Guerra por poder, modelo y renovación en UIA

Guerra por poder, modelo y renovación en UIA

La designación de Funes de Rioja expuso dos bandos: los grandes de AEA, que quieren críticas al Gobierno, versus industriales pyme que pretenden una entidad inclusiva. 

Tras la designación de Daniel Funes de Rioja, titular de la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal), como nuevo presidente de la Unión Industrial (UIA), se abrió en la entidad una guerra subterránea pero cruda para ver quién tendrá el poder real de manejo en la entidad y qué perfil adquirirá la gestión fabril en relación al Gobierno de Alberto Fernández. Más aún cuando se debate internamente si la presidencia de Funes no llevará a la UIA a un barco desbocado de cuestionamientos en el marco de la contienda que el Ejecutivo tiene, precisamente, con el sector que él representa, el de los alimentos.

Como pocas veces en su historia, la UIA quedó partida en tres bandos, uno netamente enfrentado al Ejecutivo y otros dos que leen la realidad política de manera similar, pero difieren en algunas cuestiones puntuales. El más opositor congrega a Techint, FIAT, Ledesma y otros socios de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que pulsean por lo que creen necesario: mantener el estatus quo, los cargos de viejos dirigentes y rechazar de plano, pero de manera cuidada, cualquier idea de cambio interno vinculado a las cuestiones de género o la apertura de la central fabril a otros actores sociales. En la otra esquina, dos líneas más pro pymes y con el ideario de federalizar la industrialidad en base a los pequeños; además de abrir las puertas de la UIA a la discusión política y el consenso, aún cuando haya críticas: por un lado, los históricos como los metalúrgicos de ADIMRA, e industriales de secciones clave como Santa Fe. Por otro, la línea más del medio, identificada con la conducción saliente del aceitero Miguel Acevedo y próximo secretario de la entidad y candidato a presidente fallido, Miguel Ángel Rodríguez, dueño de Sinteplast.

Los tres pulsean hoy por definir lo más pesado, el armado de las listas de cuadros altos, medios y ejecutivo, la conducción de la entidad en las sombras. En juego están 24 puestos del Comité Ejecutivo y 12 del comité Presidencia. En este contexto, se da una batalla descarnada que se cerrará el próximo 8 de junio en una asamblea en la que quedarán definidos los liderazgos. La UIA la conducen, básicamente, el presidente y el secretario, que es la firma. Por eso, en elecciones anteriores, el que eligió la cabeza no eligió la lapicera. Se consensuó un dirigente de cada bando, pero hoy hay un sector que va por todo.

“Yo diría que, para esto, le den directamente la llave a Paolo”, bromeó, picante, un dirigente de los negociadores en la última reunión donde se confirmaron los cargos de Funes y Rodríguez. Paolo es Rocca, el jefe de Techint, que quiere quedarse con el póker de cargos altos y lobeó en ese mismo encuentro para cerrarlo. Fallida la intentona de sostener a uno de sus alfiles, David Uriburu, en la secretaría, pide ahora otros tres lugares: que Luis Betnaza, un histórico, quede en el lugar de vicepresidente primero; que el tesorero sea Martín Rappallini, titular de la UIPBA y hombre afín a la siderúrgica; y que la pro secretaría, el lugar justo debajo de Rodríguez, sea, sí o sí, para Uriburu.

Aunque parezca redundante, el nombre de Techint y sus movimientos explican casi todos los conflictos internos, incluso la elección de Funes, una decantación del malestar de Rocca con la apertura social y política de la UIA. Acevedo, directivo de Aceitera General Deheza (AGD), arrancó su mandato en la era de Mauricio Macri como un cuadro de bajo vuelo y se hizo a la fuerza un personaje importante. En los cuatro años de Cambiemos, hubo récord de cierres de pymes y hasta los grandes como Arcor y Ledesma consiguieron la marca negativa de tener, por primera vez desde 2001, balances en rojo.

Todo ese contexto puso a varios industriales, entre ellos Acevedo y el químico de Santa Fe, Guillermo Moretti, a encarar relaciones con la CGT, movimientos sociales, la Iglesia, y la política. Buscaban interlocutores válidos ante el muro que suponía la posición de Cambiemos para la industria. Eso les puso los pelos de punta a los referentes de AEA y sobre todo a Techint, pero no fue todo. En 2020, el presidente Alberto Fernández convocó a Olivos a dirigentes del Grupo de los Seis. Por la UIA no sólo fue Acevedo, sino también Carolina Castro. La dirigente pyme de autopartes había sido elegida no hacía tanto como la primera mujer en la mesa chica de la entidad. La foto hizo arder los chats de los más conservadores, que anotaron en la factura de Acevedo, también, el intento de renovación y de igualdad de género. Hoy, Castro es una de las sostenidas por el ala negociadora como una de las que merece un cargo directivo fuerte. También ingresará la salteña Paula Bibini, por la región del NOA, y hay al menos tres mujeres más que quieren participar. Las mujeres tienen resistencia a acceder a cargos en la entidad. 

Vicentin y después

Antes de ese encontronazo, hubo otro fuerte que puso a los de Rocca en alerta. En una reunión de UIA, Betnaza pidió ir a fondo contra el Gobierno cuando se discutía la estatización de Vicentin. Lo frenó Acevedo, uno de los que conocía de primera mano la situación de la aceitera por estar dentro del mismo rubro. Fue el inicio de la gestión de AEA para buscar modificar el carácter de la entidad. Ni las mejoras en los balances de las firmas de Rocca alcanzaron, porque la disputa no es económica, es de manejo y moldeo de la política de turno.

“Acá no hay lugar para todos, va a quedar gente herida”, dijo a este diario un dirigente del ala dura, que cree necesario marcarle al Gobierno una línea más crítica de forma más directa. Naturalmente, el Ejecutivo no observa de costado el asunto: hubiese preferido a Rodríguez como presidente, un personaje más afín a Acevedo. Más aún cuando está caliente la cuestión inflacionaria y el Gobierno le atribuye buena parte del alza de los alimentos en abril a la especulación y a otro tema que, como manifestó hace horas un funcionario de la comitiva europea, tiene que ver con “una traición a los acuerdos que teníamos”.

 

Funes de Rioja tiene planeado pedir licencia en Copal para presidir la UIA, pero los negociadores casi dan por seguro que la cuestión de los precios va a teñir de política opositora a la entidad. Y quieren evitarlo a como dé lugar. Para esto, decidieron plantarse en el armado de listas para equilibrar fuerzas y evitar que el manejo de los más extremos se lleve puesta la relación que, aún con críticas y consideraciones, mantiene la casa fabril con el Frente de Todos. 

 

Por Leandro Renou

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