En Wall Street miran con mucho escepticismo la posibilidad de que Trump auxilie al gobierno argentino. El Círculo Rojo toma distancia y ve al presidente en un callejón sin salida. Macri, ¿aliado o conspirador?
Por
Diego Genoud
Un argentino que ocupa una posición de lo más influyente en Wall Street atiende el teléfono desde el norte del mundo. Javier Milei acaba de comerse una paliza tan inolvidable como inesperada. Ni los encuestadores que trabajan para la Casa Rosada ni la dirigencia del peronismo pudo anticipar la magnitud de la derrota de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires. El financista fue uno de los primeros en recomendar a sus clientes que lo mejor era tomar distancia de la Argentina libertaria. También anunció, después del acuerdo con el FMI, que no iba a haber más plata para el gobierno de extrema derecha. Ahora lo ratifica. “No hay un mango más afortunadamente para mi país”, dice. El razonamiento es claro: el experimento de Milei acaba de chocar y no tiene sentido seguir apostando en un proyecto inviable. Unas horas después, como todos los análisis lo preveían, el riesgo país vuelve a escalar arriba de 1100 puntos, el nivel más alto en 11 meses. “No hay política, no veo plan B. Hubo una gran irresponsabilidad del Círculo Rojo en apoyar todo este proceso”, agrega. Hoy la interna entre las distintas alas de la Casa Rosada es salvaje y la mesa que Manuel Adorni anunció como novedad es apenas una manera de mediar en el enfrentamiento que Santiago Caputo libra con Karina Milei y el clan Menem. Lo principal, sin embargo, es que el plan económico de Milei tenía un solo objetivo -ganar las elecciones- y acaba de fracasar en una primera, tal vez decisiva, instancia. El presidente está encerrado y no logra salir del laberinto en que se metió.
La derrota aplastante de LLA ante Fuerza Patria en las elecciones que desdobló Axel Kicillof generó una estampida entre los fondos de inversión, puso a recalcular al establishment local y complicó como nunca la viabilidad de la ultraderecha argentina. Argentina tiene una montaña de vencimientos de deuda para pagar a partir de enero y los mercados advierten con preocupación que el Banco Central empezó a quemar reservas para contener al dólar.
Aunque la mayor parte de los fondos apostaban a la victoria de Milei, los que notaban el esquema inviable del dólar barato y la inestabilidad creciente piensan que el golpe electoral es en el mediano plazo una buena noticia. “El conurbano al rescate del país”, dice entre risas. Es lo que hasta el domingo pasado le costaba entender a los gerentes de los fondos de inversión que se ilusionaban con un buen resultado de Milei y fijaban como el botón rojo una derrota por 5 puntos.
De todas maneras, lo que viene, todo indica, es mayor inestabilidad con el dólar y una mayor caída en la actividad económica. Nada va a resultar fácil en el corto plazo. Ejecutivo de un banco de Wall Street, el especialista está entre los que suponen que Donald Trump no va a poner ni un dólar de su bolsillo para auxiliar a un Milei en declive. Desde su perspectiva, las promesas de Scott Bessent eran para otro contexto, el de un gobierno en alza y con crédito social. La última vez que Estados Unidos hizo un préstamo directo del Tesoro para otro país fue en 1994, cuando auxilió a México ante el efecto tequila. En realidad, deseo o desesperación, el gobierno de Milei en cambio deja trascender que esa posibilidad existe y puede rescatar al oficialismo camino a las elecciones.
Algo está claro: cinco meses después de haber firmado el acuerdo con el FMI, el presidente necesita otra vez un respirador artificial. No cumplió con el primer mandamiento del pacto, no acumuló reservas durante el llamado trimestre de oro en el que el agronegocio liquidó en forma record, y ahora lo paga con inestabilidad.
En la escena doméstica, a Milei no le sobran aliados. Los gobernadores que hasta hace no tanto fueron socios disciplinados de la extrema derecha ahora le ponen condiciones al presidente y le reclaman mayores transferencias con un tono más decidido y menos dócil. Los gobernadores peronistas empiezan a orbitar en torno a Kicillof. No solo los que fueron desde siempre parte de la oposición sino también Osvaldo Jaldo y Raul Jalil, dos de los que salieron rápido en auxilio del vencedor. Además, los mandatarios de centro reunidos en Provincias Unidas anunciaron un acto para el viernes en la Sociedad Rural de Río Cuarto. En el grupo que lideran Martin Llaryora, Maximiliano Pullaro y Nacho Torres prefieren tomar distancia de Milei y abonar un proyecto opositor moderado. La victoria del peronismo en la provincia de Buenos Aires también los envalentonó a ellos. Es por eso que niegan cualquier posibilidad de un acuerdo de Juan Schiaretti con el gobierno de LLA.
No todos piensan lo mismo. El lunes a la noche, Carlos Melconian y Emilio Monzó -dos viejos aliados- aparecieron en televisión para ofrecerles consejos al presidente. En el mundo empresario, algunos lo vieron como un ofrecimiento al oficialismo, una forma de candidatearse para ministros de un eventual gobierno de unidad nacional de dos ex macristas a los que Macri postergó. La intención de colaborar con Milei no parece ser la actitud mayoritaria.
El ex gobernador de Córdoba, que en octubre será candidato por primera vez para ocupar un lugar en el Congreso, deja trascender ante su entorno que el problema no es el riesgo kuka sino el riesgo Milei, sinónimo de falta de gobernabilidad en Argentina. Schiaretti hoy controla la Fundación Mediterránea a través de uno de sus hombres, Osvaldo Giordano, el ex titular de la Anses que Milei decidió echar y ahora ocupa el lugar que tuvo Melconian durante 2023.
“Están en el Titanic, ya se pegaron con el iceberg, Milei mira los botes y no se decide a subirse”, le dijo a El Destape un empresario que abona la tercera vía y le dio en un primer momento algo de crédito a la aventura de Milei. Entre los pesados del establishment, circula una versión. Mauricio Macri hizo un mal arreglo con Karina Milei y ahora no tiene forma de liberarse. De acuerdo a esa hipótesis, Macri no sólo negoció un lugar menor en las listas con la hermana del presidente. Además pidió garantías para sí mismo. Algo es indudable: nadie se muere por rescatar a Milei. Ya es tarde. El reloj de arena se dio vuelta.
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