2009, 2013 y 2017: los antecedentes que mira Rodríguez Larreta para alentar que haya un candidato peronista en la provincia de Buenos Aires

2009, 2013 y 2017: los antecedentes que mira Rodríguez Larreta para alentar que haya un candidato peronista en la provincia de Buenos Aires

El caso más reciente, muy probable a repetirse, es el de Florencio Randazzo. Sin embargo, hace 16 años que el kirchnerismo no gana una elección legislativa en tierras bonaerenses y siempre hubo una figura vinculada al PJ que resultó clave para impedirlo.

El dato impacta. Hasta cuesta creerlo y obliga a un repaso por las estadísticas para verificarlo. Sobre todo luego de doce años habitando la Casa Rosada, siendo la provincia de Buenos Aires -bastión peronista por excelencia- la principal responsable de esos tres mandatos que lideraron Néstor y Cristina Kirchner. Pero la última vez que el kirchnerismo ganó en el distrito bonaerense en una elección legislativa fue hace 16 años.

Corría el año 2005. Néstor Kirchner, luego de ser consagrado presidente, buscaba imponerse como líder peronista en Buenos Aires y enfrentó a Eduardo Duhalde, quien por entonces manejaba los hilos del PJ provincial y había allanado el camino para que el gobernador de Santa Cruz llegara a la Casa Rosada. El kirchnerismo, con su sello Frente para la Victoria, dirimía la conducción con el duhaldismo, que llevaba el escudo del PJ. Comenzaba un cambio de época en la provincia con más peso político de la Argentina.

Los nombres que competían no dejaban dudas de lo que estaba en juego: por el Senado, Cristina Kirchner encabezaba la boleta del oficialismo e Hilda “Chiche” Duhalde la del frente justicialista. Sería un triunfo arrollador de la futura presidenta (45,77% contra 20,43%) y marcaba el final del poder del ex gobernador. La fuga de dirigentes que pasó luego del duhaldismo al kirchnerismo confirmó el liderazgo de Néstor Kirchner y el comienzo de una nueva era en el peronismo.

Aquella victoria sería tan fundacional como inédita. El kirchnerismo no volvería a ganar una elección legislativa en la provincia de Buenos Aires. Sí lo hizo en las presidenciales de 2007 y 2011 cuando Cristina Kirchner fue electa y revalidó su mandato y en 2015, con Scioli como candidato a la Casa Rosada y Eduardo “Wado” De Pedro encabezando la boleta de diputados.

Estos datos mira Horacio Rodríguez Larreta para impulsar que este año haya un postulante peronista no kirchnerista como opción al Frente de Todos. Al no haber boleta presidencial que arrastre, está seguro de que alguien con ese perfil le “muerde” más al Gobierno que a la oposición y le parece necesario que se presente para que Juntos por el Cambio tenga chances de ganar en un distrito clave.

Los antecedentes son favorables. Tan favorables que el último, en 2017, repetirá protagonista. Florencio Randazzo, bautizado como el hombre que reaparece los años impares, confirmó que será candidato a diputado representando a la extinta tercera vía que popularizó Sergio Massa. Estará acompañado en el armado por Roberto Lavagna, Juan Manuel Urtubey y Graciela Camaño, entre otros actores de la política y la sociedad civil.

En el equipo del jefe de Gobierno porteño la noticia no sorprendió -desde hace un tiempo que hay conversaciones con el ex ministro del Interior y Transporte- pero sí llevó tranquilidad. Los datos de 2017 son contundentes. En la categoría senadores, donde Randazzo con sello propio, su espacio (Cumplir) obtuvo 500.945 votos (5,29%) y la diferencia entre Esteban Bullrich, candidato de Cambiemos, y Cristina Kirchner, de Unidad Ciudadana, fue de 382.626 sufragios. El ex ministro de Educación obtuvo 3.912.526 votos (41,35%) y la Vicepresidenta 3.529.900 (37,31%).

En diputados se dio una situación similar. Eduardo “Bali” Bucca encabezó la boleta de Cumplir y consiguió 485.138 votos (5,20%). Graciela Ocaña por el oficialismo sacó 3.930.406 votos (42,15%) y Fernanda Vallejos por la principal oposición 3.383.114 votos (36,28%). La diferencia esta vez no fue menor a la cantidad de sufragios de la opción peronista no kirchnerista pero se acercó: 547.292.

En 2013 la disputa estuvo atravesada por un momento bisagra. Sergio Massa decidía romper con el kirchnerismo y presentarse como opositor con el Frente Renovador, espacio peronista que aglutinaba dirigentes que también huían de las filas del oficialismo. Fue el propio Massa, que venía de ser jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, quien encabezó la boleta en la provincia de Buenos Aires y compitió contra Martín Insaurralde, elegido de la entonces presidenta que contó con todo el respaldo del PJ y hasta consiguió una foto con el papa Francisco en Brasil durante la campaña.

Aunque probablemente lo que más pesó en la contundente victoria de Massa fue el cambio en el humor social, que se confirmaría en 2015 con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia, nuevamente el kirchnerismo sufría una derrota en el terruño bonaerense de la mano de un actor peronista.

 

Ese año, Massa obtuvo 3.943.056 votos (43,95%) e Insaurralde 2.900.494 (32,33%). La diferencia entre ambas fuerzas se explica por los 1.050.608 votos (11,71%) cosechados por el Frente Progresista, Cívico y Social que llevó a Margarita Stolbizer como primera candidata. Se instalaba así una tendencia en los comicios bonaerenses -se verá más claro en el 2009-, en la que la elección se polariza entre dos espacios pero siempre hay un tercero que, con un importante aluvión de votos, indirectamente define la contienda.

Posiblemente la derrota más recordada del kirchnerismo sea la de la elección que protagonizaron Francisco De Narváez y Néstor Kirchner en el 2009. No solo porque fue el ex presidente el que encabezó la boleta del Frente para la Victoria acompañado de Daniel Scioli, en ese momento gobernador bonaerense, sino porque el Gobierno había decidido adelantar los comicios de octubre a junio para evitar una derrota aún mayor.

Así y todo, el empresario, que tuvo un paso fugaz por la política, se impuso por un margen muy estrecho: 2.606.632 votos (34,68%) contra 2.418.104 (32,18%). Si bien el espacio al que representaba De Narváez se denominó Unión-PRO en alianza con el partido de Mauricio Macri, el hombre de negocios siempre se mostró más identificado con el peronismo no kirchnerista y quien lo secundó en la lista fue Felipe Solá, de sobrada trayectoria en el PJ.

El otro dato clave para entender el rechazo que hubo ese año a la opción kirchnerista es la destacable elección que realizó el Acuerdo Cívico y Social que llevó como candidatos a Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín, que obtuvo 1.613.037 votos (21,46%). Es decir que, complementados, Unión-PRO y la opción socialista cosecharon 4.219.669 sufragios, el 56,14% del total.

El 2021 llega más polarizado que años electorales anteriores y se espera que el Frente de Todos y Juntos por el Cambio acaparen, como pasó en 2019, entre el 70% y el 80% de los votos. Es en el margen restante al que apuesta Horacio Rodríguez Larreta para que una tercera opción peronista se consolide y le saque sufragios al Gobierno. Sin embargo, el objetivo es ambicioso: en la última elección -que no debe medirse con la misma vara porque fue presidencial y el factor arrastre es muy grande- el kirchnerismo obtuvo 5.113.359 votos (52,64%) y Cambiemos 3.668.580 (37,77%).

Revertir esta diferencia no será fácil pero las estrategias de uno y otro lado de la grieta están claras. La oposición buscará capitalizar el desgaste de la pandemia, los números en rojo (inflación, pobreza) y los constantes errores en política exterior que protagoniza Alberto Fernández. Del otro lado, el oficialismo querrá apelar a los años de Macri en el poder, mostrará el avance del plan de vacunación y buscará nacionalizar la campaña concentrándola en el Presidente, Cristina Kirchner, Axel Kicillof, Santiago Cafiero y Eduardo “Wado” De Pedro.

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