El excéntrico liderazgo de Milei, un cambio de época que tiñe las negociaciones por la ley Ómnibus y desvela al sistema político

El excéntrico liderazgo de Milei, un cambio de época que tiñe las negociaciones por la ley Ómnibus y desvela al sistema político

El esquema de toma de decisiones del Presidente desorienta a los ex integrantes de Juntos por el Cambio. La influencia de Santiago Caputo. Reuniones en el PJ. Detrás de escena de una semana crucial.

Por: Federico Mayol.

“Van a tener que responder ustedes si no sale”. La advertencia que Javier Milei había recitado en los últimos días, desde antes de viajar al foro económico mundial de Davos, en Suiza, ahora la repetía, algo más edulcorada, Santiago Caputo, el cada vez más influyente estratega presidencial, instalado en el despacho de Martín Menem, el titular de la Cámara baja, que seguía atento el intercambio entre el consultor y los jefes de los bloques aliados junto al ministro Guillermo Francos.

Era jueves, hacía rato que era de noche. Ya había pasado el PRO. Faltaba el radicalismo. Ahora era el turno de la bancada Hacemos Cambio Federal, denominada “El grupo de los 23″, presidida por Miguel Ángel Pichetto, un profesional de saco y corbata a tiempo completo, imperturbable, que prestó servicios para Carlos Menem, Néstor y Cristina Kirchner y Mauricio Macri, que cultivó en las últimas décadas excelentes relaciones con el círculo rojo empresario, sindical y judicial y que de repente se encontraba negociando un complejísimo proyecto de ley de más de 600 artículos, que pretende desregular por completo la economía, con un enviado de Milei disruptivo y repleto de tatuajes, un inteligentísimo discípulo de Jaime Durán Barba, bien dogmático como el presidente, que divide aguas, con pocos conocimientos técnicos sobre el texto en cuestión pero con una audacia, una influencia en la construcción del relato oficial y en la toma de decisiones, y un manejo de la puesta en escena que sorprendió a todos los presentes.

“Era la voz cantante del presidente: Menem y Francos apenas acotaron”, describió un legislador que se fue del Congreso casi a la medianoche, después de intercambiar correcciones sobre la reforma jubilatoria, las retenciones, la delegación de facultades y una decena de modificaciones que, hasta este sábado, el oficialismo aún le debía formalmente a los bloques aliados de cara a la sesión en la que La Libertad Avanza pretende obtener media sanción en la Ley Ómnibus.

Santiago Caputo

Caputo había deslizado la intención de sesionar este martes, y la posibilidad de terminar al día siguiente, el miércoles, el día que la CGT y el peronismo convocó a un paro general y una movilización que, según los organizadores, promete ser muy multitudinaria. “La marcha más grande de la historia argentina”, exageró el viernes Emilio Pérsico en declaraciones radiales. La reunión siguió su curso. Antes del cierre, Juan Manuel López, de la Coalición Cívica, pidió retomar el tema. “No vamos a exponer a nuestros diputados, ya sabemos como son los operativos de Patricia”, dijo en alusión a Bullrich, la ministra de Seguridad, empeñada en aplicar su protocolo anti-piquetes. Nicolás Massot, uno de los apuntados, según las fuentes, por el mismísimo presidente, hizo un comentario en el mismo sentido. Emilio Monzó recordó entonces la accidentada sesión de diciembre 2017 en la que Cambiemos logró sancionar la reforma previsional: resaltó que Menem debía ser muy cuidadoso en garantizar el orden en el recinto, se ofreció a colaborar, y advirtió, con elegancia, por la inexperiencia de buena parte de los legisladores libertarios.

Hasta ayer, las negociaciones entre LLA y los bloques aliados todavía no habían sido saldadas y en los bloques aliados aguardaban por la respuesta del Gobierno en temas muy sensibles como la actualización de las jubilaciones, que el Ejecutivo ofreció atar a la inflación recién con el IPC de febrero, una propuesta aún insuficiente. Pero la posible sanción del proyecto ómnibus, primero en Diputados y después en el Senado, el primer hito de gestión que Milei espera capitalizar más de un mes y medio de haber asumido, ya desnudó los primeros alineamientos en el oficialismo y en la oposición, en medio de un brutal cambio de época que tiene en vilo al sistema político tradicional.

El círculo rojo local, “la casta”, nunca atravesó un proceso de estas características. Nadie sabe cuánto hay de estrategia, y cuánto de improvisación. En poquísimo tiempo, el debate público alcanzó un nivel de crispación extremo. El Presidente dedica buena parte del día a consumir redes sociales, en las que exacerba su excéntrico estilo de liderazgo, sostenido, por ahora, en el apoyo del electorado. “Veo mucho aguante aún, mucho más que el que había en el macrismo cuando ganó Alberto Fernández y en el kirchnerismo cuando ganó Mauricio Macri”, explicó un encuestador de los más serios.

Martín Menem y Guillermo Francos

Eso explica, en parte, la incomodidad de Juntos por el Cambio y su predisposición al diálogo: “Si esto se cae, caemos todos”, esgrimen. Y también la estrategia “a todo o nada” que construye el relato oficial, y que cubre con un manto de sospecha cualquier movimiento político, periodístico o sindical que no encuadre con el guión libertario.

La desconfianza y la intolerancia generalizada, y la crisis social y económica que heredó y profundizó el gobierno, y que tiñe la conversación pública, sin embargo, atraviesa la grieta. En los últimos días, Milei agredió a tres periodistas en las redes. Ya había tildado de “coimeros” e “idiotas útiles” a los legisladores. Y reposteó un mensaje en X en el que un forista tildó a Martín Lousteau, presidente de la UCR, de “cabeceador de feto”. En los primeros días de gobierno, el vocero presidencial, Manuel Adorni, se retiró sorprendido de un recital de rock por los reproches que recibió de parte del público. En los últimos días, un empresario de la salud privada fue insultado en una convocante parrilla porteña. Este fin de semana, Héctor Daer, uno de los jefes de la CGT, amenazó a los legisladores que negociaban contrarreloj la Ley Ómnibus con el Ejecutivo: “No van a poder caminar por la calle”, tiró.

En ese contexto de fragilidad institucional Milei apura las negociaciones. Del resultado de las mismas se sabrá hasta dónde estuvo dispuesto a ceder en su obsesión por reducir a cero el déficit fiscal. “Si empezaba cediendo, llegaba a la sesión desplumado”, ensayó esta semana un diputado del PRO.

“El Gobierno necesita meter un gol lo antes posible, de manera urgente”, aseguró a este medio un gobernador de Juntos por el Cambio que quiere acompañar a los libertarios junto al PRO, la UCR y el bloque liderado por Pichetto, pero que empieza a perder la paciencia.

El presidente Javier Milei, en una fotografía de archivo. EFE/EPA/Gian Ehrenzeller

La oposición dialoguista transita entre la colaboración y el desconcierto de un gobierno que revolucionó los patrones normales de la política. Milei confía en poquísimos colaboradores. Su hermana Karina, el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el estratega Caputo son algunos de ellos. La influencia del consultor, todavía sin cargo formal, es cada vez más notable. Su ascendencia sobre el presidente es asombrosa. Hasta le adjudican la elección de Mariano Cúneo Libarona como ministro de Justicia. “Es mi jefe”, reconoció el funcionario en una entrevista con Infobae.

El sistema de toma de decisiones de Milei inquieta hasta a Mauricio Macri, que sigue las tratativas parlamentarias desde su casona de Cumelén, el exclusivo country de Villa La Angostura, en el sur del país. El ex presidente fatiga los telefónos de los diputados del PRO, en particular el de Cristian Ritondo, que el miércoles buscó zanjar diferencias con Francos después de la decisión de la Casa Rosada de prescindir de sus servicios como titular de la Cámara baja, un pedido del propio Macri.

Ritondo y Francos se encontraron a última hora de la tarde en una mesa del bar de un hotel sobre la calle Posadas. Se fueron cuando ya había caído el sol. Hasta ese miércoles, los intercambios de WhatsApp estaban congelados. Después del café, empezó a fluir la conversación. Ritondo le confió en que estaban dispuestos a colaborar, pero con modificaciones. El ministro se refirió a la necesidad de Milei de contar con la media sanción de la Ley Ómnibus en Diputados, y se reconoció como uno de los dialoguistas que en privado le había planteado al Presidente que debía negociar el proyecto. En contraposición, según trascendió, de la ministra Bullrich, de mucha influencia sobre los legisladores que le responden y que, en más de una reunión de gabinete pidió avanzar a fondo, sin concesiones. “Hablen con ella”, habría sugerido Francos, con algo de ironía.

Cristian Ritondo y Javier Milei - REUTERS/Agustin Marcarian

El vínculo entre Bullrich y Macri sigue sin resolverse.

El viernes, el periodista Gonzalo Aziz, de TN, le preguntó al ministro en una extensa entrevista cuánto tiempo creía que “la gente va a aguantar” el ajuste. “Esa pregunta es difícil de saberla, ¿no?”, respondió el funcionario. Es, según los analistas, la pregunta del millón. “Lo más importante es definir quién paga el ajuste”, abundó Massot este sábado.

Según el último informe de Suramericana Visión, el think tank fundado y presidido por el ex ministro Martín Guzmán, los ingresos están en niveles mínimos por la aceleración inflacionaria -”el poder de comprar es uno de los más bajos en dos décadas”-, y se estima, entre marzo y junio, una devaluación del 10% mensual, por encima de las proyecciones oficiales.

Es, además de las presiones políticas, una de las razones que impulsó a la CGT y al peronismo K a convocar al paro de este miércoles. Sin conducción nítida, aún en un proceso interno de autocrítica, el avance del plan de Milei es, por ahora, uno de los principales motivos de unidad, al menos en los formalismos, del PJ. Hasta se amigaron Hugo y Pablo Moyano, enemistados tiempo atrás por internas familiares. La Cámpora, por caso, que en la anterior marcha sindical al Palacio de Tribunales abortó su presencia a último momento -fue la orden que bajó la cúpula a contrarreloj-, se plegó esta vez.

El jueves, en la Casa de la Provincia de Buenos Aires en la Ciudad, Axel Kicillof encabezó una reunión organizativa junto a intendentes, legisladores, gobernadores, sindicalistas y referentes de movimientos sociales. El vínculo entre el gobernador y parte de la cúpula camporista sigue quebrado. El segundo mandato bonaerense de Kicillof arroja dos novedades. Es la primera vez, desde principios de siglo, que un gobernador de esa provincia debe gestionar sin un presidente del mismo signo político. Después de cuatro años de abundancia, al gobernador se le presenta, además, un desafío mayúsculo: tiene que administrar escasez. “Todos tenemos que ayudar a Axel”, aseguró Pérsico el viernes.

En ese sector del peronismo, los trascendidos sobre la supervivencia del gobierno y la viabilidad de su plan de ajuste son cada vez más incesantes. “El PJ no sabe cómo resolver su crisis, por eso alimenta ese escenario”, explicó un analista. “El mejor salvavidas del gobierno es la ansiedad del enemigo”, subrayó, por su parte, un conocido dirigente bonaerense que colabora con Milei.

Lo cierto es que, hace varios días, una comitiva sindical visitó a Pichetto cuando todavía no se habían acentuado las negociaciones entre los aliados parlamentarios del gobierno y LLA. Hablaron de un posible agravamiento de la crisis y de la debilidad institucional de Milei. Y trazaron escenarios muy pesimistas a futuro. Según trascendió, incluso le habrían preguntado al ex senador qué papel podía jugar si la situación se ponía fea. “No es el momento”, habría sido, según las fuentes, la respuesta de Pichetto, muy predispuesto al diálogo.

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