Lo que no apareció en el video de la "Gestapo" antisindical: un encuentro clandestino con la marca de Macri

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A años luz de la “reunión de trabajo” de la que habló Vidal, todos los participantes del video entraron clandestinamente al Banco Provincia. La misteriosa marca de agua en la filmación, que lleva a una agencia privada de seguridad con sede en EE.UU. y el papel que jugaron los agentes de la AFI.

 

De los 15 asistentes a la reunión en la que añoraron una Gestapo contra los gremios, ninguno se registró al ingresar al edificio del Banco Provincia en CABA. “Por órdenes superiores” no quedó asentada la identidad de los participantes. El encuentro estaba planificado como clandestino y por eso nadie dejó nombre y DNI: la razón es que los tres altos directores de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) encabezaban la deliberación y se delineaba una política de persecución. 

Las cámaras que tomaron las imágenes del salón del séptimo piso tenían la marca de agua de una empresa de seguridad, Axis, de origen norteamericano, que no figura como proveedora del Banco Provincia. Ni esa empresa ni ninguna otra, aparecen como instaladoras de cámaras internas dentro de ese salón o de algún otro del edificio tradicional de la entidad bancaria. Una alternativa es que las cámaras -que tenían memoria propia y no requerían de cables- las haya instalado la misma AFI, en un asombroso operativo de inteligencia destinado a espiar a cualquiera que se reuniera allí, incluyendo a los propios integrantes de Juntos por el Cambio. La otra posibilidad es que haya actuado una empresa de seguridad que habría jugado a dos puntas: brindándole servicios al banco y al mismo tiempo pasándole las imágenes a la AFI. De todos modos, en los dos casos, el espionaje lleva la firma de los titulares de la central de espías, Gustavo Arribas -el amigo más tramposo de Mauricio Macri- y Silvia Majdalani. 

La grabación misma desmiente la idea de que era "una reunión de trabajo" habitual. El examen del contenido del encuentro evidencia que los hombres de la AFI y el ministro de Trabajo de Vidal le propusieron a los empresarios que le tiendan una trampa a Juan Pablo Pata Medina, dirigente de la Construcción: que les paren las obras con cualquier excusa y ellos -los funcionarios de Inteligencia- filmarían la reacción para después presentar las imágenes a la justicia: “la cuestión judicial la tenemos arreglada. No los estamos invitando a un carnaval para ver qué sale”, remató el ministro Marcelo Villegas, garantizándoles la actuación de jueces y fiscales que “ya están arreglados”. Todos estos elementos desmienten a la exgobernadora bonaerense y actual diputada nacional María Eugenia Vidal, en la endeble defensa que intentó con su reaparición.

Ninguno quedó registrado en el Bapro

El encuentro del séptimo piso del edificio de Bartolomé Mitre y San Martín tenía un fuerte contenido clandestino. Eso es lo que explica que cuando los participantes iban llegando, fueron recibidos por personal de Relaciones Institucionales del Bapro y los hacían pasar sin registrarse. Como es obvio, toda persona que entra al principal y más tradicional edificio del banco, debe dejar su nombre, DNI y el motivo de la visita. Nadie de otro organismo del Estado entra libremente a ningún edificio público.

Eso no ocurrió el 15 de junio de 2017. No sólo estuvieron funcionarios bonaerenses sino los tres altos directores de la AFI: el jefe de Gabinete, Darío Biorci, el director de Contrainteligencia, Diego Dalmau Pereyra, y el director de Jurídicos, Sebastián De Stefano. Quienes conocen de inteligencia afirman que nunca en la historia se expuso de esa manera a tres cargos del máximo nivel de la central de espías, reuniéndolos con personas ajenas a la AFI.

En teoría, en una reunión habitual de trabajo, no hay razones para ingresos clandestinos. Pero en este caso está claro que los hombres de la AFI entraron autorizados, de manera que no se puede argumentar que no se sabía que estaban allí. Además, llevaron la voz cantante en gran parte de la reunión.

Dónde atendía Vidal cuando no iba a La Plata (casi siempre)

Es muy conocido que María Eugenia Vidal iba poco y nada a La Plata. Sus dos sedes principales de reuniones estaban en el edificio tradicional del Bapro y en la llamada Torre, que queda justamente enfrente.

De manera que era habitual que se hicieran reuniones en esos salones y en oficinas de los pisos más altos de la Torre. O sea, si el propio gobierno bonaerense quería grabar los encuentros, esos eran los lugares para poner cámaras. Pero, por supuesto, si la Casa Rosada quería espiar a los propios de la Provincia de Buenos Aires, allí era donde había que poner las cámaras.

Hubo algo que interrumpió toda esa dinámica: cuando Juntos por el Cambio reformó las jubilaciones de los empleados del Bapro, a fines de 2018, la indignación de los trabajadores fue tan fuerte, que ni Vidal ni los demás funcionarios pudieron volver a pisar las dos sedes del Bapro.

A partir de ese momento, la exgobernadora no decidió volver a hacer base en La Plata, sino que se armó una nueva oficina, en avenida Libertador, en el Museo Ferroviario. Es decir que las dos sedes del Bapro dejaron de ser un objetivo de espionaje.

El misterio de Axis

A primera vista, las imágenes de la reunión de nostálgicos de la Gestapo, tienen una marca de agua de la empresa de seguridad, Axis. Los directivos serán citados esta semana por la Comisión Bicameral de Seguimiento de los Organismos de Inteligencia, que preside Leopoldo Moreau.

Axis es de origen norteamericano, está vinculada a una consultora, Russell Bedford, y con otra empresa de seguridad denominada Exanet. Por ejemplo, instalaron 800 cámaras en Vicente López, municipio gobernado por el PRO, más precisamente por Jorge Macri, que también fue titular del Grupo Provincia. Fuentes cercanas al primo del expresidente Macri le dijeron a este diario que él no tenía injerencia en el banco mismo, porque sus funciones eran otras. Axis también puso cámaras en otros distritos gobernados por el PRO en aquella época, Pilar y Quilmes.

Sin embargo, en la contabilidad del Bapro no figura Axis ni Russell Budford ni Exanet como proveedores, de manera que si las cámaras las puso la empresa que figura en la marca de agua, no se habría hecho oficialmente, o se hizo de manera clandestina o borraron los registros.

Y el tema principal, en ese caso, es explicar cómo aparecieron las imágenes en una computadora de la AFI, donde las encontró la interventora Cristina Caamaño. Ella presentó todo a la justicia.

Podría haber una explicación: la empresa de seguridad trabajaba para el banco, pero también le pasaba las imágenes a la AFI. En ese caso, suena un poco raro que dejara la prueba de la marca de agua. Tendrán que aclarar todo ante la Bicameral.

Las Cámaras desaparecieron cuando se fue Vidal

En la AFI están seguros que las cámaras fueron instaladas por la propia central de espías, aunque están esperando el regreso de vacaciones de uno de los técnicos especializados. Así lo reveló este sábado la interventora Caamaño.

Las cámaras son autónomas, es decir que tenían su propia memoria y una magnífica calidad de sonido. El traspaso de las imágenes a la AFI pudo haberse hecho por el sistema bluetooth, es decir de manera remota. O también mediante una conexión a establecer cada tanto.

Pero todo esto requería una autorización del gobierno bonaerense, dado que las cámaras se veían: ¿por qué le darían el visto bueno a la AFI para que los espíe? ¿había un plan conjunto de espionaje? Hay algo seguro: las cámaras no estaban antes -en la administración de Daniel Scioli-, no están en la actualidad y tampoco se encontraron al asumir Axel Kicillof el 10 de diciembre de 2019.

El pez por la boca muere

Está claro que no se trató de “una reunión de trabajo habitual” porque se hizo con cierto nivel de clandestinidad en razón del contenido. Vidal trató de usar el argumento de que el "Pata" Medina era un mafioso y que el encuentro tenía como objetivo ponerle fin a su influencia en el gremio de la construcción. En verdad, para lograrlo, bastaba con ir a la justicia y presentar puebas.

Pero la reunión tuvo otro sentido y basta con ver la transcripción de lo que se dijo:

Biorci (AFI): “Se hace una parada a propósito de las obras, generamos la reacción del sindicato, el sindicato va a apretar, va a generar una respuesta y nosotros (la AFI) los vamos a estar grabando”.

Villegas (Ministro de Trabajo): “Nosotros tomamos el recaudo de asegurar primero la cuestión judicial. No estaríamos hablando con ustedes (los empresarios) dos ministros, un viceministro, un senador, un intendente, funcionarios del gobierno nacional (los de la AFI), si no tuviéramos arreglada la cuestión judicial. No lo estamos invitando a un carnaval para ver qué sale”.

Espionaje ilegal, la marca del macrismo

Es nítido que la grabación de la reunión fue parte del espionaje puesto en marcha por la Casa Rosada. O las cámaras fueron puestas directamente por la AFI, con el visto bueno del gobierno bonaerense, o las imágenes igual se las proveía la empresa prestadora, con o sin el ok de la administración de Vidal.

Lo que se percibe es que el espionaje era la regla, con la cabeza en Macri y su íntimo amigo Arribas, pero que también era moneda corriente en el gobierno de La Plata. Eso es lo que explica que Vidal y otros funcionarios bonaerenses tenían los celulares encriptados provistos y pagados por la AFI (ver aparte). Y también se verifica en los dos audios atribuidos y no desmentidos al subcomisario Hernán Casassa, que contó el funcionamiento de una mesa judicial bonaerense, que se reunía en La Plata, en el edificio del Bapro en CABA y en la propia AFI. La diferencia es que, en muchísimas ocasiones, la AFI macrista espiaba también a los propios, entre ellos a los bonaerenses.

Si se verifica que filmaron la reunión del Bapro, pero además siguieron a Diego Santilli, le plantaron una empleada doméstica en la casa, le sacaron fotos a Rodríguez Larreta, le intervinieron los teléfonos al obispo de Lomas de Zamora, Jorge Lugones, pidieron informes sobre Scioli, su jefe de Gabinete, Alberto Pérez, Roberto Baradel, investigaron a los dirigentes de pilotos y aeronavegantes, a hombres claves de la Aduana -todo sin orden judicial- y vigilaron hasta a la hermana de Mauricio Macri, Florencia, no se puede argumentar -como hizo Vidal- que el expresidente no fue el que dio las órdenes, sino que un poder autónomo, cuentapropista, mandó a concretar todas estas operaciones en simultáneo. Es evidente que hubo una política de espionaje ilegal puesta en función de perseguir opositores. Incluso a los que, dentro de su propia fuerza, barajaban la idea de que él no fuera el candidato presidencial. Todo indica que las cosas no terminaron aquí: la interventora Caamaño dio orden de revisar todas las computadoras y servidores para verificar la existencia de más videos.

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