El gobernador bonaerense acelera su proyecto presidencial y se prepara para recorrer el país a partir de febrero. La interna por el PJ bonaerense es el último obstaculo a resolver antes de ponerse a construir su armado nacional. El rol de los intendentes y los gobernadores.
María Cafferata
Axel Kicillof está preparado para dar el salto. El camino que comenzó a recorrer hace dos años, cuando decidió que tenía que independizarse de Cristina Fernández de Kirchner para evitar convertirse en otro Alberto Fernández, terminó. El gobernador bonaerense no teme ya a una guerra abierta con el resto del kirchnerismo y, confiado de tener la Provincia bajo control, está decidido a lanzar su proyecto presidencial. Empezará a recorrer el país a partir de febrero, y solo tiene un último escollo a resolver antes de comenzar: neutralizar la amenaza del PJ bonaerense.
Los intendentes del Movimiento Derecho al Futuro (MDF), el sello construido por Kicillof para hacer frente a La Cámpora, piden sangre. Cumplen con su rol en la guerra sin cuartel contra la organización que conduce Máximo Kirchner y exigen, junto a los cruzados del MDF, que el próximo presidente del PJ bonaerense tiene que ser un hombre –una mujer– de Kicillof. El nombre que más se repite es el de la vice, Verónica Magario, pero lo importante es el mensaje: el gobernador necesita lanzarse a jugar a partir de 2026 con un PJ que respalda y se ordene detrás de su candidatura.
El último viernes, en Malvinas Argentinas, el Consejo del PJ avanzó en un principio de tregua. El cristinismo, de la mano de Federico Otermín (intendente de Lomas de Zamora) y Alejandro Dichiara (presidente Cámara de Diputados bonaerense), llegó con una propuesta de un acuerdo con unanimidad sin tocar el reparto de los lugares entre los apoderados y los miembros de la junta electoral, controlados mayoritariamente por el cristinismo. El MDF, de la mano de “Cuervo” Larroque y Julio Alak, lo rechazó: querían igualdad de condiciones con La Cámpora como preludio al lanzamiento del proyecto nacional.
Cumbre del PJ bonaerense en Malvinas Argentinas con Máximo Kirchner a la cabeza PJ Bonaerense
Se acordó ampliar los apoderados y darle dos lugares más a Kicillof, y reorganizar el esquema de mayorías de la junta electoral (que pasará a tomar decisiones con dos tercios). Se definió que habría elecciones internas el 15 de marzo aunque, puertas adentro, ni Kicillof ni Máximo ni Sergio Massa –los tres socios mayoritarios del panperonismo bonaerense– quieren saber nada con una interna. “Una discusión interna encarnizada cuando la gente la está pasando mal es una locura”, señala una de las voces del massismo que, asegura, está trabajando “para que la sangre no llegue al río”.
Máximo, advierten quienes lo conocen, coincide. Está dispuesto a ceder la presidencia del PJ y cerrar la etapa que comenzó hace cuatro años, cuando asumió por primera vez en un acto en San Vicente junto a Alberto Fernández. Otermin, en nombre de Máximo, negocia con Gabriel Katopodis, en nombre de Kicillof, para cerrar una lista de unidad que deje a todos tranquilos. Se aplica la misma consigna que rigió el nombramiento de Jorge Taiana al frente de la lista de diputados nacionales: un nombre que no joda a nadie, un nombre que evite la ruptura.
Las tres tribus del peronismo bonaerense coinciden en un mismo diagnóstico: el tiempo de Milei está acabado. Pero para que la alternativa en 2027 sea un candidato peronista, el PJ tiene que llegar ordenado. Primero en PBA, y después en el resto del país.
El tour federal
El plan de Kicillof 2027 siempre tuvo diferentes etapas. Primero, diferenciarse de CFK: plantear un proyecto propio, no delegado, que excediera las fronteras del kirchnerismo exigía que Kicillof se independizara del ecosistema cristinista. Así lo veía, al menos, el propio gobernador, cuya pesadilla desde el fracaso de la experiencia del Frente de Todos es convertirse, a su manera, en otro Alberto Fernández.
Para marcar su autonomía y voluntad de liderazgo, Kicillof primero respaldó la candidatura de Ricardo Quintela para el PJ Nacional. La primera traición a CFK. Luego, pujó por el desdoblamiento de las elecciones bonaerenses y rechazó la recomendación de la ex presidenta de no poner candidatos testimoniales (Magario). La segunda traición.
Axel Kicillof fue a visitar a Gildo Insfrán en Formosa TW Axel Kicillof
En el ínterin, Kicillof debía resolver la situación en la Provincia: no podía caminar el país si, en su territorio, escaseaban los recursos para pagar sueldos, las leyes se le trataban en el Congreso y los intendentes le organizaban una revuelta interna. La sanción del Presupuesto y el endeudamiento por 3500 millones de dólares cubrió ese escollo. Aunque todavía falta la autorización de Luis Caputo.
Liberado el pago chico –que representa el 40% del padrón nacional–, Kicillof tiene planeado comenzar a recorrer el país con el objetivo de construir un proyecto federal que logre articular al peronismo con otras fuerzas. “Como hicimos con el MDF, pero en el resto del país”, explican en el kicillofismo.
Primero se reunió con Gildo Insfrán en Formosa, la semana pasada. La foto, publicada por ambos mandatarios, tenía como objetivo salir de la agenda de la interna con La Cámpora y comenzar a posicionar a Kicillof como un referente nacional. Fue la postal de largada con el respaldo de uno de los gobernadores peronistas que, junto a Quintela, más respaldan a Kicillof.
La prioridad del plan federal de Kicillof, sin embargo, será comenzar por las provincias que no están gobernadas por el peronismo filo K. Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos. “Nuestro punto de partida es definir representaciones territoriales en cada lugar”, explican en el MDF, donde ya dispusieron de un esquema de trabajo. Los embajadores del kicillofismo en estos distritos serán los intendentes aglutinados en el Federación Argentina de Municipios, que preside Fernando Espinoza (La Matanza).
Kicillof encabezó el martes un plenario junto a todo el MDF TW Axel Kicillof
El objetivo es replicar la lógica de armado territorial de Kicillof en PBA en el resto del país: los intendentes serán los principales armadores del proyecto presidencial kicillofista. Así lo definieron en una cena privada en El Mangrullo, restaurante histórico de Ezeiza que es propiedad de los Granados. Fueron jefes comunales de todo el país, y “Carli” Bianco, mano derecha de Kicillof, ya comenzó a reunirse con varios para empezar a delinear un plan de acción.
Los gobernadores, mientras tanto, son otra historia. Kicillof no es el único que fantasea con ser el candidato de los gobernadores peronistas en 2027. Gerardo Zamora, el mandamás de Santiago del Estero, también comenzó a moverse como posible candidato presidencial. Tiene el respaldo de varios jefes del Norte, y hasta de la propia Cristina, que apuesta a llegar al 2027 con muchos candidatos potenciales recorriendo el país. Lo mismo el sanjuanino Sergio Uñac.
“Ellos tienen acordado que van a caminar y el que mida mejor va a ser el que va a dar batalla”, explica un peronista riojano que responde a Quintela.
Kicillof se siente cómodo en ese lugar: no como candidato solo, sino como el primus inter pares de los mandatarios. Todavía no lo es. “Axel no puede ser jefe por un decreto de Carli Bianco, los conducidos te tienen que elegir”, repite, con maldad, un dirigente bonaerense de confianza de Máximo.
En esto está Kicillof. Convencer a los conducidos. Necesita, para eso, salir de PBA, pero antes tiene que dejar todo ordenado en su distrito. Que no sea, como otros años, un elemento de sabotaje interno, y pueda comenzar a caminar tranquilo.

















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