Gustavo Posse: "A Mauricio Macri lo prestigia haber tenido a Rogelio Frigerio y Emilio Monzó"

Gustavo Posse:

Su padre y él gobernaron San Isidro desde 1983. Crítico de la gestión de Macri y María Eugenia Vidal, se presentará como candidato para liderar al radicalismo de la Provincia. Cree que la UCR fue servil con el PRO, pero ve posible "ensanchar el 41%" del año pasado.

Por:Jorge Fontevecchia

—¿Cómo analizás el movimiento de fuerzas de la Policía Bonaerense de hace unas semanas?

—No nos sorprendió a ninguno de los intendentes que conozco. Entiendo que tenía un principio de información seguro el Ministerio de Seguridad y subestimó el problema, que luego se nacionalizó. Cuando, sobre todo los que vivimos en las cercanías, vimos que la residencia presidencial estaba rodeada por policías, que ellos mismos se llevaban los patrulleros de todos lados, usaban los megáfonos y las radios, supimos que nuestra presencia dentro de la residencia presidencial era necesaria, estaba justificada y teníamos que estar los de todos los partidos políticos.

—¿Cuál es tu balance de lo que pasó?

—El policía de la provincia de Buenos Aires tiene una calidad de vida horrenda. El de la Ciudad no trabaja más de seis días por semana, nunca más de ocho horas; tiene un muy buen sueldo y OSDE. El policía de la provincia de Buenos Aires trabaja las horas de base en la policía, las horas cores, que son las horas extras que le paga la Policía, las horas polad, que son más caras. Cabría preguntarse cuándo duermen, descansan y ven a la familia.

“En los últimos años, el radicalismo de la Provincia fue sumiso y servil; eso no le conviene a Juntos por el Cambio.”

—Una situación que seguramente preceda a la asunción de Alberto Fernández como presidente. ¿Por qué pasó ahora y no durante la gobernación de María Eugenia Vidal?

—Porque el sueldo se depreció mucho con la inflación. Además, no encontraron un interlocutor.

—¿No creés en las teorías conspirativas de y en contra de Sergio Berni?

—Berni tuvo desatención del problema como ministro de Seguridad, pero no algo conspirativo. Lo que sí creo es que hay una nueva generación de policías, que se distraen en muchos momentos con el tema del uso de redes. Así fue como se armaron los focos.

—¿Qué opinión tenés de Berni?

—Tiene fortísima personalidad. Soy una persona adulta y me dedico a la política. Berni es un formato de derecha dentro de la versión populista con terminal en Cristina. Es un producto que Cristina va a usar electoralmente si lo necesita.

“Si lo necesita, Cristina va a usar electoralmente al populismo de derecha de Sergio Berni.”

—Tu deseo de presidir el radicalismo de la Provincia seguramente precede al de ser gobernador de la Provincia. ¿Berni puede ser un competidor?

—La interna radical es la prioridad número 400, porque estamos en pandemia y recesión. Tenemos otros problemas: los chicos no van a la escuela, la falta de seguridad, lo social que conlleva todo este conjunto y la demanda de acción social directa. Pero es cierto que somos seres políticos. El año que viene habrá elecciones. Hay que reequilibrar el sistema de partidos políticos. Nos votó a nivel nacional el 41% de la gente. Mucha de esa gente se manifestó en el Obelisco, en Olivos, en Córdoba, entre otros lugares. Hay que responderle a esa gente haciendo fuerte la coalición, ensanchando Juntos por el Cambio o como se llame en el futuro, sumar más voluntades. Para ello, se debe partir de la base de la responsabilidad de cada uno en su partido político. Mi partido es la Unión Cívica Radical. Por eso, hay que terminar con un radicalismo que hasta ahora fue mudo. Al radicalismo de la provincia de Buenos Aires no se le conocen sonidos, enojos o alegrías. En los últimos cinco años fue sumiso y servil. Así fue como, llegado el momento de la elección, no traccionó para la coalición. Es lo que nos pide ese 41%.

—El radicalismo debió cruzar la pérdida de peso relativo con la hiperinflación de Raúl Alfonsín y luego la explosión de la Alianza. Tu padre logra atravesar ese tránsito, vos lográs atravesar el tránsito de la Alianza cuando fracasa. En 2001 tu partido se llamó San Isidro Es Distinto. Luego, en 2011, en otra de las reelecciones, el partido era Unión para el Desarrollo Social.

—Hicimos la Udeso con Ricardo Alfonsín y Francisco De Narváez.

—En San Isidro son cuatro décadas ininterrumpidas de radicalismo y de gobierno de tu padre y tuyo.

—A mi padre no lo llegué a ver en la primera gestión, que fue muy importante.

—¿Hay otro caso que sepas que del 83 a la fecha el radicalismo gane sin parar?

—Un tema es quiénes hicieron los municipios desde la democracia. O en las provincias. Hay una provincia muy cuestionada por la cultura política de quienes la dirigen, San Luis.

“El PRO buscaba peronistas antes que radicales para los cargos electivos de Cambiemos.”

—El San Isidro del peronismo sería San Luis.

—En una época no se podía negar que había una marca diferente, la que impusieron los Rodríguez Saá. Ahora trabajo para que haya una opción en determinado tiempo, porque además generacionalmente se vencerá la situación. Al inicio de la democracia, especialmente, muchos lugares fueron hechos por quienes gobernaron. Ante la falta de autonomías, la persona y el equipo de las personas y la relación cultural con sus vecinos construyeron una identidad. En definitiva, no es la flecha, sino el indio. La falta de institucionalidad puso el centro en las personas.

—Desde esa posición de rara avis te enfrentaste varias veces a la conducción de la Provincia. En 2012 te dividiste cuando había una línea que se orientaba hacia Leopoldo Moreau en la Provincia. Recientemente con Emilio Monzó también construiste una línea que se llama Cambio Federal.

—Hay un bloque que se llama Cambio Federal. Nuestros legisladores están reunidos ahí. Mientras que en el sistema nacional, en el Congreso de la Nación, hay interbloques, muchos bloques, y todos nos juntamos en Juntos por el Cambio, eso se impidió en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires.

—¿Qué te sucedió cuando viste a Mauricio Macri atribuirle su fracaso a no haberse dedicado él en lugar de haber delegado en Monzó la discusión política?

—“Al no haberse dedicado él” lo dijiste vos. Tanto Rogelio Frigerio como Emilio Monzó cumplieron una gran labor. De todos modos, es un problema del PRO. A Mauricio lo prestigia haber tenido a Rogelio Frigerio como ministro del Interior y de Infraestructura y haber tenido a Emilio como presidente de la Cámara de Diputados de la Nación. Así que hay que buscar la manera de reunir, no separar. El 41% que nos votó no quiere que nos enfrentemos. Nos votó para que nos reencontremos y seamos más.

“Primero, dejaron a la gente sin fútbol, con pizza los domingos; luego hicieron que cerraran las pizzerías.”

—Hablaste de servilismo, ¿quién lo llevó a cabo en tu partido?

—La conducción del radicalismo. En la provincia de Buenos Aires se llega a la gobernación casi de manera aleatoria, aunque todos luchamos por ello. Era radical el vicegobernador, un cargo electivo; la mitad de los municipios, de los legisladores, de los legisladores nacionales. Y se llevó adelante un gobierno que tuvo cosas buenas pero que al final fracasó. Entre otras cosas, perdió la elección. Y con todos los cuadros del radicalismo para incorporar al gobierno, como por ejemplo los muy buenos intendentes que terminaban su mandato y que perfectamente podían integrar el gabinete, sucedió algo dantesco. El PRO, que era un partido diminuto al momento del año 2015, ocupaba todos los cargos. Los que no podía ocupar, se fijaba si pasaba un peronista por la vereda de enfrente, le hacía un guiño y lo incorporaba. Pudo haber hecho muchísimo mejor gobierno María Eugenia Vidal con el aporte del radicalismo. Que le dijera claramente que hizo gran parte del esfuerzo y que disponemos de todos estos cuadros en materia de educación, de economía provincial, de infraestructura, en materia social. Especialmente en el Conurbano.

—¿Es responsabilidad de Vidal o de Macri?

—Es responsabilidad de Daniel Salvador y de ese sistema de conducción.

—¿Solo de Salvador?

—Es como ir a un casamiento y esperar que venga la novia a saludarte. El radicalismo estaba dirigido por personas que nunca habían gobernado y que además nunca habían dirigido movimientos.

—No parece que Salvador sea el actor principal de esta historia. ¿La responsabilidad se circunscribe a la provincia de Buenos Aires?

—Lo único que tuvo el radicalismo fue el secretario de Ciencia y Técnica de la Provincia (N de R: se refiere a Jorge Elustondo). La Provincia es la Dirección General de Escuelas, la obra pública para la prevención de las inundaciones, es colaborar con la cuestión de la seguridad.

Referentes del radicalismo. “En algún momento de la gestión, Ernesto Sanz quedó desconectado del radicalismo y del gobierno”. (Foto: Marcelo Dubini)

—¿El radicalismo a nivel nacional fue servil del PRO?

—No, hubo gente más ligada a Mauricio Macri que accedía a los cargos y participaba. Globalmente, Cambiemos no fue gobierno, fue el gobierno del PRO. La Convención Nacional de Gualeguaychú en el año 2015 hizo algo inédito, que fue dejar de encerrarse, buscar un presidente extrapartidario. Sacamos el dictamen que de Mauricio Macri precandidato a presidente extrapartidario en exclusiva. Hicimos lo más difícil. Las convenciones nacionales son los viernes a la noche, terminan a las once o doce de la noche. Al otro día, a las nueve de la mañana, el equipo de comunicación del PRO nos decía: “Muchas gracias por haber apoyado a Mauricio Macri para que sea candidato por la Unión Cívica Radical. Queremos dejar aclarado que en caso de ser gobierno…”. Todavía nos faltaban dos vidas para soñar con ser gobierno y ya decían que “en caso de ser gobierno, aclaramos que va a ser gobierno partidario del PRO”. En toda relación de dominio tiene que haber un dominado y un dominante. Aquí no se cumplieron los códigos.

—¿Qué fue aceptar eso: servilismo o ingenuidad?

—A nivel nacional hubo vivos. Y gente que lo planteó y luchó para que no fuera así. Nunca hubo una crítica, salvo cuando se daba el tema de las tarifas. Alfredo Cornejo y el radicalismo tenían que decir que lo de las tarifas con la velocidad que tenía la actualización frenaba la economía, postergaba los trabajos, dejaba a la gente sin trabajo y que además nos iba a hacer perder las elecciones, que fue lo que ocurrió. En el caso de la provincia de Buenos Aires la situación, vuelvo, era dantesca. Con todo el peso del partido, no se pudo plantear ningún disenso. Cambiemos fue una coalición parlamentaria que apoyó hasta el final tanto a Mauricio como a María Eugenia. El gobierno fue del PRO, con mucha seducción por encontrar peronistas. Trabajo con peronismos desde antes de nacer y conozco cómo es esto. El gobierno de San Isidro es un gobierno multipartidario de base radical.

“María Eugenia Vidal durmió tanto al radicalismo que terminó paseando a un perro muerto.”

—¿Ante un radical y un peronista con igual capacidad y credenciales para ocupar una función, en el PRO preferían peronistas?

—Hubo discriminación. Radicales consolidados como los muy buenos intendentes que habían terminado mandato. Contaban con equipos y experiencia. Sin embargo, no fueron elegidos. Discriminaban al radical para encontrar un peronista.

—¿Cuánto hay de responsabilidad en las autoridades nacionales del partido?

—La mitad del radicalismo está en Buenos Aires, con lo cual la base del problema está en la falta de conducción. Por eso hablo de sumisión.

—Los líderes más importantes aparecen entre los gobernadores. De Gualeguaychú, se recuerda a Gerardo Morales por un lado y a Ernesto Sanz por el otro.

—Pero Morales no era gobernador y Sanz después no tuvo actuación.

—Morales había sido candidato a vicepresidente.

—No quiero dar vueltas, mi referencia en el radicalismo nacional es Enrique Nosiglia. Hizo todo lo posible para que el radicalismo siguiese conectado, vigente. En el caso de lo de Sanz, que es una personalidad muy importante de ese momento, no se puede negar que quedó desconectado del resto del radicalismo y del gobierno.

—¿Pero en Gualeguaychú tu posición fue la de Ernesto?

—Mi posición fue la que se votó. La más difícil de todas, con Ernesto y junto con Coti y otros muchos.

—En ese momento que vos compartías con Sanz, Morales era el que tenía una posición más crítica.

—De hecho, Morales llega a la gobernación con las dos boletas, la de Sergio Massa y la de Mauricio Macri.

—Mendoza también tuvo la boleta de Sergio Massa.

—Sí, también, es verdad. Si hablamos tanto de la interna radical, seguramente nos encierren por locos. A vos por dirigir el medio y a mí por tener responsabilidades públicas.

—No, no creo. Las elecciones de 2021 están ahí y definirán el futuro.

—Están ahí, sí, pero hoy no es el tema prioritario. Cuando pase la pandemia, habrá elecciones en la interna del radicalismo. Nosotros somos renovación con interna, porque ya están hechas las listas desde el 11 de septiembre. Pedimos que se pasara la elección para después de la pandemia. Somos renovación a partir de hacernos cargo de esto del llamado a la unidad, amnistía para todos los radicales que no están adentro del partido. Se debe ser grandes, el radicalismo es la casa. El país tiene dos entidades político-culturales muy fuertes. Una es el Partido Justicialista; la otra es el radicalismo. Llamamos a que todos puedan volver a la casa y confirmar Juntos por el Cambio.

“Rodríguez Larreta y Lousteau están en la pole position en las candidaturas de Juntos por el Cambio.”

—¿Hay una responsabilidad de Coti Nosiglia en esa actitud de servilismo?

—Pagó hacia adentro. No es un chiste que sus hombres ya no estaban en el gobierno. El vínculo donde todos ayudamos a que ingrese a la vida pública Mauricio Macri fue Boca. Mi padre era hincha de Newell’s, pero hizo todo lo posible para que en la zona norte la gente estuviera enterada y conociera a Mauricio Macri. Vengo de Boca y pertenezco a una agrupación, pero no es un chiste que la gente del radicalismo de la Ciudad de Buenos Aires fuera en la lista de Jorge Amor Ameal. Yo permanecí en la lista y cumplí mi palabra, pero si es por la cuestión política respecto de la continuidad del dominio del macrismo, no me hubiese quedado.

—¿La causa sería una actitud absolutista de Mauricio Macri? ¿Incapacidad para pagar favores?

—No pertenece al medio. No conoce los códigos. Los periodistas también tienen los suyos. Se ayuda, se busca al mejor. Y si es radical, se lo elige. Si el mejor es radical, no lo podemos discriminar.

—¿Hay responsabilidad del radicalismo de haber adoptado esa actitud?

—El PRO no tiene cultura política para conducir y ser parte de una coalición con el estilo de Mauricio Macri y su pequeño acompañamiento. El radicalismo es Raúl Alfonsín, es Arturo Illia.

—¿Después de escuchar el reportaje de Joaquín Morales Solá con Macri de la última semana, pensás que tropezarán con la misma piedra?

—Depende del radicalismo. Debe ser fuerte y estar siempre en la búsqueda de acuerdos. El radicalismo no consiste en lastimar al actual gobierno.

—Apoyaste a Massa en 2013.

—Fuimos muchos radicales, y el PRO entero. El objetivo era que se pudiese dar lo que finalmente pasó en 2015. Si nosotros no hacíamos eso, no había 2015. Había re-re.

—¿Fue un error haber dejado a Massa suelto para que finalmente quedase a disposición de volver al peronismo?

—Sí. Fue uno de los errores. Los primeros errores son de gestión, de gobierno. Las tarifas, dejar a la gente sin comer pizza el día domingo para mirar fútbol primero y luego que se cerrara la pizzería del barrio.

—¿El error primero fue la política económica?

—Sin duda.

—¿Y desde lo político?

—No era un gabinete fuerte, sino de amigos. Algo parecido puede estar pasando ahora.

 —Ernesto Sanz dice que ese 41% del año pasado ahora es 50%?

—Todavía faltan muchos meses. No hay que subestimar la unidad peronista. Y menos en el Gran Buenos Aires. El único que le ganó al peronismo unido fue Raúl Alfonsín.

—¿La clave era incorporar parte del peronismo a Juntos por el Cambio?

—Lo de Miguel Ángel Pichetto fue un acierto.

—¿También fue idea de Monzó?

—Fue obra del radicalismo, fundamentalmente. Del radicalismo, Frigerio y Monzó. Les llevan la idea y el que presenta la situación es Mauricio Macri, como corresponde.

—¿Imaginás un escenario similar en 2021 y que luego haya un resquebrajamiento de la coalición gobernante que origine una oportunidad para Juntos por el Cambio de incorporar a un sector como fue en su momento el de Sergio Massa?

—No incorporar. Sí generar un acuerdo de políticas de Estado. Porque después aparece el problema de que se sale a buscar gente por sorteo para ver cómo se ocupan los cargos. No hay que desear el mal a los que gobiernan; de lo que se trata es de ser mejores que ellos.

—¿Habrá un cisma dentro de la coalición gobernante si pierden en 2021?

—No, tienen el don de rehacerse. Perdieron la de 2009 y se rehicieron en 2011, casi ganan en 2015 pese a tener una carga impresionante en contra.

—Está bien pero se dividieron en 2015, se dividieron en 2017. ¿La estrategia era la de Monzó, dividir al peronismo?

—Monzó no tiene una actitud antiperonista respecto de dividir. Sí tiene la actitud de poder incorporar lo mejor de ellos para mejorar.

—Monzó es muy amigo de Massa; Horacio Rodríguez Larreta es muy amigo de Massa. ¿Te imaginás en una eventual disgregación de la coalición gobernante la posibilidad que no se dio en 2015 pero sí se dio en 2013?

—Lo que ocurre es que hoy Massa está donde está. Massa es el titular de uno de los poderes del Estado y lleva adelante, le guste o no le guste, políticas. Es algo que responde a la ética de la responsabilidad.

“Hay que hacer acuerdos sobre políticas de Estado. Si no, se sale a buscar gente por sorteo.”

—En la interna te apoyan Federico Storani, Martín Lousteau, Juan Manuel Casella, y te enfrentás a Maximiliano Abad.

—Gente muy cercana a Ricardo Alfonsín. Hay una reunión de distintos movimientos radicales con fortísima presencia de mujeres salientes de mucha trayectoria partidaria, rectoras de universidades nacionales. Quien me acompaña, por ejemplo, es la vicerrectora de la Unnoba, que es la Universidad Nacional que nace con la democracia y tiene sede en Junín (N de R: se refiere a Danya Tavela).

—¿Cómo explicarías las diferencias con tu adversario?

—La otra lista es la continuación de lo de 2015. Son los mismos. Mi adversario perteneció a la mesa durante las últimas dos elecciones. Se trata de la sumisión de la cual estábamos hablando. Algo que para nada ayuda al PRO. El PRO necesita de un radicalismo socio pleno.

—Ya te tocó competir con otro marplatense. En su momento también competiste con Guillermo  Montenegro.

—Sí. Con Guillermo tenemos una buena relación anterior. Está haciendo una buena gestión en un lugar difícil.

Kicillof. “Es muy difícil hablar de autonomía, de los problemas de la provincia de Buenos Aires, con quien viene del centro”. (Foto: Marcelo Dubini)

—Al ser aliado de Monzó, ¿no hay un momento en que atraviesan no solamente la interna radical sino también la de Juntos por el Cambio?

—Tengo una muy buena relación con Monzó, con Frigerio, con Sebastián De Luca, con Marcelo Dalleto, entre otros.

—¿Qué figuras nacionales del radicalismo apoyan a tu adversario?

—Entiendo que el visible es Mario Negri. Posiblemente Ernesto Sanz, aunque no conozco su opinión.

—¿El resto de los grandes dirigentes radicales no se expresaron?

—Alfredo Cornejo llega a la presidencia junto con nosotros. No se expresa. Dice que no deben expresarse quienes no sean de la Provincia. Nuestro paraguas es Martín Lousteau. En el radicalismo hay una tradición cuando produce un movimiento de renovación que en la jerga antigua es: Capital, Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, y así en todo el país. La Ciudad de Buenos Aires tiene una interna importante que viene desde febrero y se posterga por razón de pandemia, también tiene dos listas. Trabajamos con el movimiento de Evolución de Martín Lousteau, para establecer reglas internas para el funcionamiento. Que el que pierde por un voto en un bloque o en un distrito no queder afuera mientras el otro se queda con todo. Y también para que haya reglas para funcionar dentro del frente. Para funcionar con el PRO y los otros partidos de la coalición.

“Tengo muy buena relación con Monzó, Frigerio, Sebastián de Luca y Marcelo Dalleto”.

—¿Quién te parece que hoy tiene las mejores posibilidades de ser el candidato presidencial en 2023 de Juntos por el Cambio? ¿Le alcanza a Horacio Rodríguez Larreta para ser un primus inter pares en esa competencia?

—Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau son los dos que están en la pole position.

—¿No ves a Martín compitiendo en la Ciudad de Buenos Aires?

—Sería su deseo y sería que le den reglas de juego para poder participar. Veremos si le dan unas PASO. Su deseo es establecer reglas, en una conducción integrada de modo tal de poder hacer crecer el radicalismo y que el radicalismo también participe de la sociedad de Juntos por el Cambio.

—¿Ves desde el radicalismo la amenaza de que figuras del PRO de la Provincia pasen a competir en la Ciudad y figuras de la Ciudad pasen a competir en la Provincia? ¿Que Vidal termine siendo la candidata a suceder por parte del PRO a Rodríguez Larreta?

—No voy a tocar a dos personas, ni a María Eugenia ni a Axel Kicillof. Ella dio una batalla y Axel Kicillof está, lo mismo que Alberto Fernández, arriba del ring. Por eso, no se los joroba, porque están luchando y también sufren los golpes. La provincia de Buenos Aires está subrepresentada. No puede ni debe tener más candidatos que vienen de la Capital Federal, Desde el radicalismo, nuestra preocupación es tener candidatos competitivos para poder estar en las PASO del frente. Y esto va para todos los cargos. El radicalismo tiene que producir su propia masa crítica, su propia intelectualidad y trayectorias.

—¿Qué lugar creés que tiene que ocupar Vidal en las futuras candidaturas de Juntos por el Cambio?

—Un lugar nacional. Tiene sin duda un lugar en la fórmula: el de arriba o el de abajo, en la fórmula nacional.

—Presidencial.

—Sin duda.

—¿Como candidata a presidenta o a vicepresidenta?

—Sí. Puede ser perfectamente candidata a gobernadora, pero hay que restituir las condiciones de cómo se forma la coalición. El radicalismo tiene que estar vivo, si no le va a pasar como la última vez. Durmió tanto al radicalismo que terminó paseando un perro muerto.

—¿Ella o Macri?

—Es responsabilidad de ella. En la provincia de Buenos Aires es la responsabilidad de ella. Recibió por parte de Mauricio los primeros dos años una ayuda que ningún gobernador recibió por parte de un presidente. Lo digo, aunque también es cierto que cuando fue el acuerdo con el Fondo Monetario se lo sacó todo.

—Decías que respetabas a Kicillof porque está en el centro del ring.

—Pero viene de la Capital Federal. Es muy difícil hablar de autonomía, de los problemas de la provincia de Buenos Aires, con quien viene del centro. Sé que vive en La Plata, que está en el lugar, que trabaja mucho. Pero después de lo de Kicillof tiene que terminarse el tema de tener tantos domicilios. Mendoza es una buena provincia, con muy buenos estándares. No sería dirigida por un sanjuanino, como San Juan tampoco por un mendocino. Tiene que haber amor, crianza, estudio y trabajo en el lugar.

—Pusiste el ejemplo de Mendoza. Uno de los ejemplos que hacen a Mendoza diferente y con tantos candidatos de proyección nacional, como Julio Cobos, Ernesto Sanz o Alfredo Cornejo, es que ningún gobernador puede ser reelecto. Esto crea institucionalidad y la posibilidad de generar más cuadros que en otras provincias.

—Y los priva de buenos gobernadores también.

—A eso iba respecto de los intendentes.

—En Mendoza resulta. Pero también la muy buena gestión de Cobos fue interrumpida y siguió una muy mala gestión de una muy buena persona, seguramente, el gobernador peronista (N de R: se refiere a Celso Jaque). En Corrientes, que no haya reelección produce una inestabilidad que el radicalismo logró resolver. Somos una democracia presidencialista. Pasa en todo el mundo. Estados Unidos está preparado para que tengan una reelección los presidentes y los gobernadores.

“Imagino a María Eugenia Vidal en la próxima fórmula presidencial, como presidenta o vice.”

—¿Los intendentes deberían tener una reelección, y no indefinida?

—Llevamos adelante el proyecto de que hubiese una reelección para los intendentes. La dificultad que hay en este momento es que en medio de la pandemia se dirime en algunos sectores políticos cuándo es aplicable la ley. A los intendentes que conozco de todos los partidos políticos no nos distrae este tema.

—Sea como fuere aplicable la ley, ¿en tu caso vos podrías ser intendente?

—Es lo que se discute. Estoy concentrado en el partido y cumpliré lo que la ley diga. Nunca definí tres años antes si sería reelecto. Mi cabeza no está metida en eso.

—¿Qué te gustaría en lo personal para 2023?

—Me gustaría otro país, posibilidades de otra Provincia. A partir de las elecciones de 2021, reequilibrar el sistema de partidos políticos. No quedarse con eso de que ganó el populismo y hay que aguantársela. Y dentro de eso, si se dan las condiciones, luchar por candidaturas superiores. No veo otra manera que estar viviendo en San Isidro. Es mi vida.

—¿Preferirías una posición legislativa o una función ejecutiva?

—Me dediqué siempre a lo ejecutivo. Ya fui legislador, lo que podés hacer es más limitado. Seamos realistas. En política las candidaturas legislativas sirven para encabezar una lista en las elecciones intermedias, de modo tal que alguien pueda ser conocido para una elección nacional.

—¿Cuál es el área donde vos te sentís más fuerte?

—El área de gobierno, las áreas de gobierno, las áreas que tienen que ver con la construcción política que les dé sustentación a los proyectos. En la construcción política. Lo mío es la construcción política.

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