Lentamente vuelven a aparecer los distintos criterios: el jefe Gobierno porteño se resiste a dar marcha atrás con las aperturas que tiene planeadas mientras que cerca del gobernador bonaerense están más preocupados por los datos de contagios y muertes y acusan al porteño de pensar las decisiones sanitarias en base al humor social. La última palabra la tendrán los números y el Presidente.