El náufrago

Juan Manuel Urtubey surfea el ostracismo abrazado al mantra "ni con Macri ni con CFK". La apuesta al parricidio de Larreta y el café inesperado con Máximo K.

Por: Nicolás Fiorentino.

 

Madrid, la ciudad en la que se recluyó tras una serie de decisiones políticas que lo llevaron a ser la última pieza triturada por la polarización, lo devolvió a Buenos Aires convertido en un náufrago. El tablero electoral hoy no le asigna espacio a un Juan Manuel Urtubey que, hasta hace muy poco tiempo, tenía todo por delante: gobernaba una provincia con una gestión respetada por sus pares y con ficha limpia y gozaba de un carisma y una voluntad que hacía prever una proyección nacional acompañada, además, por su aterrizaje en las revistas de la farándula. Hoy, como en un viaje cinematográfico de príncipe a mendigo, el exgobernador de Salta pasó del sueño presidencial a prenderle velas a una esperanza: que en algún momento Horacio Rodríguez Larreta cometa el tan preanunciado parricidio, corra del cuadro a la figura de Mauricio Macri y encontrar allí un lugar que lo contenga.

Ya instalado en Salta con su esposa y su hija, Urtubey de a poco empezó a trajinar un ida y vuelta a Buenos Aires para recuperar algo de agenda política. Mantiene contactos, reuniones y encuentros frecuentes con el ala rebelde del PRO que encarnan el exministro del Interior Rogelio Frigerio y el expresidente de la Cámara de Diputados Emilio Monzó, aunque tiene su relación más sólida en ese grupo con el diputado nacional Sebastián García de Luca. Los dos, Monzó y de Luca, fueron invitados a su casamiento con la actriz Isabel Macedo. Decidido -al menos hasta ahora- a no competir en las elecciones de este año bajo ningún sello, encuentra en esta tribu un termómetro para sondear la actualidad interna de Juntos por el Cambio, la principal fuerza opositora a la reunificación peronista encarnada en el Frente de Todos.

También habla con Larreta, a quien lo ata un puente muy sólido: Diego Santilli, vicejefe de Gobierno porteño, tiene con Urtubey una relación que ya cuenta décadas. Hasta hoy, igualmente, no le llegó ninguna propuesta formal de incorporación a estas huestes, aunque la especulación de convertirse en la apuesta larretista en el norte tiene algo de sustento: no solo es una buena figura para encarnar ese rol, sino que hoy el jefe de Gobierno no tiene otro. Sea como sea, lo que ocurra en ese sentido no será en el corto plazo.

Una serie de eventos desafortunados

El cordón bien visible que aún ata a Macri con Larreta en particular y con el sello PRO desde la macropolítica es lo que mantiene a Urtubey a distancia prudencial. Pese a los resultados, sostiene la misma posición que en 2019 lo llevó a fantasear con una avenida del medio representada en un peronismo conservador y federal. Quienes lo conocen lo escucharon más de una vez y siempre los convence: "Ni con Macri ni con Cristina" es, para este hombre de 51, de familia patricia y con tres mandatos como gobernador de Salta, un dogma.

Hay dos momentos de la historia que en el entorno de Urtubey encuentran reveladores para entender por qué el príncipe del peronismo norteño hoy naufraga sin rumbo y con destino incierto. Uno tiene algo de autocrítica y fue en 2017, cuando, después de varios años sosteniendo vigente un acuerdo de unidad con el kirchnerismo salteño, decidió expulsar a las filas referenciadas en la hoy vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Esa fractura le costó a Urtubey la derrota a manos de Cambiemos.

El segundo evento desafortunado se da dos años después, en 2019. Entusiasmados en la construcción de Alternativa Federal, una apuesta electoral que era poco más que una mesa en la que se sentaban Urtubey, Sergio Massa, Miguel Pichetto y Juan Schiaretti, el triunfo y reelección del gobernador de Córdoba en mayo de ese año asomaba como un trampolín ideal para lanzar a nivel nacional el mantra “ni con Macri ni con Cristina”. Pero Schiaretti les negó el acceso al escenario en el búnker ganador, les pidió que no fueran y ahí empezó a pincharse un globo cuyo resultado es conocido: Massa arregló con el kirchnerismo, Pichetto firmó como compañero de fórmula del entonces presidente y el salteño terminó como candidato a vice de un Roberto Lavagna, a esa altura, ya en curva descendente. En Salta están convencidos de que quien los bajó de esa celebración cordobesa fue un amigo de Schiaretti que se llama Mauricio Macri.

El mantra

Antes de lanzarse a las aguas calmas del ostracismo, Urtubey recibió dos ofertas. Una le llegó desde el PJ. El presidente del partido y constructor clave de la unidad del peronismo, José Luis Gioja, lo llamó cuando el Frente de Todos ya era una realidad encaminada a la recuperación del poder. “Están todos, tenés que venir”, le dijo. La propuesta fue concreta: ser primer candidato a senador nacional. La rechazó. La otra le llegó en boca de Marcos Peña, quien lo tentó con sumarse a Juntos por el Cambio como candidato a vicepresidente en la fórmula con Macri. La rechazó y así permitió el ingreso de Pichetto al macrismo. Otra vez el mantra: “Ni con Macri ni con Cristina”.

 

Su único acercamiento al kirchnerismo en estos tiempos se dio el año pasado, en la Cámara de Diputados. Pasó a visitar a su amiga Graciela Camaño y, en su despacho, tuvo un encuentro sorpresivo: allí estaba Máximo Kirchner. Tomaron un café, se pusieron al día y quedaron en seguir hablando. Varios meses después, ninguno de los dos levantó aún el teléfono. El ministro del Interior, Eduardo de Pedro, cada tanto pregunta por Urtubey en los puentes que sostiene con algunos dirigentes cercanos al salteño, pero nada indica que se pueda gestar allí una vía de acuerdo. Como siempre, el mantra.

Mientras espera un reacomodamiento de piezas que le abra una ventana para volver a competir en las ligas mayores, Urtubey se divide entre la vida familiar y algunas actividades académicas y formativas. En lo familiar, disfruta de una amistad nueva que se trajo de Madrid: la del excapitán de la Selección Argentina y actual técnico del Atlético de Madrid Diego Simeone. En lo académico, conduce una “incubadora de talentos” dentro del Foro para el Desarrollo Argentino Sostenible (Forodas), una especia de scouting de jóvenes estudiantes que muestran capacidades por encima de la media para gozar de una tutoría y acompañamiento, incluso financiero, para su desarrollo. Cualquier cosa parecida a la actividad política que su vida preanunciaba muy poco tiempo atrás hoy respira con dificultades debajo de la polarización. Eso sí, abrazada con convicción al mantra.

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