Montenegro capea la tormenta y el peronismo masculla lo que pudo ser

Montenegro capea la tormenta y el peronismo masculla lo que pudo ser

El intendente ganó la quinta sección por menos margen de lo esperado, pero los fracasos del Gobierno en otras regiones lo revalorizan. Las dos teorías contrafácticas que sobrevuelan la oposición. Y más complejidades para Neme.

Por Ramiro Melucci.

En un momento, cuando empezaba a hacer gestos indisimulables de acercamiento a Javier Milei, el intendente Guillermo Montenegro se preocupaba por aclarar que no se estaba subiendo a ninguna ola, sino que su forma de ver la realidad y sus políticas municipales eran previas al ajuste y la desregulación libertaria. Ahora ya no necesita aclarar nada: el instante en que se puso el buzo violeta coincidió con el inicio del eclipse de la imagen presidencial. Se subía a un barco que, entre internas, escándalos y una recesión que desluce la baja de la inflación, empezaba a perder estabilidad.

Los resultados de las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires lo confirmaron: el intendente pactó con La Libertad Avanza en el peor momento del Gobierno. La estrategia electoral que pensó para el territorio bonaerense junto con Cristian Ritondo, Diego Santilli, Sebastián Pareja y Karina Milei sucumbió por 13 puntos ante un peronismo que se aglutinó para mantener su bastión.

Fue, sin embargo, uno de los pocos que permaneció en pie en medio de una tormenta cuya magnitud nadie pronosticó. Logró el triunfo en la quinta sección electoral por menos margen de lo esperado, pero los fracasos ajenos hicieron de ese logro módico (por menos de cinco puntos) una respetable victoria. Alejandro Carrancio, su nuevo socio local, se encargó de ubicar en su punto justo la performance regional. “Esperábamos una diferencia mayor en la quinta. El resultado de la sexta sección fue el mejor”, admitió en entrevistas radiales. En esa región, La Libertad Avanza se impuso por más de siete puntos.

De todos modos, el pobre desempeño del resto del team libertario realza lo conseguido por el jefe comunal. Diego Valenzuela, el candidato de la primera sección, pasó de un pronóstico de “empate técnico” a sucumbir por más de 10 puntos frente a Gabriel Katopodis, lo que puede traducirse como una derrota frente a Montenegro en la carrera hacia la candidatura a gobernador en 2027. El negocio fue completo: el intendente también se aseguró el ingreso de su lugarteniente, Alejandro Rabinovich, a la Cámara de Diputados bonaerense por la segunda sección electoral.

“Esperábamos una diferencia mayor en la quinta. El resultado de la sexta sección fue el mejor”, admitió Carrancio en entrevistas radiales. 

La mejor versión de su triunfo se concentró en Mar del Plata, donde aventajó a Fernanda Raverta por 15 puntos. Si alguno esperaba ver en esta elección algún vestigio de un voto castigo por su decisión de dejar la intendencia a la mitad de su segundo mandato, erró el pronóstico. Fueron los marplatenses, más que los vecinos de cualquier otra localidad de la zona, los que decidieron que el intendente emigre al Senado provincial. El razonamiento podría dejar lugar a la ironía, pero resulta evidente que lo prefirieron muy por encima de su principal competidora.

Ni Montenegro ni Raverta lograron detener la hemorragia de votos que padecieron sus candidatos locales, Fernando Muro y Mariana Cuesta. En la convicción de que la campaña era exclusivamente nacional y de que los votos para sus postulantes a concejales llegarían por acción y efecto del arrastre, le restaron trascendencia a la agenda local. En un caso significó la pérdida de la mayoría en el Concejo Deliberante. En el otro, la de un concejal. Puede haber varias razones que ameriten la autocrítica o habiliten algún pase de factura. Sobre todo en el campamento K, que quedó muy lejos del oficialismo en el tramo local.

Solo después de la elección quedó en evidencia que una boleta de dos cuerpos era más susceptible al corte que las papeletas más largas de otros comicios. Imposible soslayar en ese plano la amplitud de la oferta vernácula. Y los nombres que la posibilitaron: Gustavo Pulti y Gabriela Azcoitía, más conocidos que los postulantes de las otras fuerzas. El exintendente le disputó mano a mano al kirchnerismo el voto opositor. La periodista le rasguñó una buena porción al nuevo oficialismo.

En el peronismo no tardó en surgir la hipótesis contrafáctica de que si Raverta y Pulti iban juntos ganaban. Entre el exintendente y Cuesta obtuvieron casi 40 puntos, por encima de los 38 de Muro.

La pregunta es si los guarismos deben en leerse de manera lineal. El antecedente del Encuentro Marplatense de 2023 lo desaconseja: unidos, Raverta y Pulti perdieron 41 a 36 con Montenegro. Es probable que, encolumnado detrás la extitular de Anses, a Pulti se le escapen votos antikirchneristas o anticamporistas que logra cuando va por afuera.

Los que defienden la teoría de que otro resultado era factible murmuran otros formatos de unidad. Con el kirchnerismo no encabezando las dos nóminas. Como el que en la previa al cierre de listas estuvo cerca de concretarse con una candidatura a concejal de Juan Manuel Cheppi, del Frente Renovador.

Con los resultados en la mano, no es el único planteo de ese tipo que podría hacerse. ¿Cómo hubiera repercutido esa unidad marplatense en la elección de la quinta sección? ¿Se hubieran recortado desde Mar del Plata los cinco puntos con Montenegro para ganar la sección? ¿El reparto de senadores (3-2 a favor de LLA) hubiese sido el mismo o el inverso?

Solo después de la elección quedó en evidencia que una boleta de dos cuerpos era más susceptible al corte que las papeletas más largas de otros comicios.

Como fuere, lo que viene de acá en más es un cambio de intendente en un momento complicado por donde se lo observe. Agustín Neme no solo no tendrá mayoría en el recinto, sino que tampoco los del PRO serán del todo propios: su sector no gravitó en el armado de la lista de concejales; primó Montenegro. La única excepción podría darse si Marcelo Cardoso permanece como subsecretario de Inspección General y asume en su lugar Agustina Marchén.

Consciente de su situación, Neme apostará a mejorar el vínculo del gobierno municipal con el Concejo, desgastado tras dos años de mayoría oficialista. Conoce a varios de los actores del recinto y buscará tender puentes con ellos. No puede preverse qué recibirá del otro lado. El kirchnerismo, Acción Marplatense y el Frente Renovador vienen de derrotas y quejas reiteradas a la falta de escucha en el recinto. Se han cansado de pedir información y de que no les contesten con palabras, sino con votos. Pero más que nunca pretenden diferenciarse entre ellos de cara a 2027. En el río revuelto de esas discrepancias puede pescar Neme.

La UCR cambió de lógica. Maximiliano Abad tenía un acuerdo de gobernabilidad con Montenegro, no con Neme. Viejos recelos contaminan su relación con ese sector del PRO y tampoco congenia con sus nuevos socios, los libertarios. Pero es un hombre de la política que pondera el consenso. Y desde la tarde del domingo pasado sabe que siguen necesitándolo. 

La derrota provincial de La Libertad Avanza comenzó también a generar escozores en el acuerdo del PRO con el partido del presidente. El termómetro de esa relación será vital para el próximo período que se abre rumbo a 2027, que no tendrá a Montenegro como aspirante a la intendencia y empezará a reflejar las intenciones libertarias de ocupar ese casillero.

“Viva la libertad, carajo”, gritó en la noche del domingo pasado el futuro concejal Rolando Demaio en el búnker donde se celebraba con moderación el triunfo de Muro. Los militantes festejaron la consigna, pero a un costado observaban sin fervor los integrantes del gabinete. Alguno insinuó una sonrisa. Ninguno le siguió el juego.

Es apenas un dato de color que puede asemejarse a un síntoma: se aproximan tiempos de menos agitación y de más diálogo.

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