Martín Menem frustró un pacto PRO-UCR-UP que lo dejaba sin comisiones. ¿Cuórum sin Provincias Unidas?. Villarruel, el mayor problema para la agenda que viene.
Por Mauricio Cantando.
La victoria de Javier Milei en las elecciones legislativas del 26 de octubre, con números inesperados hasta para el libertario más optimista, estuvo por hacerse trizas el martes a la noche. Fue cuando en la Cámara de Diputados, el PRO y la UCR, aliados en los recientes comicios, evaluaron quedarse con el control de las comisiones.
El pacto no prosperó y hubiera sido un golpe durísimo para el Presidente, justo antes del inicio de una agenda de sesiones extraordinarias en la que apuesta a tener una nueva luna de miel legislativa. Por ahora, Victoria Villarruel, que tiene itinerario propio, es el único problema del Parlamento que el Gobierno no sabe cómo abordar.
La alianza opositora en la cámara baja sólo era posible si los ex-Juntos por el Cambio pactaban con Unión por la Patria, donde se mostraban dispuestos, pero con pocas expectativas. “Si hay 40 votos, me llaman y lo liquidamos”, repetía el reelegido jefe peronista, Germán Martínez, quien con la salida de tres catamarqueños se quedó sin el bloque más grande.
El titular de Diputados, Martín Menem, encendió la alarma cuando a una reunión de labor parlamentaria fue, en representación del PRO, Álvaro González, cercano a Horacio Rodríguez Larreta y, hasta una semana antes, con el pase firmado a Provincias Unidas.
Martín Menem.
No apareció el jefe amarillo, Cristian Ritondo, quien nunca había cortado el diálogo con el riojano. González deslizó la idea de buscar una fórmula para repartir cupos en las comisiones, sin discrecionalidad. Era lo que no quería Menem, quien tras alcanzar la primera minoría con su bloque necesitaba tener la lapicera para blindar la agenda legislativa y evitar que surja otra alianza opositora como la que lo complicó este año. Finalmente lo logró.
Javier Milei, aliviado
Menem llamó a Diego Santilli y armaron el operativo para evitar una embestida opositora que hubiera dejado rengo al oficialismo. El ministro del Interior se apareció de madrugada y negoció con sus excompañeros del PRO. La alianza anti-Milei recién se desactivó el miércoles por la mañana, tras dos nuevas reuniones de jefes de bloque. Ritondo no fue a la última y sus emisarios no abrieron la boca.
En esa cumbre (que no se interrumpió cuando Milei llegó al palacio a presenciar las juras) se expuso el esquema de alianzas que espera La Libertad Avanza en las próximas semanas. Hablaron a favor de empoderar a Menem los partidos provinciales sin sello (como la dupla de San Juan) y los socios de Innovación Federal (Salta y Misiones), que en las próximas semanas presentarán su interbloque, con un techo de 13 votos.
LLA confía en sumar a este lote como aliado fijo. Junto a sus 95 votos propios, puede aspirar a un piso de 110 desde el 10 de diciembre, a 19 de distancia del cuórum. Con 93 de UP y cuatro de la izquierda, la pecera que queda no es tan grande y la dominan dos interbloques creados durante la sesión preparatoria, con 22 miembros cada uno.
Cristian Ritondo (PRO) y Silvana Giúdici (LLA), ayudaron a Mauricio Macri a pelear con Provincias Unidas.
Para que la agenda de Milei fluya, Menem y Santilli presionaron y lograron que estos dos espacios no se unificaran. Con la división garantizada, apuestan a uno de ellos para tener mayoría automática. Es el que reúne a ex-JxC: el PRO (12 miembros y dos exlibertarios) y la UCR (seis y una aliada). La Coalición Cívica no quiso sumarse y se fue con el otro frente, Provincias Unidas, que nació rengo por el retiro de dos de sus gobernadores (Gustavo Valdés y Claudio Vidal). Quedaron otros cuatro mandatarios (Chubut, Santa Fe, Córdoba y Jujuy) que intentarán imponer una agenda federal.
Menem apuesta a dejarlos aislados con la ayuda de los excambiemistas. Para que empataran con PU, el riojano gestionó y logró sumar al santacruceño José Garrido, quien ni llegó a avisarle de su decisión a su gobernador, Vidal, socio hasta octubre de la franquicia de mandatarios provinciales.
Los aliados de siempre
Las negociaciones por el volumen de las terceras fuerzas fueron en pleno recinto, sin papeles presentados, lo que obligó a postergar la definición de la última vicepresidencia de la cámara baja. Se votará en la próxima sesión.
Desde el exterior, donde pasa la mayor parte de su tiempo, Mauricio Macri promovió la rebelión PRO. Fue una reacción defensiva al desgranamiento de su bancada, que perdió más de una decena de miembros, la mayoría exiliados a La Libertad Avanza.
Hubo tres mudanzas del PRO a Provincias Unidas, lideradas por la vicegobernadora de Santa Fe, Gisela Scaglia. La siguieron su coterráneo José Núñez y el rionegrino Sergio Capozzi, quien soportó de madrugada un llamado de Macri para reprocharle su partida.
La furia del expresidente fue contenida por Ritondo, quien sostuvo su relación con Menem, después de un mes de tensión. La relación pareció romperse cuando Macri se negó a hacer un interbloque y amenazó con poner un candidato presidencial amarillo en 2027.
Mauricio Macri.
El reelecto titular de Diputados respondió al desafío del líder del PRO robándole una decena de diputados, con hasta llegar a la primera minoría. Tuvo de socia a Patricia Bullrich, quien coordinó las conversiones amarillas y, a cambio, definió gran parte de los cargos legislativos.
Tensión con la UCR
La UCR aprovechó la tensión para mantener su poder de fuego, al menos en el Congreso. El gobernador Alfredo Cornejo, que en octubre presentó lista violeta en Mendoza, no quiere exhibirse como aliado automático. Por eso armó bloques en ambas cámaras y los hace jugar.
En el Senado, la UCR impidió la jura de la libertaria Lorena Villaverde, apuntada por vínculos narco. Bullrich lo sufrió, tras un mano a mano feroz con Cornejo, que la obligó a rendirse. La tensión entre ambos seguirá: el mendocino sabe que la exministra de Seguridad es madrina del candidato a sucederlo, el diputado Luis Petri, ungido como vice segundo de la cámara baja.
Menem ahora padece su parte: no puede desalojar las amplias oficinas que la UCR tiene en el segundo piso del palacio, ni revisar el personal asignado al bloque. Dicen que supera el centenar, aunque el radicalismo tendrá sólo dos diputados más que la izquierda.
No es fácil dar la discusión mobiliaria al inicio de las sesiones extraordinarias, que el Gobierno quiere liquidar en 15 días, al menos en una primera parte. El Presupuesto 2026 dependerá de las gestiones con las provincias de la dupla Santilli-Menem.
La letra gruesa se escribirá fuera del Congreso, pero la redacción final será en el recinto, durante los siempre caóticos debates en particular que tiene un Presupuesto. Los gobernadores, de todos los colores, esperan que se les reconozcan fondos que creen que les pertenecen. Además, los mandatarios no están dispuestos a pagar el costo por el incumplimiento de tres leyes que votaron sus representantes (emergencias en discapacidad, pediatría y refuerzo al presupuesto universitario).
En Diputados, los debates serán entre el 15 y el 18 de diciembre, en comisión y en el recinto. Si hay acuerdo, Bullrich buscará avanzar rápido en el Senado. Hasta le pedirá a UP habilitar la sesión sin esperar que pase la Navidad.
La agenda de diciembre
El resto de la agenda de diciembre marcha sobre ruedas (inocencia fiscal, ley de glaciares y reforma penal), a excepción de la reforma laboral, que nadie sabe bien de qué tratará.
En el PJ no confían en la negociación que hizo Gerardo Martínez (UOCRA) en el Consejo de Mayo. Tienen motivos para sospechar: supieron que el sindicalista, con experiencia en foros internacionales, coordina la devolución a obras sociales y prepagas de fondos que recauda la superintendencia de servicios de salud.
Ese retorno de ese dinero es el que impide cumplir con la emergencia en discapacidad. Y es el que explica la continuidad del silencioso ministro de Salud, Mario Lugones. La letra de la reforma laboral que se presentará el martes, tiene mucho de discusión entre estudios jurídicos de gremios y grandes empresas. No es gente que conmueva a legisladores.
Bullrich está muy apurada. Cree que, si no aprueba en diciembre los cambios a la ley de contrato de trabajo junto al Presupuesto, en febrero nadie le atenderá el teléfono. Planea una discusión en comisiones para jueves y viernes, con la experiencia de llevarla al recinto una semana después. Menem mira con desconfianza: en Diputados hay más actores dispuestos a resistir cambios al derecho laboral. Intentó patear el debate para febrero, pero no pudo.
El juego de la vice
Villarruel, ahora oficialmente, mira la película desde afuera y hace su juego. Cumplió con lo que le dijo a Bullrich cuando se vieron a solas y no fuerza el reglamento para ayudar al oficialismo.
La vicepresidenta tiene agenda propia: viajó por su cuenta al Congreso de España, en Madrid, para participar de la reunión de presidentes de parlamentos de países de la Comunidad Iberoamericana. La acompañó el senador catamarqueño Guillermo Andrada, por ahora integrante de UP, presidente del Grupo de Amistad Argentina.
La titular del Senado llevó sus reclamos al otro lado del Atlántico. Pidió por la soberanía de las Islas Malvinas y legislar sobre innovación tecnológica e inteligencia artificial, seguridad alimentaria y bioeconomía; políticas para el cuidado de la vida y la sostenibilidad demográfica. En la cancillería argentina se enteraron de sus planteos por la página web del Senado.
Sin concesiones
Si se trata de cumplir el reglamento, a Villarruel ni siquiera la conmueven temas sensibles para Milei: facilitó una nota de Unión por la Patria para pedir que Anabel Fernández Sagasti reemplace desde el miércoles a María Inés Pilatti Vergara en el Consejo de la Magistratura.
Menem apagó el teléfono cuando la radical Karina Banfi pidió lo mismo por su bloque –que ya no integra- a partir del final del mandato de Roxana Reyes. Nadie se quejó: el kirchnerismo, para temas judiciales, prefiere libertarios a la UCR y el PRO. No está claro si es recíproco, sobre todo mientras no se sepa si Santiago Caputo continúa de nexo entre la Justicia y la Casa Rosada.
La vicepresidenta está dispuesta a hacer sufrir a Bullrich, en lo que pueda. La dejó fuera del reparto de despachos y marginó en las locaciones a los dos candidatos que tiene la exministra para ocupar la presidencia provisional: Nadia Márquez y Agustín Coto. Villarruel les dio oficinas en el edificio anexo, para que, si alguno ocupa la línea sucesoria, corra 200 metros por calle Yirigoyen cuando deba presidir una sesión. La vice prefiere que siga cumpliendo esa tarea Bartolomé Abdala. Está dispuesta a dar la pelea. Se definirá en febrero.




















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