Un día de emociones por los 30 años de la UNLaM

Un día de emociones por los 30 años de la UNLaM

En un acto con docentes alumnos y muchos dirigentes políticos, la Universidad Nacional de La Matanza recorrió su historia, desde un comienzo precario hasta este presente con más de 50 mil alumnos.

 

Empezamos a dar clases con las chapas que habían quedado del taller mecánico. Y hacía frío”, señaló Daniel Martínez, rector de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), al recordar los difíciles inicios. Aquella precariedad contrasta con la moderna sede donde la Universidad celebró sus 30 años con multitudinario y lleno de emoción.

El rector recordó también los escollos que tuvieron que superar cuando impulsaban la creación de la casa de estudios: "A veces en la sociedad argentina hay muchos prejuicios y uno de ellos era, ‘¿cómo La Matanza va a tener una universidad?’ Y cuando un profesor venía a dar clases le decían 'no vayas ahí, no tiene futuro’”.

Martínez destacó que “era difícil crear y construir una universidad cuando había medios que titulaban: La universidad en La Matanza es inviable”, y aseguró que la institución ahora “no tiene límites para seguir creciendo”.

De la celebración participaron una mil personas entre docentes estudiantes, graduados, autoridades y dirigentes políticos. Un video recorrió la historia de la Universidad y otro se centró en las personalidades que la visitaron: Raúl Alfonsín, Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner, Inacio Lula da Silva, Antonio Cafiero y René Favaloro, entre otras figuras de la política y las ciencias.

Durante el acto se entregaron placas conmemorativas al primer rector normalizador, Mario Pinelli; al primer presidente del centro de estudiantes, José Ibarra; y a los primeros decanos departamentales: Víctor Nicoletti, Alfredo Vásquez y Alejandro Finocchiaro, actual ministro de Educación de la Nación. Recibió también una mención especial el ex diputado Alberto Pierri, impulsor del proyecto de ley de la creación de la UNLaM, quien la definió como la institución “que ha ayudado y cambiado la vida de los jóvenes y de las familias” del distrito de La Matanza y alrededores.

“La riqueza de la universidad no sólo son sus instalaciones, sino la vocación de los jóvenes, que son el sostén del futuro que imaginan sus familias. Cuando uno nace pobre, el desafío es estudiar, porque el conocimiento rompe cadenas, libera a los jóvenes. Eso imaginamos al crear la Universidad”, destacó Pierri, que preside la Fundación UNLaM.

Uno de los momentos más emotivos se registró cuando se hizo mención y entrega de un diploma a los docentes fundadores. En representación de ellos, habló el profesor Alejandro Mancini, quien afirmó: “Logramos más de lo que imaginábamos con ingenio y un equipo que supo sortear los obstáculos”.

La emoción colmó el auditorio también cuando el campeón de tenis de mesa adaptado, Gabriel Copola, recibió un reconocimiento y habló en representación de los graduados: “La Universidad siempre estuvo cerca, en cada momento de mi vida, para contenerme, y es donde aprendí la inclusión y la diversidad”.

“Fui el primer egresado universitario de mi familia, y destaco el deporte como la herramienta de socialización por excelencia. Soy profesor de educación física en la universidad y gracias por estar siempre presente en todos los momentos de mi vida”, subrayó Copola.

Entre los invitados especiales estuvieron la intendenta de La Matanza, Verónica Magario; y sus pares de Ituzaingó, Alberto Descalzo; y de Merlo, Gustavo Menéndez; y los diputados peronistas Fernando Espinoza, Daniel Scioli y Felipe Solá; el director de Perfil, Jorge Fontevecchia; el histórico dirigente de la UOM Carlos Dansky, y el director de la Coneau, Néstor Pan.

Ni tizas

“Era la primera universidad pública que se fundaba en quince años”, recordó emocionado Pinelli, el primer rector. Contó que “cuando se decidió la creación no había una orientación académica, una partida presupuestaria, ni nada. Pero teníamos la tranquilidad del tiempo, porque en la ley fundacional la universidad iba a empezar a funcionar en cuatro años”.

“Ni bien la comunidad se enteró de la creación de la universidad, empezaron a llamar los medios locales para saber dónde se podía inscribir la gente. Y cuando decíamos que no había fecha, los medios nos decían estafadores”, recordó.

El ex rector señaló que en esos años se tomó “la decisión de empezar de cualquier manera y en cualquier lugar” y que “tampoco había personal, ni siquiera teníamos para la tiza. A esa aventura nos mandamos”. Rememoró que se convocó a “400 docentes para enseñar, pero gratis, porque no teníamos presupuesto, pero tenían la promesa de que alguna vez, normalizado todo, podían llegar a cobrar. Ninguno dijo que no”.

Los orígenes y el presente

La universidad se creó por la ley 23.748, aprobada en el Senado el 29 de setiembre de 1989. La norma fue promulgada el 23 de octubre de ese año y recién el 15 de abril de 1991 se inició el ciclo académico con 1.200 cursantes y tres carreras de grado. Sin edificio todavía, el primer año académico se realizó en las Escuelas Nº 27 y Nº 51 del distrito. A fines de 1991 se cumplió el sueño de la sede propia al construir el nuevo edificio en las instalaciones de la ex automotriz Chrysler.

La Universidad cuenta con 63 carreras de grado, posgrados, 8 salas de atención médica que imitan la guardia de un hospital en el Centro de Simulación Clínica recientemente inaugurado, 620 mil estudiantes han pasado por las aulas en el transcurso de 30 años. El 85 por ciento son primera generación de estudiantes universitarios en sus familias, el comedor universitario posee 600 lugares, la Biblioteca Leopoldo Marechal tiene 75 mil ejemplares, con una capacidad para 930 lectores simultáneos.

Otro de los logros son los 30 mil metros cuadrados con pista de atletismo, cancha de futbol, básquet, rugby, vóley playa, fútbol 5, piscina semiolímpica climatizada y un micro estadio cubierto con capacidad para 800 espectadores. La casa de estudios posee 190 aulas, dos auditorios y un aula magna; 35 laboratorios de informática, idiomas, electrónica, física y enfermería.

Comentá la nota