La bala de plata de Sergio Massa

La bala de plata de Sergio Massa

El comando de UP apuesta al debate para captar a los votos "en transición". Ajuste de la tropa en el Norte. Mendoza, rumbo a la derrota aplastante. Una luz en Córdoba. Elección "abierta".

Por: Gabriela Pepe.

Si los debates presidenciales suelen ser la instancia a la que los candidatos llegan a cuidar el resultado, el de este domingo será una excepción. Sergio Massa saldrá a la cancha en el cara a cara con Javier Milei decidido a ganar votos, a conquistar el electorado indeciso que todavía está "dispuesto a escuchar la conversación" y que inclinará definitivamente la balanza para el ballotage del domingo 19 de noviembre.

La elección está "abierta", dicen en el massismo. Las encuestas muestran un promedio de 10 ó 12 puntos que todavía están “en transición”. Se trata de los electores que se definen como indecisos, que manifiestan que no irán a votar o que podrían hacerlo en blanco: votos en disputa. Por eso, en el búnker de Unión por la Patria (UP) definen el debate como una instancia “decisiva”, que se complementa con los ajustes en todo el territorio.

El candidato a presidente del peronismo aparece, a priori, como el mejor preparado para hacerle frente al debate mano a mano, con formato renovado, que les prohíbe a los postulantes llevar papeles ayudamemoria y moverse libremente por el escenario a micrófono abierto, con posibilidades de articular una réplica casi instantánea al contrincante.

Massa tiene más entrenamiento en escenarios adversos. En el equipo de campaña creen que las entrevistas más ríspidas que le concedió en las últimas semanas a canales como LN+, ligado a Mauricio Macri, aunque molestaron un poco a los propios, sirvieron como ensayo, como si el interlocutor hubiera sido un candidato opositor. Los diálogos fueron en vivo y Massa fue interpelado en duros términos. En el oficialismo aseguran que el candidato presidencial logró, incluso, evitar algunos gestos "sobradores" que irritan al electorado. “Sergio está fino en todo. Y está preparado para responder sin papeles”, repiten.

En cambio, Milei llegará al debate presidencial en un contexto poco amigable, a pesar de las encuestas. El libertario no está acostumbrado a la confrontación de ideas: no concede entrevistas a periodistas críticos y tiene un historial de reacciones violentas cuando se siente interpelado. Hace meses que deambula por programas de TV y radio afines y controla sus intervenciones al punto que sus entrevistas van grabadas.

En ese sentido parece haber ido la presentación que los apoderados de La Libertad Avanza (LLA) hicieron este viernes ante la Cámara Nacional Electoral (CNE), en la que pidieron que la Justicia explique “cómo se manejarán las interrupciones” en el debate. Alegaron que el punto no quedó claro en el reglamento que acordaron los equipos de campaña de los dos candidatos que firmaron junto a los jueces el miércoles 1 de noviembre.

En el comando oficialista saben, sin embargo, que Milei llegará bien preparado al encuentro. Aunque LLA niega la intervención macrista, desde el cierre del acuerdo con el expresidente, la comunicación y el rumbo de la campaña libertaria se reajustaron. Los referentes del PRO se convirtieron en voceros de Milei, que escondió a la mayoría de los propios, y los esquemas de redes de ambos espacios se fusionaron. Las cuentas de Twitter que antes de las generales alentaban a Patricia Bullrich, se transformaron en libertarias a partir del 25 de octubre. El consultor Derek Hampton, que entrenó a la presidenta del PRO para los debates previos a la elección general, ahora asesora a Milei.

Macri, arriba del ring

La aparición de Macri en la campaña de Milei no fue una buena noticia para UP, que celebraba el triunfo del 22 de octubre cuando el expresidente irrumpió para darle al libertario el soporte de “normalidad” que le faltaba. El acuerdo generó al menos la sensación de que Milei tendrá una estructura de poder en caso de que llegar a la Casa Rosada. La figura del fundador del PRO le solidificó, además, una cuota importante de antiperonismo.

En el comando oficialista hay quienes admiten que los días posteriores a la elección hubo cierta pasividad que tuvo como origen un error en el diagnóstico que pronosticó que Milei podía bajarse de la instancia de ballotage. Otro fue el disfrute de la implosión a cielo abierto de Juntos por el Cambio, que todavía está en proceso.

No fue destrucción total. El expresidente logró ordenar a los propios detrás de la candidatura del libertario, sobre quien Bullrich había dicho que tenía “inestabilidad mental”. La aparición de Macri matizó las propuestas Milei y acercó a quienes hasta hace pocos veían sus ideas como descabelladas. El oficialismo se enfoca en que la ciudadanía no pierda de vista que el candidato real a presidente es Milei, el mismo que le hizo debatir a la sociedad sobre la venta libre de armas, de órganos y de niños. El último tramo de la campaña está orientado a refrescar las declaraciones que ahora LLA niega, a que la elección sea un “plebiscito sobre Milei” y no sobre la gestión de Massa.

Ajuste quirúrgico, distrito por distrito

“¿Por qué yo saqué casi 70 puntos y Sergio, 52? Hay que ir a buscar los votos que faltan”. Gildo Insfrán interpeló esta semana a la dirigencia peronista de Formosa. Intendentes, legisladores, referentes territoriales, escucharon en silencio el reto del jefe político y prometieron mejorar el resultado para la segunda vuelta del 19 de noviembre.

Como Insfrán, otros dirigentes intentan ajustan la campaña en el territorio. El peronismo chaqueño, que ya perdió la provincia y la intendencia de Resistencia, ve en la elección nacional una posibilidad de evitar el golpe final. En Buenos Aires, el gobernador Axel Kicillof fue claro cuando dijo que “la campaña termina cuando Sergio Massa esté depositado en la Casa Rosada”.

Para ganar la elección nacional, la gesta bonaerense tendrá que ser histórica y la diferencia, mayor a la que Daniel Scioli le sacó a Macri en el ballotage 2015. El resultado fue 51,15 a 48,85%. Los números que acercan los intendentes por ahora no generan tanta tranquilidad. Los bastiones peronistas de la Tercera sección electoral todavía no se acercan al 60/40 que necesitaría Massa para el triunfo.

La red federal que se dio cita este miércoles en el búnker de la calle Mitre para presentar sus propuestas para el peronismo del siglo XXI dejó algunas alertas. Integrantes de la nueva generación dirigencial se encargaron de transmitirle al comando de campaña de Massa su inquietud por la pasividad que perciben en distritos como Salta, donde gobierna Gustavo Sáenz, amigo del candidato a presidente. “No se está moviendo nadie, no hay trabajo en el territorio. No hay carteles ni boletas ni nada”, se quejaron ante Letra P referentes de UP que caminan la provincia, donde fue muy bien recibido el apoyo del exgobernador Juan Manuel Urtubey. Las quejas llegaron a Malena Galmarini.

En el entorno de Massa aseguran que Sáenz reaccionó. El martes juntó a los intendentes y también les ordenó moverse. "Si a Sergio le va mal, a ustedes también porque yo no voy a tener un peso", dijo el salteño. El 19 se verá si surtió efecto. En Tucumán, el peronismo también espera crecer. El gobernador Osvaldo Jaldo ganó las elecciones con el 55% de los votos, diez puntos más de los que Massa obtuvo a nivel nacional.

Curioso es el caso de Jujuy, donde el peronismo logró ubicar a Massa en segundo lugar en octubre, después de una derrota catastrófica en la provincia. En tierra del gobernador Gerardo Morales (UCR), Milei se impuso en octubre con el 37% de los votos, mientras Massa obtuvo el 32% y Bullrich, casi 20%. Sin embargo, el candidato a presidente oficialista no tiene previsto viajar al distrito. La campaña quedó en manos de Carolina Moisés Guillermo Snopek, por el peronismo, pero también tiene apoyo radical. “El mejor jefe de campaña ahí es Gerardo”, bromean en UP. Morales habló esta semana sin medias tintas sobre la elección. “Si gana Milei no vamos a poder pagar los sueldos”, dijo el presidente de la UCR.

La “ayuda” radical no es pareja en todo el país. El oficialismo mira con preocupación los números de Mendoza, donde manda Alfredo Cornejo, alineado con las directivas de Macri. Creen que será "la Córdoba de 2015", el peor distrito en términos electorales. En Corrientes, Gustavo Valdés anunció que votará “para cambiar la Argentina” y se acerca a Milei a través de su operador y ministro del Interior si LLA gana los comicios, Guillermo Francos. A contramano, el exgobernador Ricardo Colombi, mentor de Valdés, anunció su apoyo a Massa. Valdés tiene dos incentivos para apoyar al libertario: su enfrentamiento con Morales por la UCR y el temor a que el peronismo local logre rearmarse de la mano de Massa.

Córdoba y las fronteras

La última semana mostró el esfuerzo denodado de Massa por recuperar votos en Córdoba, bastión antikirchnerista por excelencia que definió la elección 2015, cuando fue un inapelable 71,52 a 28,48% a favor de Macri. El candidato a presidente de UP aspira a reducir la distancia.

A diferencia de lo que ocurrió con Scioli entonces, Massa cuenta ahora con la ayuda de una buena parte de la estructura peronista, que osó diferenciarse del gobernador Juan Schiaretti en sus ataques al ministro de Economía. Dirigentes como el presidente del bloque Hacemos por Córdoba en el Concejo Deliberante de la capital, Marcos Vázquez, la vicepresidenta de la Legislatura provincial Nadia Fernández, o la diputada Natalia de la Sota se sumaron a la campaña massista a viva voz. El recién electo Martín Llaryora dejó hacer.

Para el peronismo de Córdoba, la aparición de Massa es también una oportunidad para salir de la fortaleza. “Acá ganamos siempre, pero nos aislamos del peronismo del resto del país. Con la aparición de Sergio se terminó la pelea contra el kirchnerismo para Córdoba. Hay un nuevo referente”, le explicó a Letra P una figura de primera línea del peronismo que se entusiasma con el rearmado del PJ nacional. Mientras tanto, el radicalismo cordobés se divide entre el apoyo tibio a la línea macrista que banca a Milei y la distracción.

Casi imposible, pero ganable

“La gente está enojada, la sociedad es muy compleja y el hartazgo con la política está muy marcado”, admite un hombre de la mesa chica de Massa. Es claro que, con una inflación interanual cercana al 140% y el 40% de pobreza, la elección estaría terminada de no ser por la figura controversial de Milei.

En el tramo final, la campaña alienta a seducir a los indecisos y propone no insistir con los enojados. “Es mejor que no vayan a votar a que vayan y nos voten en contra”, bajan línea en el comando central. En ese objetivo podría ayudar la coincidencia de la elección con el fin de semana largo. En el peronismo presumen que el votante ausente será el de Juntos por el Cambio y no el propio. La historia de los ballotage muestra que se ganan o se pierden por un margen acotado. En Brasil, fue 50,73% de los votos frente a 49,27% en favor de Lula.

Este domingo, Massa tendrá la última oportunidad para convertir en “ganable” la elección imposible.

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