Un cúmulo de incógnitas y muy pocas certezas en la pelea del oficialismo y la oposición por entrar al balotaje

Un cúmulo de incógnitas y muy pocas certezas en la pelea del oficialismo y la oposición por entrar al balotaje

¿Todos quieren que Patricia Bullrich entre al balotaje en Juntos por el Cambio? Los focus de la motosierra y las tensiones porteñas. Los dilemas de Sergio Massa. ¿Cuánto pesa el aparato de los gobernadores?

Por: Federico Mayol.

“¡Tiembla la casta, tiembla la casta!”. Javier Milei grita y su cabeza vibra con furia mientras hace rugir el motor de una motosierra que zamarrea para todos lados en medio de la caravana. Fue hace diez días, en La Plata, en una recorrida a bordo de una camioneta, y el video fue repetido varias veces frente a un grupo de votantes del candidato libertario y de Juntos por el Cambio que en agosto se inclinaron por el economista para testear si efectivamente Donald Trump tenía razón cuando decía que sus fanáticos eran tan leales que podía “disparar a alguien en medio de la Quinta Avenida y no perdería ni un solo voto”.

El resultado de los focus encargados por los estrategas de Patricia Bullrich no arrojó resultados concluyentes, pero los asesores de la candidata aseguran que hay un sector de los votantes de JxC que en las PASO eligieron al libertario, de “entre 35 y 50 años”, que se asustaron cuando vieron esas imágenes, y que el 22 de octubre podrían volver a inclinarse por la ex ministra.

No se trata de una verdad revelada, pero es una de las pocas, poquísimas certezas, a las que se aferran en el búnker de Bullrich para transitar con algo de optimismo el último mes de campaña, en medio de un cúmulo de incógnitas y de un escenario que Sergio Massa, dispuesto a todo para entrar al balotaje, inoculó en el corazón del círculo rojo: según ese termómetro electoral que el ministro-candidato se encargó de desparramar en el establishment, él tendría un lugar casi asegurado en el balotaje junto a Milei y la candidata presidencial de JxC estaría tercera en la preferencia de los votantes, fuera de la segunda vuelta.

Javier Milei en La Plata (AP Foto/Natacha Pisarenko)

“Nosotros estamos con el equipo más ordenado, más enfocados, Patricia está bien, estamos creciendo. Para nosotros sigue todo parejo, queda un mes, y no logro entender desde dónde puede crecer Sergio con esta situación económica”, dijo a este medio uno de los jefes de la campaña de Bullrich que no se resigna a una derrota.

Es cierto que la irrupción de Carlos Melconian como el vocero económico de la campaña sirvió para ordenar el discurso y para arreglar los desvaríos de la candidata en ese rubro; que las caravanas por el interior del país le inyectaron algo más de épica a una campaña que, después de las PASO, se desinfló anímicamente, y que Mauricio Macri se decidió, al menos públicamente, a cortar con las especulaciones en torno a sus coqueteos con Milei y a pedir con insistencia el voto para su ex ministra.

Pero en los sótanos de Juntos por el Cambio el futuro de la coalición se discute sin filtros y hay un grupo grande de dirigentes que cree que Bullrich no llega al balotaje. Y hay otros tantos, más silenciosos, que no solo pronostican ese escenario, si no que, en algunos casos, hasta incluso lo promueven.

Se trata de un sector del radicalismo y de lo que quedó del larretismo. Eduardo Macchiavelli, un dirigente porteño muy cercano a Horacio Rodríguez Larreta, se delató en X el miércoles por la noche durante el debate de los candidatos a vicepresidente de “A Dos Voces”, en TN, cuando resaltó la performance de Victoria Villarruel, un posteo muy comentado internamente. Cerca del jefe de Gobierno ventilan encuestas que la ubican a Bullrich fuera del balotaje, y no ocultan que, para Rodríguez Larreta, el mejor escenario para reconstruirse políticamente es con Milei en el gobierno, a pesar de que en los próximos se mostrará junto a la ex presidenta del PRO en el conurbano.

Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta (Adrián Escándar)

En ese contexto, la sucesión porteña, si es que Jorge Macri gana finalmente las elecciones, se sumó en estos días al cúmulo de incógnitas alrededor del futuro de Juntos por el Cambio porque si Bullrich no llega a entrar en la segunda vuelta, la Ciudad volverá a ser, como en los viejos tiempos, el principal foco de atención del PRO y el experimento de la reconfiguración de fuerzas de la coalición opositora.

¿El ministro de Gobierno planea cerrar un acuerdo de gobernabilidad con los libertarios? Fue lo que le transmitió a los radicales de Evolución referenciados en Martín Lousteau y Emilio Yacobitti en la tensa reunión que mantuvieron después de las PASO.

¿Ese eventual acuerdo de gobernabilidad es propiciado por Mauricio Macri? El ex presidente destila desde hace tiempo furia con ese sector de la UCR. En la semana, exhibió su enojo por la votación de Ganancias en la que, según él, el bloque de Evolución aportó al quórum.

Macri adelantó en privado que, de ganar Bullrich las elecciones, la ex ministra debería sellar una alianza parlamentaria con La Libertad Avanza para avanzar con el plan de reformas que propone Juntos por el Cambio. El mismo modelo podrían replicar, en ese sentido, en la ciudad de Buenos Aires. En ese caso, ¿en qué lugar definirá pararse Rodríguez Larreta y el sector más moderado de la oposición? Si, por el contrario, Milei gana las elecciones, la pregunta recobra el mismo sentido. En el seno de JxC hay un convencimiento casi generalizado de que el destino de la coalición es de una inexorable recalibración partidaria.

La tensa puja en torno al Consejo de la Magistratura porteño que este medio reveló el domingo pasado es un síntoma de esa disputa interna. Hay negociaciones en las que los Macri no están dispuestos a ceder.

Jorge Macri y Horacio Rodíguez Larreta

En el caso de Unión por la Patria, Massa logró consolidar a todos los sectores del peronismo detrás de su figura y se empeñó en desmarcarse de la gestión de gobierno hasta dejar a Alberto Fernández en un rol inédito, meramente protocolar, que no conoce antecedentes en la historia del PJ.

El ministro-candidato atraviesa semanas cruciales. Su segunda campaña presidencial lo encontró con una nutrida red de relaciones políticas, empresariales, sindicales y judiciales, pero al frente de una gestión económica crítica que el funcionario está dispuesto a esconder debajo de la alfombra con una batería de anuncios que lo volvieron a ubicar en el centro de la escena en las últimas dos semanas, y alcanzaron un costo de más de 1 punto del PBI, un número del que se ufanan puertas adentro. “Si no es todo, es nada”, ironizaban en estos días en alusión a los primeros spots de Bullrich.

Massa tejió una UTE política con los intendentes del Gran Buenos Aires y los gobernadores del norte del país: de ellos espera que aporten los votos necesarios para entrar al balotaje. La postal de Tucumán de hace algunas semanas con los gobernadores debería tener su réplica el próximo miércoles pero en Ensenada con los principales jefes comunales del conurbano.

Sergio Massa en Tucumán junto a gobernadores peronistas (Nicolás Nuñez)

Los gobernadores del norte, sin embargo, empezaron a percibir un cambio de época. Hay algunos de ellos, por caso, que a pesar de los discursos públicos todavía propician, por lo bajo, una suerte de alianza con el movimiento libertario. En Posadas, la capital de Misiones, es uno de los temas de conversación de la ciudad. Es la provincia de Carlos Rovira.

El mismo cambio de época palpan los intendentes bonaerenses, que en las PASO instrumentaron un notorio corte de boleta que perjudicó a Massa. En los sectores populares en los que el aparato peronista fue históricamente imbatible, el voto dejó de ser cautivo. El cruce de votos entre los adherentes de Massa y los de Milei ofrece una señal de preocupación para el PJ, y en particular para el ministro de Economía.

Una hipótesis electoral que ayer por la tarde revalidó Cristina Kirchner en su reaparición pública, tras dos meses de silencio: “Querer tener una casa o un auto diría que es casi de peronistas, querer vivir bien y dignamente no es de derecha, es de argentinos”.

“El formato del peronismo del aparato ya no tiene vigencia. Los votos de Milei, que inicialmente eran dos tercios de los nuestros del 2019, hoy son del PJ. ¿Cómo hace Sergio para pelear esos votos? No les está siendo fácil”, resaltó a Infobae un operador peronista de Bullrich que tiene diálogo fluido con gobernadores de ese sector. Ese dilema es el que le inyecta cierto optimismo al campamento de la ex ministra de Seguridad.

Para ese sector del electorado el propio Massa le había pedido a la ex presidenta, que todavía conserva cierta popularidad en esos segmentos, que enviara un mensaje, para tratar de captar otra vez la atención de esos sectores que el peronismo perdió en estos años por los resultados de la actual gestión.

Javier Milei en Corrientes

Massa sabe que el peronismo perdió un porcentaje considerable de votos que se fugaron hacia Milei, pero sus estrategas también trabajan sobre la hipótesis del caudal electoral que se fugó de Juntos por el Cambio hacia La Libertad Avanza. Esa hoja de ruta planteó en las últimas semanas el otro dilema: ¿la estrategia de ningunear a la candidata de JxC y polarizar con el libertario puede terminar con un triunfo del economista en primera vuelta?

El viernes, en el acto de Parque Norte promovido y organizado por el sindicalista Luis Barrionuevo, Milei dijo que podía llegar a ganar en primera vuelta. Como Barrionuevo -enemistado con Massa desde hace tiempo-, parte del círculo rojo ya empezó a tender puentes con LLA; pero hay un sector mayoritario de la corporación político-empresaria que apuesta a estas cuatro semanas finales de campaña para intentar exponer al economista, y tratar de contrarrestar el fenómeno libertario que se instaló con fuerza a partir de las PASO.

El jueves por la noche, en el Yacht Club, Bullrich fue la protagonista principal, junto a Carlos Melconián, de la cena para juntar fondos para el tramo final de la campaña: recaudaron, según los organizadores, 25 millones de pesos por mesa, es decir, algo más de 30 mil dólares de acuerdo a la cotización libre de la divisa norteamericana.

“Patricia presidenta, Patricia presidenta...”, cantaron los comensales sobre el final mientras revoleaban servilletas desde las mesas. Una dosis de entusiasmo en medio de un clima atravesado por el pesimismo.

Comentá la nota