Cristina espera que “Wado” sume aliados, abraza a Massa y busca un gesto de Scioli

Cristina espera que “Wado” sume aliados, abraza a Massa y busca un gesto de Scioli

La Vice mostró, en Plaza de Mayo, su oferta electoral. De Pedro corre con tiempo de descuento para convertirse en el candidato único por decantación, pero no reniega de una PASO. Luego del aviso de Máximo Kirchner, Daniel Scioli mandó a armar listas en la provincia y lo comparan con la interna entre Menem y Cafiero en los '80. Massa mantiene, todavía, expectativa de ser cabeza de lista, pero no descarta una eventual vice. ¿Cristina y Alberto en la boleta?

Por: Pablo Ibáñez.

“Sigo, sigo, yo no me bajo”. Daniel Scioli repite, agitado, mientras trota sobre la cinta. Su entorno lo abrumó con la pregunta en días que, como nunca antes, Cristina Fernández de Kirchner desplegó señales sobre los candidatos y Máximo Kirchner instaló una cláusula envenenada que parece teledirigida en su contra: los que quieran competir en una PASO presidencial tendrán que armar listas propias en todos los tramos, gobernador, diputados, intendentes.

“Daniel, ellos le dicen a todos que te ofrecieron una diputación y que te bajás”, lo interroga un dirigente. “Que digan lo que quieran, yo sigo. No me bajo”, dice con fastidio.

Scioli, el “Pichichi”, se convirtió en el objeto indirecto de las obsesiones del ecosistema K. La advertencia del jefe del PJ bonaerense de boletas separadas expresa la intriga sobre el derrotero del embajador. Refleja, también, el nivel de involucramiento de Máximo con la entronización de Eduardo “Wado” De Pedro como candidato presidencial. Opera como su armador. El mensaje a los intendentes del conurbano para que no se muestren con nadie que no sea De Pedro, el acercamiento del ministro con Sergio Massa y la foto, el sábado al atardecer, con Emilio Pérsico, del Movimiento Evita, son despliegues en los que el diputado fue determinante.

Máximo empuja para que De Pedro pueda sumar socios y voluntades, volumen y rodaje, como parte de un objetivo pretencioso: llegar al 24 de junio, el sábado en que se presentan las listas, como candidato de síntesis sin que sea necesaria una intervención directa de Cristina. En el mundo “Wado” lo llaman “decantación”. Que a los alcaldes del conurbano y al Evita, más algún anti K como Luis Barrionuevo y el kirchnerismo hard, se sumen gobernadores norteños y Juan Grabois. Que incluso, sobre el final, casi como aquel “café en la calle México” con Alberto Fernández, el propio Massa celebre a “Wado” y todo esa ola cristalice su candidatura sin necesidad de una bendición de Cristina que se entienda como una imposición.

“Esto es como Menem-Cafiero. Ellos tienen toda la estructura, pero en la elección se vota candidato a presidente”, apunta un sciolista. “Si ellos dicen que Daniel no mide nada, vamos a la PASO y que nos ganen”, agrega. Cuando lo interrogan sobre si puede aparecer un llamado de la vice para que se corra del ring, Scioli trasmite que en su última charla, allá en diciembre, ella no le planteo exclusiones, le dijo que camine. Un entornista del exgobernador aporta otro foco: “Cristina no lo va a bajar y sería demasiado costo dejarlo afuera”.

Daniel Scioli

Dedazo

Con sus pro y sus contra, De Pedro es el candidato de Cristina haya o no un dedazo de la vice. Radica, ahí, la dificultad sobre los riesgos que supondría que “Wado” enfrente una PASO en el Frente de Todos (FdT) porque una eventual derrota significaría, sin más, una derrota de Cristina. Scioli es, por eso, una luz roja en el tablero de operación de Cristina, al igual que el movimiento que hará Agustín Rossi, que se lanzará este lunes. Algunos -para minimizarlo- lo ubican en el cuadrante albertista. “Daniel no es el candidato de Alberto, el candidato de Alberto es Rossi”, dice un sciolista y refuerza el operativo de desalbertización.

El embajador tiene el respaldo abierto de dos habitués del planeta Fernández: Santiago Cafiero y Victoria Tolosa Paz. Con el presidente y el canciller, Scioli tendrá agenda esta semana en Brasil horas después de que, en La Plata, De Pedro armara una foto que quizá sirva para ordenar las intrigas y los recelos de la platea cristinista. “Wado” se mostrará con Axel Kicillof y Claudio “Chiqui” Tapia, el presidente de la AFA, una postal para alimentar la galería de respaldos que, además, le servirá al gobernador en su planteo de quedarse a pelear la provincia. Este sábado, en Tigre, Massa recibió al gobernador.

Malena Galmarini, Axel Kicillof y Sergio Massa

El ministro de Economía entró, el jueves, en la foto de familia política de Cristina. Su presencia en la primera fila lo incluye en la oferta electoral de la vice o, como mínimo, en el sistema de poder cristinista. El tigrense no descarta, todavía, que su nombre encabece la boleta, pero a su lado no desechan una fórmula compartida con De Pedro. “Si Cristina fue vice, ¿por qué Sergio no podría serlo si es necesario que esté ahí?”, responde un operador del ministro que viaja a China con Máximo Kirchner.

Cerca de “Wado” no ven, en cambio, un binomio inverso con Massa como uno y De Pedro de dos. “Nadie hace todo eso para ser candidato a vicepresidente”, dicen en la mesa chica del wadismo que prepara una gira de alta intensidad para esos días que se concentrará en el conurbano pero tendrá, con periodicidad, excursiones al interior del país como la que hará el martes al Chaco con Jorge “Coqui” Capitanich.

Massa se volvió una pieza clave para la temporada electoral: es quien debe gestionar los dólares para que el tránsito hacia la PASO del 13 de agosto no sea una carnicería. De ahí, que se exponen múltiples tesis sobre el rol que le puede tocar si no figura en la fórmula presidencial. Resuena, mucho, que la vice le ofrecería la candidatura a senador por la provincia de Buenos Aires, un password para permanecer en el poder que viene, del mismo modo que se menciona a Malena Galmarini como número dos de Kicillof en la provincia. La titular de AYSA dice, cada vez que la sondean, que sólo es candidata a una cosa: intendente de Tigre.

Alcades

La batalla por la candidatura presidencial resulta llamativa si se miran los datos. Una encuesta que circula en el PJ del conurbano plantea un escenario terrible: en la Primera sección, un primer dato duro indica que el 61% se define opositor, algo que puede leerse como un anticipo de un eventual balotaje. Pero más allá de esas proyecciones, siempre atadas a otros imponderables, es muy árida la secuencia: entre marzo y mayo, el FdT pasó de 27 a 23, JxC de 33 a 28, y Milei subió de 23 a 30. La tentación, aunque las conductas son menos lineales, es observar que el libertario creció lo que perdieron las dos alianzas. Además, el FdT está tercero cómodo. En la Tercera, el mismo estudio, pone al peronismo apenas arriba de Juntos y Milei cerca de 20, pero con la izquierda rozando los 10 puntos.

Al margen de la rigurosidad o el error de las encuestas -en este caso, fue un estudio para consumo propio de un sector del PJ-, el panorama pone una limitación: la creencia de que Cristina Kirchner puede lograr, con un movimiento táctico, revertir la hostilidad hacia el FdT y la tendencia a votar a expresiones que significan, aun con perfiles distintos, opositoras. En sentido bíblico se le pide a la vice que multiplique panes y peces, y convierta agua en vino, casi una magia reservada para un dios.

“Cuando la gente está enojada, si hacés cosas raras es peor. En 2009, metieron las testimoniales y fue peor. En 2015, la fórmula Scioli-Zannini fue mala”, expone un peronista con mucho rodaje. Recuerda al respecto que, en 2007, Néstor Kirchner mudó a Scioli de la ciudad para convertirlo en candidato en la provincia. “Fue un golazo porque la economía andaba bien. El tema no es la martingala electoral sino si el clima está apto para aceptar esas cosas”, agrega y plantea que, por eso, lo lógico es que Kicillof se quede como candidato a gobernador.

Días atrás, el intendente de Berazategui, Juan José Mussi, reunió a sus referentes y contó que lo ideal sería que a los alcaldes les permitan jugar con todas las boletas que haya -si hay- en las internas del FDT. Uno de los presentes interpretó que Mussi, con otros dirigentes de la región, quiere elevarle un pedido a Cristina para tener esa garantía porque ninguno quiere, frente a un escenario complicado, que le aparezcan rivales internos. La postura de Máximo de que, si hay PASO, cada candidato presidencial debe armarse candidatos locales, construye ese escenario.

Es un planteo que, además, se anticipa en las provincias donde los gobernadores se preparan para cerrar sus listas de legisladores nacionales. Cristina hizo en estas semanas algunos movimientos en los que parece prepararse para que, a diferencia de otras elecciones, su capacidad de intervención en las boletas nacionales de las provincias sea menor. María Luz “Luchy” Alonso, su mano derecha en el Senado, se anotó como quinta legisladora provincial en La Pampa y Gabriela Estévez va de segunda legisladora provincial -además de candidata a vice- en Córdoba. La vice le pidió a Carlos Caserio ese lugar para Estevez. Marisa Uceda, de Mendoza, deja una diputación nacional y va por una banca provincial. Se trata, en cierto modo, de un repliegue en los territorios y la cercanía, pero se lee, a su vez, como la dificultad de garantizar espacios K en las boletas nacionales.

A menos de un mes para el cierre listas, esta semana volvió a circular una versión que se contó hace tiempo en estas páginas: que Cristina podría aceptar ir como candidata al Parlasur, algo que le permitiría aparecer en las boletas de todo el país -hay una banca de distrito único- y gambetear los eventuales reproches sobre buscar fueros, ya que ese ámbito no tiene fueros. Forzaría, además, a la Corte a discutir si puede o no ser candidata, y de ese modo o sienta un precedente o genera un miniescándalo. El tema se lo sugirieron, hace tiempo, a Cristina y ella dijo que no. Ahora se agregó otro renglón: que la propuesta que se elevará es que además de la vice, Alberto Fernández también vaya en esa boleta. El Presidente dice, cuando le preguntan, que no será candidato a nada.

Comentá la nota