La calma fingida en el recinto, la orden final del misionero Carlos Rovira y el intento del peronismo de quedarse con el rédito político
Delfina Celichini
En un recinto que parecía anestesiado, la discusión sobre el proyecto de ficha limpia trascurría con una calma inquietante en el Senado. Pero detrás del murmullo y los movimientos discretos, se preparaba una emboscada. Nadie lo admitió en voz alta, pero todo estuvo calculado: Carlos Rovira -quien ejerce el poder real en Misiones- dio la orden y selló la suerte de un proyecto que incomodaba a muchos. Así, en una coreografía silenciosa, el Congreso le bajó el pulgar a una bandera que casi todos enarbolaron, pero pocos defendieron realmente.
En los hechos, este desenlace significa que figuras en situaciones como la que hoy está Cristina Kirchner -con doble condena por corrupción- conservarán, por ahora, el derecho a postularse en las elecciones de este año. El final fue tan sorpresivo como difícil de descifrar: el kirchnerismo, que celebró el rechazo, fue un ganador de ocasión; el oficialismo, en cambio, lloró en público pero festejó en silencio un triunfo quirúrgico, cuyo costo, creen, asumieron otros, sus aliados.
Ads by
Los indicios fueron pocos, pero concretos. La Casa Rosada se movió con hermetismo y preparó la jugada con antelación. Con los días contados para la elección porteña, donde los libertarios se juegan una pulseada clave, decidieron jugar a fondo para desarticular el principal insumo de campaña de la candidata macrista, Silvia Lospennato. En el ecosistema libertario, las redes mandan. Y allí el mensaje era claro: volver a frustrar ficha limpia equivalía a jugar del lado del kirchnerismo, el rival ideal para sostener la polarización.
Hubo un giro discursivo. Se apropiaron del proyecto que Javier Milei pidió reescribir, recordaron que había sido incluido en el temario de las sesiones extraordinarias y desempolvaron su narrativa contra “los privilegios de la casta política”. Veinticuatro horas antes de la votación, inundaron Twitter con esa idea, y así llegaron al recinto.
Ezequiel Atauche, jefe del bloque libertario que responde al asesor Santiago Caputo, difundió un comunicado en el que reclamaba el compromiso firmado de todos los jefes de bloque para respaldar la ley. Al mismo tiempo, pedía discutir un proyecto inexistente para recortar las dietas de los senadores.
Dos señales en tensión: acompañar el proyecto y embarrar la cancha. “Siempre quisimos la ley”, repiten cerca suyo. “Le entregamos un triunfo a Lospennato”, argumentan ahora, con la idea de que Pro usará el supuesto pacto entre libertarios y el kirchnerismo para justificar el rechazo del proyecto.
En pleno debate, un peronista lo increpó en los pasillos del Congreso: “Vos estás muy tranquilo”. El comentario vino seguido de una apuesta: “Te juego un asado a que no sale”. Atauche se abstuvo. ¿No quiso perder?
Lo cierto es que Rovira, titiritero del gobernador Hugo Passalacqua, juega como aliado de La Libertad Avanza en el Congreso. Sus cuatro diputados y dos senadores apoyaron la Ley Bases, se retiraron del recinto cuando se votó el DNU que incrementaba los fondos reservados de la ex SIDE y frenaron con sus ausencias la creación de la comisión investigadora por el caso $LIBRA en el Senado.
Misiones lidera el ranking del puñado de provincias que reciben ATN del Gobierno. Se llevó el 15% del total de los fondos repartidos. Detrás se ubicaron Chubut ($11.500 millones), Neuquén ($11.000 millones), Buenos Aires ($10.000 millones), Entre Ríos ($6.800 millones) y Salta ($6.000 millones).
En Diputados, los cuatro referentes de Rovira apoyaron ficha limpia. En el Senado, cambió la jugada sobre el final. Mandó a sus dos alfiles -Carlos Arce y Sonia Rojas Decut- a anticipar que apoyarían el proyecto. Luego lo rechazaron. Ninguno se mueve con autonomía. Hasta último momento, esperan la señal de su jefe, que transmite su veredicto a través de un sistema encriptado. “El teléfono rojo”, bromean los suyos, resignados a ejercer un rol instrumental.
El cacique provincial es un eterno superviviente, siempre de la mano del oficialismo nacional, sin importar cuál. Sostiene su poder con el Frente Renovador de la Concordia, el partido local desde el que construyó su hegemonía. Tiene un acuerdo tácito con la Casa Rosada: desarticular a la oposición en Misiones, armar un partido a medias y evitar una competencia real en la provincia donde él manda. Todo a cambio de pax parlamentaria.
El kirchnerismo tuvo una actuación errática. El día anterior a la sesión, durante una reunión en el Instituto Patria con Cristina Kirchner y referentes legislativos -entre ellos José Mayans, Anabel Fernández Sagasti y Juliana Di Tullio-, primó la resignación. El partido ya estaba jugado. Había que contraatacar, y el caso $LIBRA entró en escena.
Esa fue la carta que jugó Mayans en el recinto, cuando intentó motorizar las interpelaciones a Karina Milei -secretaria General de la Presidencia- y Luis Caputo -ministro de Economía-, que finalmente fueron rechazadas. “Lo hicieron rápido y sin chistar”, observó un hábil operador parlamentario. ¿Anticiparon el resultado?
Los discursos de derrota, marcados por la acusación de “proscripción” al peronismo, indican que no. También las caras al ver el tablero del Senado marcar el rechazo del proyecto. Pero en el peronismo no dejaron pasar la oportunidad de transformar la caída en un mérito propio. “Lo laburamos con todos y Misiones era una posibilidad”, señaló un referente de Unión por la Patria. Un comunicado lo ratificó: “El peronismo logró frenar la proscripción de Cristina Fernández de Kirchner en el Senado”.
El macrismo es el último actor. Lospennato, candidata de Pro en la Ciudad y una de las impulsoras del proyecto, expresó su perplejidad en pleno prime time. Denunció, sin eufemismos, un pacto entre el kirchnerismo y los libertarios. “Miren a quién le sirve que Cristina pueda ser candidata”, disparó, sin nombrar a Milei pero con la mira en el corazón de su estrategia electoral.
Comentá la nota