que el aumento de 62 mil pesos para los jubilados se convirtiera en ley.  

Entre los senadores coinciden: hubo un aluvión de llamados de gobernadores provinciales, radicales, macristas y también algún peronista que pedían tratar el reparto de fondos para las provincias y patear para agosto el alivio a los jubilados que Milei vetó hace 11 meses y viene a compensar lo que perdieron desde el arranque. Hasta las 13.45 del jueves, el operativo, que tenía el impulso de Balcarce 50, estuvo en marcha. Los senadores de Chaco, Chubut y Mendoza lo dejaron claro con sus posiciones. Pero hubiera sido imposible de justificar: votar un aumento para los gobernadores y postergar a los jubilados en la misma sesión.

La impotencia de los gobernadores dialoguistas quedó tan clara como el extravío de los Milei. La recomposición parcial de las jubilaciones se aprobó con 52 votos a favor, 0 en contra y 4 abstenciones. Los sectores de la política que comparten el norte del presidente permanecen en un estado de fragmentación, donde manda el sálvese quien pueda. Es lo que preocupa entre los grupos empresarios que ganan con el experimento en curso. 

La amenaza de Villarruel

Con un vocero que aterrorizó a la gente equivocada desde el streaming, una nueva denuncia de golpe y un llamado de los perdedores de la interna oficial a sacar los tanques a la calle, Milei obtuvo cero resultado. Aunque la extrema derecha se acostumbró a exhibir sus derrotas como mérito, el gobierno no quería perder seis votaciones al hilo en el Senado. Por eso, José Rolandi y María Irrazabal Murphy estuvieron en el Salón Eva Perón en busca de impedir la sesión. 

Esta vez, la chicharra del Senado no sonó. No había una convocatoria formal de la presidenta del cuerpo y el gobierno de LLA escenificó como nunca su debilidad. Los dictámenes que el arco heterogéneo de la oposición había aprobado la semana pasada en comisiones dejaron inerme a la Casa Rosada y a su enemiga íntima, Victoria Villarruel. 

Dos indicadores de que todo venía complicado se vieron temprano. Aliado fundamental del gobierno y de Villarruel, el salteño Juan Carlos Romero se ausentó del debate y el correntino Carlos “Camau” Espínola -apodado el Kueider sano- se sentó para votar en contra del gobierno. 

Un rato antes, la vicepresidenta tuvo un diálogo con los jefes de la oposición. “Yo no voy a bajar, pero si ustedes juntan quórum, yo bajo”, les dijo. Fue lo que hizo y la confirmó en la categoría de traidora. El quórum tuvo senadores 43 presentes y otros 5 sentados, que estaban en sus bancas sin identificar: por distracción o decisión propia, su huella digital no había quedado registrada.

La guerra a cielo abierto entre Milei y su ex compañera de fórmula es un elemento adicional en el marco de la inestabilidad que regresa. Con Bullrich como detonante, Villarruel defendió su actuación y dejó una frase como una daga: “cuando el Ejecutivo recuerda que soy Vicepresidente”. Lo revela “La Generala”, el libro que acaba de publicar Emilia Delfino: la antigua coordinadora de visitas de Videla no está tan sola como parece. En su entorno confluyen hoy el asesor Mario Russo y la ex diputada Claudia Rucci. Además, en su larga historia de sponsoreo aparece un grupo de intereses que conecta a los dinosaurios con el poder económico: Vicente Massot, José Alfredo Martinez de Hoz hijo, Máximo Julio Fonrouge, Alejandro Fargosi, Jorge Luis Pérez Alati y Eugenio Carlos José Aramburu y siguen las firmas. Villarruel resiste y espera su oportunidad.

Como un paracaidista de la historia, el presidente gobierna encerrado en un núcleo íntimo de colaboradores, bajo la estrategia que diseña el menemismo de Karina. El triángulo de hierro murió en un momento inoportuno. Cuando las elecciones todavía quedan lejos, la ficción del dólar barato agoniza y JP Morgan recomienda huir de la Argentina.

La sensación que instaló el 10J entre sectores que apoyaron al ex panelista en su campaña es que Milei tiene fecha de vencimiento. Puede ganar elecciones, pero no exhibe ni el músculo ni la capacidad para consolidar una transformación. Se perfila, en el mejor de los casos, como una transición hacia la dimensión desconocida, un lugar que tal vez no sea el que promociona Federico Furiase. 

El escenario catastrófico que viralizó Fantino a pedido de Luis Caputo pretendía disuadir a los gobernadores colaboracionistas, pero delató una posibilidad concreta, la  de que todo desbarranque con un movimiento. Si la inflación que perciben millones de argentinos vuelve a transparentarse en las estadísticas del INDEC a partir de este lunes no será por la paliza del Senado, sino porque el plan Caputo se quedó sin nafta, el dólar va camino hacia el techo de la banda y la estabilidad corre peligro.

En la última semana, la economía real contradijo una vez más la campaña del gobierno. La conflictividad laboral volvió a quedar expuesta con el corte de la General Paz que protagonizaron los trabajadores del INTI y la protesta en la Panamericana contra los despidos en Georgalos; Carrefour se sumó a la lista de las multinacionales que se van del país y los números oficiales mostraron que el rebote económico empezó a dar signos de haberse frenado. 

Aunque Milei ya anunció veto y judicialización, lo que pedían los gobernadores era un cambio menor. Según los datos de la consultora Empiria, que dirige Hernán Lacunza, lo que las provincias reclaman por ATN es el 1% de la masa coparticipable bruta y representa el 0,1% del PBI anualizado. El resto es un reordenamiento que repartiría las cargas del ajuste: que el Impuesto a los Combustibles que hoy concentra la Nación (89,6% entre Anses, Tesoro y fondos fiduciarios) pase a distribuirse 57% para Provincias y 43% para Nación. Con una mezcla de prescindencia e inoperancia, Milei permitió que Axel Kicillof sostenga una confluencia con Martin Llaryora, Rogelio Frigerio y Maximiliano Pullaro. Más que un golpe, parece un autogolpe.

Con la delicadeza de un mono con navaja, Fantino volvió a funcionar como vocero del gobierno en un contexto de incertidumbre cambiaria. Ya lo había hecho en febrero pasado, cuando acusó a Martin Rapetti y a los economistas del CEDES de fogonear una devaluación. La desmentida y la guerra de trolls dejaron ver un nerviosismo mucho mayor al que el ex jefe de Trading del JP Morgan suele admitir en sus diálogos con periodistas amigos.

El escenario apocalíptico no está atado al déficit fiscal sino a la falta de dólares. En las últimas semanas, en coincidencia con la misión del FMI a Buenos Aires y el pago a los bonistas de 4300 millones de dólares que se gatilló el 9 de Julio, el gobierno se preocupó finalmente por acumular reservas: compró más de 400 millones de dólares de reservas y lo hizo mientras el dólar iba ascendiendo. “Solo se explica por la presión del Fondo y la falta de dólares para llegar a octubre. Dejaron pasar la cosecha gruesa y la oferta récord de esos meses para comprar caro ahora algo que estuvo durante meses más barato”, dice un economista de la oposición.  

La derrota múltiple en el Senado y el accidentado off de Caputo opacaron el pase de los sobrevivientes del PRO a LLA en provincia de Buenos Aires. Karina Milei se mostró satisfecha con Cristian Ritondo, Diego Santilli y Guillermo Montenegro. Algo comunica las dos escenas: el apartamiento de Santiago Caputo de la toma de decisiones. La hermana presidencial está a cargo de la estrategia que ejecuta  Sebastian Pareja y los que reclaman los tanques en la calle, confinados a las redes sociales y el streaming.

En la vereda de enfrente, la unidad del peronismo bajo un nombre remixado sintetiza el grado de acuerdo que distintas facciones están en condiciones de lograr en esta instancia. Los optimistas valoran que la tensión empezó a tramitarse en conversación y se dio un paso adelante después de un año y medio de confrontación pública. “Por lo menos, volvieron a tener un vínculo”, dice un ministro bonaerense, en alusión al gobernador bonaerense y el jefe de La Cámpora. Los más cautos advierten que es una “unidad a reglamento” y no genera entusiasmo. Con Cristina bajo arresto domiciliario, Kicillof está destinado a ser el gran protagonista de una campaña que debería aportar lo que el sello de la alianza no deja ver: nuevos nombres y nuevas ideas. Cerca del gobernador, advierten que Sergio Massa no puede reclamar 30% para su sector y admiten que Cristina tiene la decisión para octubre. Todos reconocen que el ex candidato y superministro fue uno de los que trabajó desde el primer momento para la unidad: no tenía plan B ni lugar a dónde volver. 

En el peronismo piensan que hay un plano en el que la madre de todas las batallas no va a ser la excepción. El ausentismo, advierten, se va a hacer sentir y las mayorías, que tienen que inventar su ingreso día a día, no van a ir votar. “Esperemos que si los pibes no van a votar, el golpe lo sientan ellos”, se consuela un intendente del conurbano. En un valle de escepticismo, la decepción que se sienta más fuerte puede definir la elección. 

Cristina y la deuda con el Fondo

La ex presidenta sigue atenta y ni siquiera la gripe que la afectó desde la semana pasada le impidió estar al tanto de todas las conversaciones y grabar un mensaje. En su mensaje a los feligreses de Parque Lezama, CFK aseguró que será el peronismo el encargado de resolver el problema del endeudamiento “con cabeza, corazón y coraje”. Como casi todo, no fue un mensaje aislado. Cristina tiene sobre su escritorio un documento de 25 páginas de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner que analiza en detalle el endeudamiento de Argentina con el FMI y plantea una discusión frontal de cara a un eventual regreso del cristinismo al poder.

El texto señala que, con el nuevo programa de Facilidades Extendidas que firmaron Milei y Caputo, Argentina acumula ya una deuda que triplica la cuota de 435% que le correspondería al país por su peso dentro del organismo. Con el primer desembolso de U$S 12 mil millones que se ejecutó en abril, la deuda actual representa el 1263% de la cuota y asciende ya a 54.597 millones de dólares. Si a eso se le suman los desembolsos pendientes, la hipoteca llegará al 1363% de la cuota. 

El análisis estuvo a cargo de economistas cercanos a Cristina en diálogo con Daniel Kostzer, el ex representante argentino ante el Banco Mundial que trabaja en Bruselas. En el planteo, se cita una frase de la Oficina de Evaluación Independiente del propio FMI en diciembre pasado: “Los préstamos excesivos sin un programa creíble y sostenible comprometen la reputación del FMI y pueden ser considerados como una forma de corresponsabilidad en la generación de crisis posteriores”. A partir de ese criterio, reconocido en el derecho internacional financiero, plantea una propuesta concreta: admitir la obligación de pago por ese 435% que le correspondería a la Argentina -unos 19.400 millones de dólares-, suspender los tramos que excedieron ese monto con una solicitud de revisión al FMI y realizar una auditoría técnico-legislativa independiente que evalúe legalidad, destino y beneficios de la deuda con el organismo desde 2018. Así, un eventual gobierno del peronismo con peso de la ex presidenta desconocería los 35.197 millones de dólares de deuda con el FMI que exceden su acceso regular y que no se justifican de acuerdo a los 4 criterios de Acceso Excepcional que fija el organismo. Un plan de ese estilo, casi un crimen para todos los que justifican el irregular endeudamiento externo, demandaría la construcción de un poder político a la altura de las pretensiones.

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