Menem lo hizo, y ahora Milei diseña su Poder Judicial deseado

Menem lo hizo, y ahora Milei diseña su Poder Judicial deseado

Las postulaciones del Presidente están impulsadas por su disconformidad con la Corte; el riojano, su faro, amplió el máximo tribunal y construyó su “mayoría automática”

 

Hernán Cappiello

 

El presidente Javier Milei está diseñando su propio Poder Judicial. Si la discusión se reduce al debate por los antecedentes del juez federal Ariel Lijo y del constitucionalista Manuel García-Mansilla, queda en la anécdota.

Lo que está en juego es más que eso: es la disconformidad de Milei con la Corte Suprema de Justicia y su intento de cambiar el perfil del máximo tribunal para que sea acorde a sus necesidades y deseos.

Nada nuevo, lo hizo Carlos Menem, el inspirador de Milei. Durante su presidencia, Menem reunió la mayoría automática de la Corte: un grupo de jueces que integraron el tribunal y siempre fallaban a favor de los intereses del gobierno. El grupo estaba integrado por Julio Nazareno, el exjefe de policía de La Rioja Adolfo Vázquez, Eduardo Moliné O’Connor, Guillermo López y Antonio Boggiano, quienes habían sido nombrados por Menem tras la ampliación de la Corte a nueve miembros. Su influencia se extendió hasta la presidencia de Fernando de la Rúa. Quedaban en minoría Gustavo Bossert, Carlos Fayt, César Belluscio y Enrique Petracchi.

Cuando llegó Néstor Kirchner, Nazareno, Vásquez y López renunciaron. Moliné O’Connor, excuñado del jefe de la SIDE, y Boggiano fueron destituidos. Kirchner dijo que no quería una Corte adicta y la modificó. Llegaron Ricardo Lorenzetti, Carmen María Argibay, Juan Carlos Maqueda y Elena Highton. No fueron sumisos al kirchnerismo y Cristina Kirchner trató directamente de neutralizar su poder.

Ahora, el plan de Milei con la Corte a largo plazo es igualmente vasto. Actualmente, la Corte tiene cinco integrantes, pero hay una vacante, la de Elena Highton. Para ese lugar Milei, postuló al juez Ariel Lijo, el más influyente de los jueces federales de Comodoro Py 2002, una suerte de jefe político de sus colegas. Lijo llegó a Milei de la mano del juez Lorenzetti, que permaneció 11 años al frente de la Corte hasta que perdió la presidencia y quedó aislado. Del otro lado, se erigió la mayoría de Horacio Rosatti, Carlos Maqueda y Carlos Rosenkrantz.

Milei, además, adelantó la elección del reemplazante de Maqueda, que debe jubilarse el 29 de diciembre, cuando cumpla 75 años. Maqueda no entiende que pasó. Si le hubieran pedido la renuncia fechada el 29 de diciembre la hubiera firmado, no hacía falta empujarlo de la Corte así, reflexionan en su entorno. Milei postuló a un constitucionalista conservador, antiaborto, Manuel García-Mansilla, decano de derecho de la Universidad Austral. Cada presidente tiene derecho a postular a sus jueces para la Corte: los fallos del máximo tribunal tienen consecuencias sobre las reglas que rigen la vida de los argentinos. Por ejemplo en temas de seguridad, derechos individuales y sociales, el federalismo, los impuestos, las cuestiones ambientales, las reglas económicas, los derechos de los consumidores y largo etcétera. Cuestiones donde pujan el progresismo y el conservadurismo.

Si prosperan estas dos postulaciones, se alteraría la actual mayoría frente a algunos de estos debates. Lorenzetti tendría un aliado en Lijo y Rosenkrantz sumaría a un par con una mirada similar hacia las empresas. Aunque Rosenkrantz es un liberal y García-Mansilla un conservador.

Nadie garantiza que esta no sea solo la primera etapa del cambio. Y que tras una elecciones legislativas de medio término, si le son favorables, Milei no intente completar el plan con la ampliación de la Corte para colocar otros jueces que terminen de confirmar “su” máximo tribunal deseado.

En los Estados Unidos llevó 33 años la construcción de una mayoría conservadora en la Corte, con seis jueces postulados por presidentes republicanos. Donald Trump nombró a tres.

En lo inmediato, ¿cuáles son las consecuencias de la eventual llegada del juez Lijo a la Corte? En la Corte, lejos del despacho de Lorenzetti, creen que hay un pacto entre Milei y Cristina Kirchner para asegurar la impunidad de la expresidenta, y que Lorenzetti es el intermediario en ese acuerdo.

Si durante los próximos cuatro años la Corte dejara en pausa un fallo para confirmar la condena de Cristina Kirchner, será una evidencia de que ese acuerdo se concretó. De acuerdo a este razonamiento, la pausa en las causas de Cristina Kirchner sería la contraparte del acuerdo para asegurar los votos de Unión por la Patria para Lijo en el Senado. Y, de paso, intentar limar el poder de la mayoría actual de la Corte: Rosatti, Rosenkrantz y Maqueda, que tantos disgustos le dio al peronismo.

El kirchnerismo mandó a hacer silencio sobre ambos postulantes, lo que agiganta las intrigas. Algunas senadoras kirchneristas, de todos modos, ya plantearon que no apoyarán candidaturas solamente de hombres para la Corte. No quieren un cargo, sino los dos en disputa.

Milei está disconforme con la Corte como está. No le aprueba el DNU fundacional de su gobierno. Tampoco reafirma la constitucionalidad de la quita de fondos al transporte y la educación que realizó sobre las provincias. Creen en la Casa Rosada que la Corte no acompaña al Gobierno. Y la Corte tiene en sus manos causas que pueden complicar a la Casa Rosada, por ejemplo, las relacionadas con las tarifas y las jubilaciones. En la Corte no hay alegría con las postulaciones de Milei, excepto en el despacho de Lorenzetti.

Milei todavía tiene muchos casilleros clave que ocupar con candidatos: la Procuración General de la Nación, tres vacantes en la estratégica Cámara de Casación y dos en la Cámara Federal, además de tres cargos de jueces de primera instancia. Con funcionarios cercanos en algunos de esos lugares (porque necesariamente los deberá negociar con la oposición), el Gobierno podría asegurarse el control de la justicia federal penal, que maneja los casos de corrupción, del pasado y del futuro.

 La llegada de Lijo puede que sea más o menos rápida. Podría darse antes de octubre, cuando debe elegirse presidente de la Corte. Rosatti está al frente con el voto de Rosenkrantz y Maqueda. Lijo puede votar con Lorenzetti. O sellar en esta etapa un salomónico acuerdo unánime. Hay tiempo para los cambios.

Este 24 de marzo, la mirada sobre los cambios en la Corte es clave, porque lo que está en juego es si va haber una justicia independiente, como la que aseguró los juicios por violaciones a los derechos humanos en la dictadura, o si va a haber una justicia subsumida al Poder Ejecutivo y estamos ante el embrionario nacimiento de una nueva mayoría automática.

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