Nuevas canciones y PJ

Nuevas canciones y PJ

Por: Jorge Fontevecchia. Las declaraciones de Ricardo Lorenzetti en las que da a entender que el máximo tribunal se expediría antes de las elecciones legislativas confirmando la condena de Cristina Kirchner, agregaron un componente más a la sensación de obsolescencia que viene emanando el kirchnerismo por la suma de diferentes desgastes propios.

Las declaraciones de Ricardo Lorenzetti, el juez que lleva más tiempo en la Corte Suprema de Justicia, en las que da a entender que el máximo tribunal se expediría antes de las elecciones legislativas confirmando la condena e inhabilitación de Cristina Kirchner, agregaron un componente más a la sensación de obsolescencia que viene emanando el kirchnerismo por la suma de diferentes desgastes propios de la continua exposición al paso del tiempo, confirmada con el discutido acceso de Cristina Kirchner a la presidencia del Partido Justicialista y los inconvenientes que viene enfrentando para ejercer su autoridad sobre la mayoría de los gobernadores, comenzando por el propio Axel Kicillof.

Las dificultades de Cristina Kirchner son también un reflejo de las propias limitaciones del peronismo por adaptarse a los tiempos en los que parece ya cada vez difícil poder juntar el agua y el aceite, característica que lo convirtió en el movimiento político ampliamente mayoritario del país por décadas, o sea, la suma del conservadurismo popular del interior con el progresismo capitalino/bonaerense.

Cristina Kirchner y el propio Néstor Kirchner, a pesar de haber nacido en Santa Cruz pero por haber estudiado en la Universidad de La Plata, son representantes de este último sector, mientras que Carlos Menem, del conservadurismo popular que solo Juan Domingo Perón parecía poder amalgamar y no sin dificultades, a veces expresadas de forma violenta.

Consciente de que sin ese componente el peronismo corría el riesgo de perder su carácter de ampliamente mayoritario, dos de los candidatos a presidente que Cristina Kirchner eligió representaron ese sector más conservador menemista: Daniel Scioli y Sergio Massa, el primero traído a la política junto con Palito Ortega directamente por el expresidente y el segundo, que comenzó a militar en los 90 en la Ucedé y luego se fusionó como parte del menemismo.

Pero en parte el fracaso del último gobierno de Cristina Kirchner y el de Alberto Fernández, sumado a la irrupción de Javier Milei ocupando el cuadrante conservador popular, algo que intentó al principio Mauricio Macri pero luego abandonó en su alianza panradical incluyendo a Carrió al virar al antiperonismo y su propia naturaleza de elite frente a la auténtica condición proletaria de Milei, hijo de otro colectivero, cambiaron el mapa político fragmentando quizás para siempre la posibilidad de retener simultáneamente esos dos sectores dentro de un mismo partido.

Ese peronismo conservador popular ya fue apropiado por La Libertad Avanza con Scioli y los sobrinos de Carlos Menem integrando el Gobierno como significantes de que ese peronismo hoy está más cercano a Milei. Síntoma de lo mismo es el paso a La Libertad Avanza de peronistas del PRO como Diego Santilli y no así republicanos que siguen mirando a LLA con desconfianza ontológica.

Mientras esto sucede frente a sus ojos, Cristina Kirchner y La Cámpora creen que la sociedad volverá a sus brazos cuando, cansada de creer en Milei, confirme que su calidad de vida no mejora, sin comprender que la existencia de Milei con alta popularidad, a pesar de la persistente caída del consumo, es la prueba de que una gran parte de la sociedad está dispuesta a soportar cualquier sufrimiento con tal de que no regrese el kirchnerismo.

Quien esto percibe es Axel Kicillof, inmortalizado en su frase de componer nuevas canciones como anticipo de lo que terminaría siendo la separación del gobernador bonaerense del kirchnerismo y su intento de renovar ese espacio político desde su condición de progresismo capitalino/bonaerense que, al superponerse geográfica e ideológicamente con el kirchnerismo, tiene que pasarlo a retiro para poder ocupar ese espacio común. Kicillof no puede ser el Caballo de Troya promercado de Cristina Kirchner que fueron Sciolli, Alberto Fernández y Massa, gatopardismos para que nada cambie deteniendo el tiempo de la Argentina en 2011, última elección que el kirchnerismo ganó apoyado por una economía floreciente.

Kicillof, que encima comparte la letra K en su apellido como recordatorio inconsciente de ser producto político del kirchnerismo, precisa crear en serio nuevas canciones, fundamentalmente desde una doctrina económica que resulte superadora, no solo de un eventual cansancio de la sociedad con los libertarios hacia 2027, sino también del propio kirchnerismo desde donde surgió. Conocimientos en la materia no le faltan, acaba de reeditar una versión corregida y ampliada de sus varios libros de economía dedicados a su ídolo John Maynard Keynes, titulado Volver a Keynes. Fundamentos de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero.

Tras la presidencia de un economista como Milei, la sociedad demandará siempre algo más en esa materia. De tener éxito Milei con el crecimiento económico, aparecerán demandas de segundo orden, en ese caso de desarrollo al propio Milei como candidato a su reelección. Y de no conformar la economía de Milei, la sociedad reclamará correcciones. Pero en todos los casos el campo de discusión sería económico porque esa es la característica y el mandato del actual presidente.

El surgimiento de Perón en 1945 también tuvo fundamentos económicos sobre cómo producir desarrollo cuando la Argentina de entonces no era un país que hubiera fracasado en su tarea de hacer crecer la economía. O sea, no es necesariamente el fracaso de Milei en su especialidad, “experto en crecimiento con o sin dinero”, lo que podría generar en la sociedad el deseo de un nuevo cambio hacia una segunda fase de un proceso virtuoso.

El kirchnerismo no tiene letra para esas nuevas canciones porque toda intervención de Cristina Kirchner contra Milei siempre apuesta al terreno económico pero desde la perspectiva de su derrumbe y no de la superación en aquellos logros que pudiera conseguir.

Kicillof acaba de reunirse con el histórico referente del radicalismo progresista bonaerense, Federico Storani, enviando la primera señal de un frente progresista pluralista anti-Milei como hizo Lula en Brasil sumando aliados para ganarle a Bolsonaro. Queda mucho camino por recorrer, por ejemplo, encontrar quién podría ser equivalente a Geraldo Alckmin, el representante de la derecha que integró la fórmula presidencial junto a Lula.

En un país donde la polarización terminará siendo entre el conservadurismo popular y el progresismo republicano, Kicillof debería sumar a alguien del PRO en su eventual fórmula presidencial, por ejemplo, el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, o del ex Juntos por el Cambio como el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro.

Veremos. Falta mucho camino por recorrer.

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