Juntos por el cargo en Buenos Aires

Juntos por el cargo en Buenos Aires

Radicales peleados, peronistas en guerra, libertarios y macristas sin paz. El cierre de alianzas puso las diferencias bajo la alfombra. Todo sea por una banca.

Por Juan Rubinacci.

En la campaña de 2023 que terminaría llevándolo a la Casa Rosada, Javier Milei utilizó uno de sus habituales juegos de palabras para referirse a uno de sus rivales: llamó "Juntos por el Cargo" a Juntos por el Cambio (JxC), el frente que entonces compartían el PRO, la UCR y la Coalición Cívica.

Lo que no advirtió el libertario fue que tiempo después terminaría apoyándose en Mauricio Macri y buena parte de su dirigencia, la casta, para ganar el ballotage frente a Sergio Massa. Ya Presidente, siguió sirviéndose de esa casta -apoltronada en las provincias o en el "nido de ratas" del Congreso- para sostener su gobierno de motosierra.

El cierre de alianzas de este jueves volvió a dar cuenta de la unidad en la ruptura, del encuentro en la distancia, de la sociedad con el enemigo. Corre para La Libertad Avanza, que le hizo el abrazo de oso al PRO; para las tribus del peronismo, que se revolearon con todo lo que tuvieron en la mano y terminaron juntos, y corre también para los espacios de tercera vía o avenida del medio. La noche del jueves dejó nuevamente en evidencia a casi toda la dirigencia política. Principios sobran, pero lo que manda es la aritmética para alcanzar un cargo.

Mauricio Macri y Patricia Bullrich junto a Javier Milei

La Libertad Avanza, socia del PRO que detesta

No hace falta más que repasar las redes sociales de Milei o la tropa libertaria que lo milita para advertir el desprecio que sienten por Mauricio Macri y su partido. La necesidad tiene cara de hereje, y si para terminar de extinguirlo hay que ir juntos a las elecciones, a Karina Milei no le tembló el pulso. ¡Adentro! La casta no se percibe detrás del violeta..

Milei se sirvió de Patricia Bullrich, a quien llamó “montonera asesina tira bombas en jardines de infantes", para ocupar el Ministerio de Seguridad y todo indica que será su primera candidata en territorio porteño. Algo parecido sucedió con Toto Caputo, culpable de “fumarse 15 mil millones de dólares de reservas” para luego transformarse en un verdadero héroe de la patria. Casos parecidos ocurrieron con Federico Sturzenegger, Daniel Scioli y, tras los cierres en Buenos Aires, con Diego Santilli y Cristian Ritondo, antes insultados y ahora bendecidos para la elección provincial.

El PRO combatió la fragilidad institucional de Milei en la carrera electoral, buscó sostener a un electorado que se volvió violeta y hasta tuvo que recibir terrible cachetazo en las elecciones de CABA para caer en la cuenta de que, si no puedes con el enémigo, hay que unirse a él.

La forzada Fuerza Patria

El peronismo también puede contar la experiencia de enfrentarse, cuestionarse y romperse entre sus sectores internos, pero hacer todo lo posible para no desangrarse en un cierre de listas. Tanto como para tener que pedir una prórroga a la Junta electoral para estirar las negociaciones y poder cerrar un frente que, amén de las fotos de campaña en unidad, está todo roto.

El kirchnerismo no le perdona a Axel Kicillof no haberse pronunciado en favor de la candidatura de CFK a la presidencia del PJ, ni el desdoblamiento de los comicios bonaerenses, entre otras acciones. La Cámpora dice que el gobernador rompió y que no hay vuelta atrás. En la Gobernación acusan al cristinismo de hacerle la vida imposible al mandatario en la Legislatura bonaerense y en la narrativa, todo antes del cierre de alianzas provincial.

La condena a la expresidenta y la necesidad imperiosa de que LLA no avance en suelo bonaerense obligó a ambas tribus y al massismo a unir fuerzas en nombre de la patria y convocar a otros sectores que también cascotearon durante años al peronismo orgánico, como Guillermo Moreno. El caso Grabois tal vez sea el último mojón de resistencia a la unidad a como dé lugar, aunque para afirmarlo habrá que esperar al cierre de listas nacionales, previsto para el 17 de agosto.

Máximo Kirchner y Axel Kicillof.

La avenida rota del medio

Alejarse de los extremos que se llevan casi el 60% del electorado no es garantía de mejores modos y prácticas que juntarse sólo por el hecho de conseguir o mantener el poder. La conformación de Somos Buenos Aires en julio fue turbulenta en su gestación y el sello no llegó al cierre de alianzas de este jueves. Parte de esa dirigencia desembocó este jueves en la avenida del medio rotulada Provincias Unidas, el nombre que parió la liga de gobernadores, algunos de los cuales sólo reconocen un armado con ese sello en las provincias que gobiernan.

La pelea por el primer lugar de la lista bonaerense para la Cámara de Diputados del Congreso entre Florencio Randazzo y Facundo Manes dejó expuestas las fisuras de Somos. Alianza que, a su vez, divide al radicalismo entre un apoyo al doctor y la conveniencia de ir a la elección con un apellido que traccione más votos aunque no sea correligionario.

Radicales, con Schiaretti, Manes y el peronismo no K, en el frente Somos Buenos Aires

Todos juntos pero separados

El randazzismo viene tejiendo redes con el radicalismo para empujar la candidatura del exministro, mientras que Manes debió cruzar la General Paz e ir por un cargo en CABA para no romper el espacio. El camino inverso tomó Martín Lousteau, el presidente de la UCR que no logró subir el piso para que su alfil ocupara una banca en las elecciones porteñas y que probará suerte ahora en Diputados, cuando se le venza el mandato en la cámara alta.

Todos los escenarios descriptos aportan la impresión de que no hay una genuina convicción de cada espacio de asociarse con otro por compartir planes de gobierno, de gestión o proyectos legislativos, sino de generar frentes con mayor volumen para repartir entre menos lo que se consiga. Y, si no pudieran, hacer lo posible para que el rival no se quede con lo que cada actor querría para sí mismo.

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