Lazos rotos y parches en los vínculos tras la semana negra del Gobierno

Lazos rotos y parches en los vínculos tras la semana negra del Gobierno

La relación de Fernández con Cristina y con De Pedro se vio erosionada por la crisis política; la rispidez del kirchnerismo con Guzmán y los nuevos pacificadores

 

“¡Tendría que darles vergüenza! ¡Pelearse entre peronistas! Tienen que trabajar juntos... ¡O estar separados pero hacerse los boludos! Podemos pelearnos... pero siempre después de ganar”. Un Juan Domingo Perón extrapolado al siglo XXI le habla a un grupo de dirigentes que intercambian pirotecnia verbal con sus armas de fuego arriba de la mesa. “No hay nada más lindo que la familia unida”, cierra el video de Peter Capusotto, titulado “Los Cumpanelli”.

Un importante funcionario -que tenía silla en la extinta “mesa de los lunes” del oficialismo- ilustró así el momento que está atravesando la coalición de gobierno a pocos días de su semana negra. Con el “frentetodismo” en crisis, a todos los une el peronismo, y por eso se abrazaron al PJ territorial para salir del trance. Pero en el Gobierno hubo muchos lazos rotos que tuvieron que emparcharse en los últimos días, en pos de hacer perdurar la sociedad política. “La etapa de discusión se terminó. Ahora hay que laburar. Todo fluye”, comentó el dirigente tras compartir el sketch de Capusotto.

Alberto Fernández y Cristina Kirchner hablaron por teléfono el viernes del recambio de gabinete, caída la noche. Fue una conversación larga y densa, en la que terminaron de pulir quién se iba y quién se quedaba. Un “toma y daca” final, que redujo la lista de ministerios afectados. Hecho el anuncio, la vicepresidenta se fue a pasar el fin de semana a Santa Cruz y regresó a Capital Federal el martes pasado. En el entorno presidencial señalan que “no consta” que el jefe de Estado haya vuelto a verla personalmente tras el tsunami.

“La conversación entre ellos fue en buenos términos, ya estaba todo bastante cocinado. Este es un frente político novedoso y la idea es que perdure. Mientras no se institucionalice, van a seguir los chisporroteos”, dijo un funcionario de la Casa Rosada que subsistió a las mudanzas de los últimos días.

Con Eduardo “Wado” De Pedro al Presidente le costó un poco más. Fernández quedó profundamente herido por la carta de renuncia del ministro del Interior, simplemente porque fue hecha pública sin previo aviso. El potente mensaje político fue vivido por el jefe de Estado como un desengaño, por la relación que había construido con el hombre fuerte de Cristina en la Casa Rosada.

Así las cosas, el viaje a La Rioja del sábado para asistir al cónclave de los gobernadores del norte no fue gestionado por el ministro del Interior -como hubiera sido natural- sino por el asesor presidencial Julián Leunda y por el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, que tuvo la deferencia de invitar a De Pedro. En el viaje a la provincia cuyana hubo frialdad entre Fernández y Wado. Recién el lunes a la noche ambos mantuvieron una reunión franca en el despacho presidencial.

Eduardo "Wado" de Pedro entrando a Casa de GobiernoSilvana Colombo

En el entorno del Presidente y del ministro reconocen que el enamoramiento entre ellos está lastimado, pero aseguran que De Pedro subió “varias veces” durante la semana desde su oficina en planta baja al lugar de trabajo del Presidente. “Wado”, además, se encargó rápidamente de coordinar su agenda con el flamante jefe de Gabinete, Juan Manzur, que naturalmente ofrece otra puerta que tocar para los gobernadores que peregrinan a Balcarce 50. Ya le sigue el ritmo: como el tucumano, De Pedro comenzó a llegar a su despacho a primera mañana.

Las réplicas del terremoto en el Frente de Todos, sin embargo, todavía se sienten. A propios y ajenos les sorprendió que el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, un funcionario albertista “técnico” (que no habla sin autorización), haya salido a criticar a De Pedro en los medios. “No hace falta mandar una renuncia a un diario para que se sepa que tu cargo está a disposición del Presidente”, dijo al promediar la semana en Radio Con Vos. “Lo dijo por inexperiencia política”, comentó otro albertista con la intención de bajar la espuma.

Frente económico

La otra herida abierta es entre el kirchnerismo y el Palacio de Hacienda. El equipo económico no se tocó, pero la cuestión de fondo sigue sin saldarse y se nota mucho. Aunque en medio del caos la vicepresidenta le escribió un mensaje vía Telegram a Martín Guzmán para aclararle que ella no había pedido su cabeza, en su entorno dejaron trascender que “quedaron en hablar” pero no hubo todavía un encuentro cara a cara.

Sí hubo mensajes por otras vías. Guzmán, en una extensa entrevista con AM750 -que brindó para “darle explicaciones” al núcleo duro kirchnerista- corrigió a Cristina y dijo que “en ningún momento hubo un ajuste fiscal, hubo una reducción del déficit, que es distinto”. En su última carta la vicepresidenta había hablado de “una política de ajuste fiscal equivocada”.

El ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense y cuadro de La Cámpora, Andrés “Cuervo” Larroque recogió el guante. “No creo que haya que quedarse en discusiones tecnicistas o de carácter académico. Más allá de las nomenclaturas que se elijan, lo central es que no estamos en un contexto que permita amarretear”, cruzó a Guzmán. Orgulloso y convencido del camino que lleva adelante, el ministro de Economía espera que el tiempo le dé la razón y así subsistir en su cargo en noviembre. Para cerrar el acuerdo con el FMI sólo le resta ajustar las sobretasas y la cláusula pari passu para que la Argentina quede en igualdad de condiciones si hay cambios en las reglas del Fondo a futuro.

Martín Guzmán y el presidente Alberto FernándezIgnacio Sánchez - LA NACION

El clima de ebullición en el frente oficialista también erosionó otros vínculos. La sorpresiva salida de Nicolás Trotta del ministerio de Educación y la renuncia del secretario de Medios, Francisco Meritello dejó a Víctor Santamaría prácticamente sin terminales en el gabinete de Fernández. “Es la crónica de una muerte anunciada”, dijo un colaborador de la Casa Rosada sobre la relación entre el Gobierno y el empresario y gremialista. Gisella Marziotta, del riñón de Santamaría, es la segunda candidata a diputada por la Ciudad del Frente de Todos. Con una relación muy fría con el cabeza de la nómina, Leandro Santoro, ambos deberán retomar la campaña cuando arranque octubre.

Esta semana, en tanto, se escucharon fuertes rumores en los corrillos oficiales sobre el futuro del secretario de Relaciones Parlamentarias, Fernando “Chino” Navarro, el interlocutor con los movimientos sociales que habita en la Casa Rosada. Pero a diferencia de otros funcionarios que también hubieran quedado bajo la órbita de Manzur y que se corrieron -como Meritello o Cecilia Todesca-, Navarro no abandonó su despacho.

Sin Santiago Cafiero como su mano derecha en la gestión, y tras la renuncia indeclinable del exsecretario de Comunicación Pública, Juan Pablo Biondi, Fernández vio menguado su séquito de colaboradores diarios. Otros dos funcionarios del riñón presidencial, sin embargo, podrían ganar presencia como consejeros del Presidente. La secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra, fue una pieza pacificadora clave en el momento de mayor irritación en el albertismo por la “estudiantina” de renuncias, como la llamó el Presidente. Y el jefe de Asesores, Juan Manuel Olmos, fue un conciliador en medio de las pujas por el nuevo gabinete. El viernes de furia, siendo ellos mismos una prenda de negociación, De Pedro y Cafiero se encontraron más de una vez fuera de los edificios públicos para hablar sin testigos. Los departamentos particulares de Olmos y del ministro del Interior fueron los escenarios del pacto.

Por Maia Jastreblansky

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