La privatización del Minella inició el debate sobre el legado del intendente. El reordenamiento del gabinete comenzará cuando quede claro el reparto de bancas en el Concejo. El cierre de listas agregó dos variables que no figuraban en los cálculos previos.
Por Ramiro Melucci.
La aprobación de la privatización del estadio José María Minella y el Polideportivo le dio a Guillermo Montenegro, cinco días después de haber anticipado que dejará de ser intendente el 10 de diciembre, el marco adecuado para iniciar una narrativa sobre su legado.
Tras un tratamiento raudo en el Concejo Deliberante, coronado por la votación de la mayoría oficialista y su nuevo aliado, La Libertad Avanza, el intendente aprovechó para afirmar que las mejoras en los escenarios deportivos les quedarán “a todos los marplatenses y a todos los argentinos”. “Lo vamos a ver nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos”, proyectó, entusiasmado como el primer día con la única oferta que se presentó en la licitación: la del grupo brasileño Revee.
La oposición ya había empezado a ofrecer en el recinto su versión sobre cómo se va el intendente. Anudó la adjudicación del Minella con el tratamiento del expediente anterior (la resistida concesión de Playa Dorada) y habló de “la entrega del patrimonio público por migajas”, la “falta de competencia y transparencia” y “los negocios de unos pocos”. Conocedores de la decisión electoral que podía tomar el intendente, también los críticos tenían redactada su narrativa de antemano: en ningún caso prescinde de la palabra “abandono”.
Hubo en el debate por el Minella algunos pasajes que llamaron la atención. Como la crítica del PRO a las distintas administraciones provinciales por no involucrarse en el mantenimiento del estadio. Se conocían los reproches del oficialismo local a la administración de Axel Kicillof. Sonó novedosa la amplitud del cuestionamiento. Incluyó sin reparos a María Eugenia Vidal, mentora de la intendencia de Montenegro.
El que escuchó al miembro informante del oficialismo, Guillermo Volponi, puede haberse quedado también con la sensación equivocada de que pronto tendrá un alivio en las tasas. “Les vamos a sacar a los vecinos el peso de los impuestos” destinados al mantenimiento del estadio, dijo una y otra vez. En el municipio descartaron que piensen en una rebaja, por la simple razón de que no hay ninguna tasa asociada directamente al mantenimiento de los escenarios deportivos. Interpretaron que fue la manera que el concejal encontró para decir que el estadio y el Polideportivo no pueden sostenerse con las tasas municipales. Algo confusa, por cierto.
Sonó novedosa la amplitud del cuestionamiento a las administraciones provinciales. Incluyó sin reparos a María Eugenia Vidal, mentora de la intendencia de Montenegro.
Montenegro agradeció a los 15 concejales que aportaron sus votos para esquivar legalmente el segundo llamado a licitación y establecer un hito de la gestión. En ese gesto estuvieron comprendidos los nuevos aliados libertarios, que el año pasado habían iniciado con dudas el tratamiento del pliego, y los radicales, todavía socios a pesar de que la boleta de concejales con que sorprendió Maximiliano Abad, encabezada por Gabriela Azcoitía, irá por una porción del electorado del candidato oficialista, Fernando Muro.
“El modelo de ciudad continúa”, planteó el intendente, decidido a tomar una última precaución para el rearmado del gabinete: para ocupar con libertarios casilleros radicales aguardará al menos hasta después de las elecciones del 7 de septiembre. No es una fecha elegida al azar. Esa noche se revelará el tablero legislativo con que el concejal Agustín Neme completará el mandato.
La alianza del PRO y La Libertad Avanza necesita obtener ocho bancas para no depender de nadie en el futuro Concejo. Ya tiene dos amarillas y dos violetas, por lo que de esa manera llegaría a 12, la mayoría propia con el voto doble del presidente del cuerpo, que ya no será Marina Sánchez Herrero ni tampoco radical. En cambio, si el nuevo oficialismo no llega a ese número seguirá dependiendo de la UCR para construir la mayoría legislativa que le permita activar sus proyectos. Nadie en su sano juicio tira por la ventana a un aliado que puede seguir necesitando.
Las decisiones electorales no dañaron la relación personal de Montenegro y Abad. Así como el intendente piensa en un modelo que no excluya a nadie que esté en las antípodas del kirchnerismo, el radical no prevé ningún movimiento intempestivo que ponga en crisis la estabilidad del gobierno municipal. No debe esperarse, por lo tanto, una campaña de la ex periodista de Canal 8 con críticas al gobierno que hace seis años integra la UCR. Tampoco son inminentes las renuncias que pidió el ex intendente Daniel Katz apenas conocida la oferta electoral.
Puede apreciarse desde esa perspectiva la aprobación de la privatización del Minella. Los cinco concejales radicales acompañaron en profundo silencio, pero garantizaron sus votos para que la iniciativa no corriera riesgo en ninguna instancia.
Los radicales no hablaron, pero garantizaron los votos para que el proyecto del Minella saliera.
La reconfiguración del tablero municipal es igualmente un proceso en marcha. Resta conocer cómo se tomarán las decisiones una vez que Montenegro no esté. Falta además saber si después de obtener la banca verdaderamente permanecerá en el Senado bonaerense o emigrará al gobierno de Javier Milei como ministro de Justicia o Seguridad.
Por lo pronto, en la semana posterior al anuncio de su candidatura ensayó una pirueta discursiva. Dijo a los medios nacionales que siempre sostuvo que no sería testimonial, pero no se recuerda una declaración de esas características en la previa de su decisión y, por el contrario, permitió que corriese durante un largo tiempo en los medios locales la opción de que sí lo sería.
Con el atractivo de su nuevo enfrentamiento con Fernanda Raverta –esta vez por la lista seccional–, el cierre doméstico agregó dos variables que a priori no estaban en los papeles. La nómina de Azcoitía y la del ex intendente Gustavo Pulti. Una está en condiciones de arañar votos oficialistas y la otra de raspar al kirchnerismo. Lo que en la previa se pensaba como un reparto de bancas solo entre dos frentes electorales podría tener otras derivaciones.
Resta conocer cómo se tomarán las decisiones una vez que Montenegro no esté. Y si permanecerá en el Senado bonaerense o emigrará al Gobierno como ministro de Justicia o Seguridad.
Lo que menos dio el peronismo local en estos días fue lo que muchos pensaban que iba a suceder: una señal de unidad. Ya en la semana previa al cierre de listas se advertía que la interna podía estallar. Una reunión de dos emisarios de Pulti con dos de Raverta terminó en 15 minutos, después de que los dos primeros se retiraran con la certeza de que no había para su tribu lugares importantes en la lista del Concejo que la camporista tenía en mente.
El desacuerdo se extendió hasta la medianoche del sábado. Minutos antes Pulti retiró a Acción Marplatense del frente Fuerza Patria, donde lo había incluido 10 días antes con la expectativa de que las conversaciones tomaran un mejor rumbo. Desde ese entonces, y hasta el vencimiento de la prórroga el lunes a las 14, negoció con la carta de la ruptura en la mano.
El papelón de la aparición de Raúl Calamante en las dos listas fue el síntoma palpable del desconcierto. Queda más expuesto el desacople de Raverta y Pulti, pero no es el único: tampoco fluye en Mar del Plata el diálogo entre La Cámpora y el Frente Renovador, a pesar de que la candidata a concejal del partido de Sergio Massa (la batanense Solange Flores) ocupa el tercer lugar en la nómina encabezada por Mariana Cuesta.
La oferta electoral marplatense no le podía quedar más enrevesada al gobernador. Su actual referente, Pulti, se presenta con una boleta que lleva los postulantes a concejales del Movimiento Derecho al Futuro, pero no los legisladores que necesita para reforzar su representación en la Legislatura bonaerense. Esos quedaron en la otra boleta, liderada por Raverta. Kicillof y sus funcionarios necesitarán calzado de equilibristas para hacer campaña en Mar del Plata.
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