La Corte Suprema imperfecta de Javier Milei: el tiro por la culata y una ruleta de alianzas inciertas

La Corte Suprema imperfecta de Javier Milei: el tiro por la culata y una ruleta de alianzas inciertas

Manuel García-Mansilla se pega a Rosenkrantz, el supremo que más rechaza la llegada de Ariel Lijo. La jugada fallida de Lorenzetti y un tablero en construcción.

 

Por Luciana Bertoia

El acuerdo de este jueves en la Corte Suprema duró escasos 30 minutos, pero fueron suficientes para decepcionar a Javier Milei. El Presidente guardaba alguna esperanza de que Ariel Lijo, a quien designó por decreto y sin aval del Senado, se sumara al máximo tribunal. Sin embargo, su candidato “preferido”, Manuel García-Mansilla, votó en contra de sus intereses. Se abre, de esta forma, un escenario novedoso en el que no se vislumbran alianzas cristalizadas dentro de los cortesanos.

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Milei quería tener el sábado pasado a los cinco integrantes de la Corte en el Congreso escuchando su discurso de apertura de las sesiones ordinarias. Sus deseos se cumplieron en parte. Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti –parte del elenco estable del tribunal– ocuparon las bancas. Antes, había llegado Manuel García-Mansilla, el juez que Milei nombró en comisión hasta fines de noviembre.

Sin Ariel Lijo, los cortesanos escucharon a Javier Milei en el 1M.

En el Palacio de Justicia, juegan los simbolismos. El jueves, horas después de que el Presidente firmara el decreto 137 para designar a Lijo y García-Mansilla, se reunieron los tres cortesanos. Acordaron que le tomarían juramento al decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral, una casa de altos estudios históricamente ligada al Opus Dei.

García-Mansilla estaba esperando la llamada. Cuando le avisaron que la jura se haría, salió presuroso hacia el cuarto piso. En el salón Bermejo, Rosatti –como presidente de la Corte– le tomó juramento. Lo aplaudieron los otros dos integrantes del cuerpo, un puñado de secretarios letrados y el viceministro de Justicia, Sebastián Amerio, mano derecha del asesor Santiago Caputo. Fue una ceremonia prácticamente secreta a la que no asistieron amigos ni familiares del recién llegado.

Ariel Lijo, colgado de un pincel

La suerte del otro designado quedó en suspenso. Lijo es juez federal desde 2004 y lleva muchos años recorriendo los tribunales de Comodoro Py. Tiene 56 años y 19 años por delante para ejercer la judicatura. Hace cálculos y no le cierra renunciar a su juzgado por un nombramiento precario que podría dejarlo fuera de la Corte a fines de año, si no consigue el aval del Senado.

Lijo pidió licencia para ir a la Corte. En la Cámara Federal porteña, el tribunal de apelaciones de Comodoro Py, primó la decisión de darle un espaldarazo. Los seis camaristas que la integran votaron por concederle el tiempo para que fuera a la Corte.

La acordada que rechazó el pedido de licencia de Ariel Lijo.

Este jueves, Rosenkrantz, Rosatti y García-Mansilla dejaron sin efecto la acordada de la Cámara y le dijeron a Lijo que no podía tener una “doble investidura” como juez. Tiene dos opciones: renunciar al Juzgado Federal 4 o no asumir como cortesano. Lijo contestó que no piensa dimitir y que esperará la última palabra del Senado, donde ahora tiene un futuro incierto.

La resolución de la Corte sonó también como un desafío hacia los tribunales de Comodoro Py, que ven en Lijo su desembarco en la cima del Poder Judicial argentino. Uno de los que exteriorizó esa voluntad de tener un interlocutor directo con el máximo tribunal fue Pablo Bertuzzi, que el año pasado se sinceró con La Nación: “Reúne los requisitos de ser una persona con la que tengo diálogo y que acceda a ese puesto va a permitir un ida y vuelta fluido con la Corte ante los problemas que podamos tener en la Cámara, sobre todo, en miras a la reforma por venir (en alusión a la puesta en marcha del sistema acusatorio). No es lo mismo hablar con alguien que está en la trinchera y es penalista”.

La jugada (fallida) de Ricardo Lorenzetti

Lorenzetti es el principal promotor de la llegada de Lijo a la Corte. El supremo, que trabó una buena relación con Milei, hace tiempo que está en minoría en el máximo tribunal y vio la posibilidad de sumar aliados.

La relación entre Lorenzetti y Rosatti ha sido históricamente mala. Con Rosenkrantz no se lleva mucho mejor, sobre todo después de que el 11 de septiembre de 2018 lo desbancó de la presidencia de la Corte, que había ejercido durante diez años, con un golpe palaciego.

El año pasado, Joaquín Morales Solá publicó que el Gobierno les pedía a Lijo y a García-Mansilla un compromiso: firmar una acordada que estableciera que quien debía estar al frente de la Corte era el juez de mayor antigüedad. De existir, el beneficiado sería Lorenzetti, que llegó al tribunal en diciembre de 2004.

Del texto no hubo novedades. A García-Mansilla le preguntaron por esa supuesta acordada cuando defendió su pliego ante la comisión de Acuerdos del Senado y negó su existencia.

La presidencia de la Corte es una pieza deseada. No solo por el manejo del máximo tribunal, sino también por el control del Consejo de la Magistratura, el organismo que selecciona y sanciona a los jueces y las juezas.

El juego de las alianzas en la Corte Suprema imperfecta

En la Corte, hay distintos tipos de alianzas. Hay algunas que se traban para hacer que el tribunal funcione administrativamente y otras para construir mayorías que hagan que los fallos se firmen.

Durante el gobierno de Mauricio Macri, la Corte sufrió una serie de cambios. Lorenzetti, Rosatti y Juan Carlos Maqueda –definidos por el macrismo como la “mayoría peronista”- limaron el poder del presidente del máximo tribunal, haciendo que las decisiones de superintendencia pasaran a ser colegiadas.

El juramento de Manuel García-Mansilla, tras la designación por decreto de Javier Milei. Un juez de La Pampa consideró el mecanismo como "aberrante".

Hasta diciembre del año pasado, Rosatti supo construir una alianza con Maqueda y Rosenkrantz para que la Corte funcionara. Esa mayoría no necesariamente se traducía en cuestiones jurisdiccionales. Sin ir más lejos, el fallo más relevante que firmaron los supremos en el último tiempo –el llamado fallo Levinas, que pone al Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad como órgano revisor de todo lo emanado de la justicia nacional– salió con la disidencia de Rosenkrantz y el acuerdo entre los otros tres cortesanos.

Por afinidad ideológica, García-Mansilla está más cercano a Rosenkrantz, afirman en la Corte. Ya se conocían: de hecho, el supremo fue jurado de tesis de doctorado del flamante cortesano. Cómo construirán mayorías con Lorenzetti y Rosatti es todavía un misterio.

Si hay algo que está claro es que García-Mansilla se referencia en aquellos sectores que denostan la nominación de Lijo: los que se agrupan alrededor del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires –más conocido como el “colegio de la calle Montevideo”, que reúne a los grandes estudios de la City. Victoria Villarruel suele ser habitué de sus tertulias. Incluso, la vicepresidenta encabezó un acto contra Lijo un día antes de que el juez federal fuera al Senado a defender su pliego. Públicamente, la titular de la cámara alta critica al magistrado por haber dicho que el asesinato de José Ignacio Rucci no era un crimen de lesa humanidad y, por ende, imprescriptible.

El futuro incierto de la Corte Surema de Javier Milei

Si Lijo finalmente desembarca en el cuarto piso de Tribunales, habrá qué ver cómo desarrolla su relación con García-Mansilla. En la Corte, comentaban que quien más resiste su llegada es Rosenkrantz. Hay historia en ese vínculo. En febrero de 2020, el juez impulsó una serie de medidas para investigar una denuncia anónima que indicaba que el cortesano habría cobrado sobornos a través de cuentas offshore. El supremo dijo que era una burda operación y pidió que avanzara la pesquisa.

El miércoles, un grupo de organizaciones de la sociedad civil –el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Poder Ciudadano, la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP)- pidió que la Justicia dicte una cautelar para impedir que García Mansilla se aboque al estudio de las causas que están en la Corte.

Poder Ciudadano, ACIJ, INECIP y CELS presentamos una acción judicial para que se declare la inconstitucionalidad de la designación de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla pic.twitter.com/WHa3kFT3Wm

— Fundación Poder Ciudadano (@poderciudadano) March 5, 2025

La decisión deberá ser tomada por el juez federal Alejo Ramos Padilla, que parece más enfocado en analizar el fondo de la cuestión: los nombramientos por decreto de Milei, sobre todo después de que muchos jueces y fiscales se quedaran con la impresión de que el Presidente podría hacer otras designaciones siguiendo la misma estrategia.

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