Tensiones en Juntos por el Cambio: ¿riesgo de ruptura o estrategia electoral?

Tensiones en Juntos por el Cambio: ¿riesgo de ruptura o estrategia electoral?

En las últimas semanas, dirigentes opositores se lanzaron acusaciones cruzadas. Además, enuncian diferentes diagnósticos y discursos de cara al futuro. Hasta qué punto pueden escalar las diferencias y cuáles son los riesgos.

 

La reaparición de Mauricio Macri en la escena pública coincidió con un pase de facturas cada vez más creciente dentro de los referentes de Juntos por el Cambio. El expresidente brindó una serie de entrevistas en la que hizo un balance de su gobierno y esbozó alguna autocrítica. Aunque, en otros pasajes, fue más bien una crítica al ala “filoperonista” de la gestión Cambiemos, encabezada por Rogelio Frigerio y Emilio Monzó.

Las diferentes visiones dentro de Juntos por el Cambio no se detienen allí. El balance sobre lo sucedido en el gobierno, los diagnósticos sobre el país, la relación con el gobierno actual y las propuestas hacia el futuro también son disímiles.

En el juego de halcones y palomas, Patricia Bullrich acompaña a Macri en las posiciones más duras frente al gobierno. Del otro lado, Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Martín Lousteau se muestran más componedores. Igualmente, tanto Rodríguez Larreta como Lousteau han tenido experiencias en los últimos meses que los hacen desconfiar de los acuerdos que puedan lograrse en este contexto. Para el primero, la quita de coparticipación fue un antes y un después. Para el segundo las prácticas en el Senado y sus constantes cruces con la presidenta del cuerpo, Cristina Kirchner.

Estas tensiones que se expresan tanto por lo bajo como sobre la superficie, sin embargo, pueden tener un componente positivo en el futuro. Esto radica en la configuración de la oferta electoral actual, con dos grandes espacios que concentran gran parte de la representación política.

 

En 2019, entre el Frente de Todos (48,2%) y Juntos por el Cambio (40,3%) obtuvieron el 88,5% de los votos. Desde el retorno de la democracia, solo en 1983 los dos principales candidatos sumados obtuvieron más votos. Algo similar se puede ver en la Cámara de Diputados: de los 257 diputados, 235 pertenecen a uno de estos dos espacios.

Este escenario puede definirse como una suerte de bipartidismo de coalición. Aunque incipiente, ya que debe reafirmarse en las sucesivas elecciones. Pero al existir dos grandes espacios que buscan captar buena parte del electorado, el riesgo de cada uno debe ser evitar las posibles fugas, tanto de votantes como de dirigentes.

En el caso de Juntos por el Cambio, existe un riesgo de fuga “por derecha”. Hasta el momento el apoyo electoral fue a lo sumo marginal, pero las figuras de José Luis Espert, Javier Milei y otras alternativas autodenominadas libertarias buscan instalarse. El retorno de Ricardo López Murphy también opera en ese sentido, aunque no se descarta que se integre a Juntos por el Cambio.

A su vez, también existe un riesgo de fuga por el centro. Es decir, aquellos votantes moderados o independientes, que pueden haber votado por Macri en 2015 y por Alberto Fernández en 2019. “Cuando Cristina puso a Alberto de candidato, el votante moderado descontento con Macri respiró aliviado. Le dieron un motivo para votarlos. En cambio, en ese momento nosotros llamamos a Pichetto, que se volvió más radicalizado y de derecha”, confiesa, en tono de autocrítica, un dirigente de Juntos por el Cambio de primera línea.

En definitiva, estas tensiones actuales en el principal espacio opositor pueden ser funcionales para contener un amplio espectro en un año no electoral. También es cierto que estas diferencias no son impostadas para contener votantes, sino que son reales. La clave será desarrollar el año que viene una estrategia electoral consistente y coherente para mantener y ampliar el caudal de votos sin generar una ruptura.

En este sentido, pueden ser útiles las primarias para dirimir candidaturas. En el contexto de crisis económica y de pandemia, se ha puesto en duda la realización de las PASO del año que viene. El oficialismo podría esbozar los argumentos económicos y sanitarios para evitar las urnas, aunque lo cierto es que las PASO demostraron ser más funcionales a la oposición que al oficialismo desde que se implementaron.

En los encuentros virtuales que mantienen los líderes de Juntos por el Cambio aún no se ha hablado de nombres propios para las candidaturas. Pero lo que sí puede imaginarse es que las primarias ya no sean entre candidatos del Pro, la UCR y la Coalición Cívica por separado. Es posible imaginar halcones o palomas de uno y otro lado compartiendo boleta, en un intento de institucionalizar la coalición.

Los propios radicales reconocen que durante el gobierno de Cambiemos no funcionó como una coalición en el Ejecutivo y que la administración fue del Pro. Pero también saben que el fracaso del gobierno los acercó. Hoy ven un riesgo de fractura del espacio incluso menor al que hubo durante el paso por la Casa Rosada.

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