“El Jefe” en Diputados, la votación fracasada y balas en la calle: la ley ómnibus se le escapa a Milei y la quiere hoy

“El Jefe” en Diputados, la votación fracasada y balas en la calle: la ley ómnibus se le escapa a Milei y la quiere hoy

En la segunda jornada de debate, el Gobierno, con Karina Milei en el recinto, no pudo avanzar con la aprobación en general del proyecto y terminó acordando a medianoche un cuarto intermedio hasta este viernes. Cómo vivió el Palacio la represión, el momento en que los aliados quisieron apurar la votación y las discusiones pendientes.

 

Mauricio Caminos

Un principio de acuerdo con la oposición amputado, un intento frustrado de votación con medio recinto vacío, represión callejera y “El Jefe” en el recinto. Todos esos condimentos tuvo la segunda jornada de debate de la ley ómnibus en Diputados, en la que el Gobierno terminó con las manos vacías y llevando las de perder: no pudo avanzar con la aprobación en general de su proyecto, pese a que esa era la intención de Javier Milei, y terminó acordando a medianoche un cuarto intermedio que se retoma hoy a las 10, mientras quedan varios puntos de sutura al acuerdo con la oposición aliada. 

El Presidente dio claras señales de su estrategia durante la tarde-noche del jueves, mientras afuera del Congreso un feroz operativo de las fuerzas de seguridad dejó una veintena de heridos, entre manifestantes y trabajadores de prensa: su hermana Karina Milei, secretaria de la Presidencia; Guillermo Francos, ministro del Interior, y el portavoz Manuel Adorni se pasearon por los pasillos de la Cámara baja antes de sentarse en el palco principal de invitados que da al recinto. “El Jefe” quería que la vean conduciendo a los propios y presionando a los ajenos. Hizo su entrada triunfal a las 17.40 y se quedó hasta después de las 22.

Tras bambalinas, dentro del despacho de Martín Menem estuvieron otros funcionarios nacionales intentando terminar de ajustar la negociación con la oposición aliada que integran el PRO, la UCR y Hacemos Coalición Federal, de Miguel Pichetto. Por un lado el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, y Martín Fariña, “escriba” de Sturzenegger, cerebro de la ley ómnibus y el mega DNU. Por otro, el titular del Banco Central, Santiago Bausili, junto a Pablo Quirno, secretario de Finanzas del ministro económico Luis Caputo. Entre otros, el proceso de reestructuración de la deuda y la coparticipación de impuestos –con el gobernador cordobés Martín Llaryora a la cabeza– siguen siendo temas ríspidos que demoran la votación. 

El Palacio y la calle

Con Karina disfrutando del aire acondicionado del recinto cuando afuera el termómetro rozaba los 40 grados, el deseo oficial de que la jornada culminara con la votación en general –se estimaba para las 4 de la madrugada de este viernes– tomaba forma al caer la tarde. A las 19 comenzó a circular un nuevo borrador de la ley con cambios importantes a los que había cedido el Gobierno: el quite definitivo del superpoder presidencial sobre el tema fiscal y, sobre todo, cierta flexibilización en el proceso de privatización. Se dividió en grupos a las empresas públicas para que los aliados puedan tener la libertad  de acompañar algunas y rechazar otras en la votación en particular.

Pero casi en simultáneo a esos pactos palaciegos, la situación en la calle pasó de tensión a represión. Las fuerzas que comanda Patricia Bullrich avanzaron sobre manifestantes que estaban intentando cortar las inmediaciones al Congreso. Incluso saltaron a la plaza e hirieron a una veintena de periodistas y fotorreporteros. Un asesor de la bancada del Frente de Izquierda fue herido con una bala de goma en el ojo y anoche lo operaban en la Clínica Bazterrica con el riesgo de perderlo. 

Esos episodios impulsaron a las bancadas de Unión por la Patria –Máximo Kirchner protagonista– y del Frente de Izquierda a dejar el recinto y salir a la calle. También se sumó el socialista Esteban Paulón y Mónica Frade, de la Coalición Cívica. Lejos de hacerse eco del reclamo popular, el vaciamiento de la mitad del recinto avivó a los aliados de La Libertad Avanza a una jugada temeraria. Eran aproximadamente las 20. 

Silvana Giudici –diputada del PRO muy cercana a la ministra Bullrich– detectó que aún había quórum y le preguntó a Pichetto si estaba de acuerdo en acortar la lista de oradores y llamar a votación en ese mismo momento. Cristian Ritondo, jefe del bloque amarillo, y José Luis Espert, espada libertaria aunque tiene un monobloque, dieron el visto bueno. Pero pasaron cosas. Un grupo de radicales se levantó de sus bancas: Facundo Manes a la cabeza, Pablo Juliano, Marcela Coli, Natalia Sarapura, Jorge Rizotti y Fernando Carbajal, detrás. Y tampoco Menem “accionó” y continuó con la lista de oradores.

“Nadie quería quedar como que nos corrieron los K”, comentó una fuente que reconstruyó el momento para elDiarioAR. El revival de las “14 toneladas de piedra” es muy fuerte entre los amarillos. “No nos prestamos al jueguito porque no se puede hacer eso. No es lo que necesita el país. Una ley no sale así por la ventana”, retrucaron cerca de Manes. La sesión finalmente siguió, y cuando los peronistas y trotskistas volvieron al recinto el clima era otro. Germán Martínez, jefe de UxP, pidió un cuarto intermedio pero su moción fue rechazada. 

Karina, Francos y Adorni no se habían movido del palco. “¿Ya pasó el quilombo fuerte, no?”, se lo escuchó por lo bajo al ministro del Interior cerca de las 22. Tuvo tiempo para fotografiarse junto a la hermana del Presidente y mandar un mensaje público de que sigue teniendo “banca política”, pese a que como negociador de la ley ómnibus con los gobernadores fue desautorizado por el Gobierno. 

Desde el Comando Unificado, situado en la Central de Policía, a las más altas fuentes del Ejecutivo le llegaba información de primera mano de que “el operativo había sido un éxito”. El saldo oficial era de “apenas” dos detenidos y cinco policías heridos “leves”. En Seguridad –supo elDiarioAR– no tenían información de la veintena de trabajadores de prensa heridos con balas de goma y gases, como denunció el Sindicato de Prensa de Buenos Aires. “El problema es que los periodistas se ponen entre la policía y los manifestantes, y no se los puede identificar correctamente”, justificó un alto funcionario nacional. 

El análisis que se hizo en el Gobierno es que “el uso de la fuerza fue medido, progresivo y racional”. La primera línea de agentes que intentó impedir el corte de las avenidas Rivadavia y Entre Ríos eran agentes recibidos el año pasado. Detrás de ellos actuó la Gendarmería con escudos y efectivos de la Federal en motocicletas y cargando armas largas con balas de goma.

La calle impregnó al Palacio de un clima de zozobra que impactó en las negociaciones libertarios-aliados. La represión no pasó desapercibida entre los radicales y los federales de Pichetto, porque volvieron a exigirle a Bullrich que modere las penas que impone la nueva ley en algunos delitos, sobre todo por el carácter de criminalización de la protesta que tiene el articulado. La radical Karina Banfi está en esa ofensiva. “Patricia está muy firme en no cambiar nada”, recogió este medio sobre la posición de la excandidata presidencial.

En paralelo se supo que había sido infructuosa la reunión de Bausili y Quirno por el tema de la reestructuración de la deuda con el diputado radical Lisandro Nieri y Alejandro Cacace, secretario parlamentario de la UCR. Uno de los pendientes ahí es la redacción del artículo –“la estamos esperando”, aseguraron en la bancada radical– y otro es que no hay acuerdo en la derogación del artículo 1 de la Ley 27.612 de Fortalecimiento de la Sostenibilidad de la Deuda Pública.

También sigue “sobrevolando en las discusiones” la coparticipación del impuesto PAIS, que el oficialismo borró totalmente del articulado al abrir el debate el miércoles. La punta de lanza la lleva el diputado cordobés Ignacio José Garcia Aresca, que anoche soltó una mueca de sonrisa cuando ya era un hecho el cuarto intermedio. 

“Cada vez que estiras el debate te piden más cosas. En algún momento tienen que darle un corte”, teorizó un diputado de PRO que estuvo en otro punto de las negociaciones que supuró también ayer: el corte del biocombustible, clave en las economías regionales. Además se volvió a poner en la mesa la cuestión de las facultades delegadas, porque aún le permiten al Presidente hacer y deshacer a su criterio el sinfín de fondos fiduciarios. Allí hay cajas muy jugosas –el lobby por el del tabaco le llamó la atención a otro legislador–. 

Con ese panorama, al final de la noche Francos prometió que la semana próxima podría anunciarse un nuevo pacto fiscal. Fue su último movimiento en el despacho de Menem para descomprimir la ansiedad de las provincias. Temprano en la mañana había tenido un diálogo con el gobernador de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, en ese sentido: el mandatario le había exigido que la Casa Rosada anunciara públicamente ayer mismo esa medida si no quería que los aliados continúen reclamando cambios.

Hoy indefectiblemente habrá una definición porque a la lista de oradores le quedan apenas cinco horas. Después, sí o sí, los diputados tienen que votar. La hipótesis que recorrió anoche del PRO a la UCR y los federales es que Menem avanzaría solo en la votación en general, pero patearía para la semana próxima la batalla decisiva: el artículo por artículo. Otra vez pesa la intención del Presidente: “Milei se va a Israel el lunes –recordó un legislador al tanto de las negociaciones– y se quiere llevar la ley en la valija”.

 

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