La semana negra del PJ bonaerense: diáspora y una Vidal todopoderosa

La semana negra del PJ bonaerense: diáspora y una Vidal todopoderosa

La gobernadora se fortaleció por el pacto fiscal. Los peronistas no logran resolver el recambio en el partido.

La diáspora propia, el todo poder ajeno. El peronismo de Buenos Aires, que supo jactarse de imbatible, tuvo su semana negra: se aventuró a una bestial batalla interna mientras María Eugenia Vidal se anotó un fenomenal triunfo político.

Verdugo serial, la dama de Morón destronó al peronismo en 2015, fue la candidata alegórica contra Cristina Kirchner este año y el jueves se adueñó de un arsenal económico que en lenguaje pejotista se traduce con crudeza: "No le ganamos nunca más".

Trece gobernadores peronistas firmaron, en defensa propia, pero sabedores del superpoder con que dotan a Vidal, la creación de un megafondo que reemplazará al Fondo del Conurbano que en 1991 pactaron Carlos Menem y Eduardo Duhalde.

Expansiva, Vidal podrá emular el multimillonario florecer duhaldista en los tempranos noventa. Como el lomense, no deberá compartir con los municipios los millones extra -en 2019, serán 44 mil millones- que irán a "programas sociales y obras" en el conurbano.

La redacción recrea, casi al detalle, el formato Duhalde. Un alcalde que reclamará limitar la discrecionalidad en el uso, hizo el cálculo: desde el 1 de enero, por el neo-fondo del conurbano, Vidal tendrá $ 57 millones diarios.

En 2019, año en que se eligen -o reeligen- presidente y gobernador, la gobernadora dispondrá de 120 millones por día para destinar a su antojo. Muerto el Fondo del Conurbano, del artículo 104 viva la "Compensación bonaerense" que seguirá ad eternum actualizada por inflación desde 2020.

El pacto fiscal se firmó al mediodía. Esa medianoche, en la sede del PJ de la calle Matheu, la cofradía peronista discutió, sin éxito, una lista de unidad para la elección de autoridades partidarias. El ring quedó con Fernando Espinoza de un lado con banca de La Matanza y un scrum de intendentes enfrente con Gustavo Menéndez -Merlo- como candidato y Fernando Gray -Esteban Echeverría- de futuro recambio.

El martes es último plazo para fusionar listas. En criollo: para que uno se baje. Sin escarbar en lo jurídico, en lo político Menéndez luce más sólido porque reúne alcaldes, sindicalistas como Pablo Moyano, al Evita y algún K como Cristina Fioramonti , mujer de Carlos Kunkel.

Máximo Kirchner terció hasta avanzada la madrugada a favor de Espinoza. Al notar que los intendentes se alineaban enfrente hizo replegar a Walter Festa, alcalde de Moreno que bajó su postulación a favor del matancero. "No podemos ir a una interna", se despidió Festa.

Mario Ishii, anfitrión de Cristina en José C. Paz, hizo lo mismo. La Cámpora no puso gente en ninguna boleta. Suena lógico: Cristina, la jefa, desmereció al PJ y creó Unidad Ciudadana como marca electoral, remake de Unidos y Organizados, la agrupación que Cristina impulsó tras el 54% de 2011 y suponía jubilar al PJ.

Hace dos semanas, Cristina habló con Menéndez y le dijo que no se metería en la interna. Martín Insaurralde le dijo que los intendentes no querían que Espinoza reelija al frente del partido. "¿A quién proponen?", preguntó Cristina. "Al Tano Menéndez o a Fernando Gray", precisó el lomense. Cristina asintió pero el dispositivo K que opera desde el Instituto Patria remó hasta último minuto para que Espinoza siga en el PJ.

El quiebre se había cristalizado el martes cuando los diputados y senadores ligados a los territorios votaron el presupuesto 2018 de Vidal, al que se opuso el camporismo. Si Cristina reprocha ese gesto "de gobernabilidad" a los alcaldes lo mismo debería hacer en la mesa familiar de fin de año con su cuñada, Alicia Kirchner, que avisó que el martes pasará por Casa Rosada a firmar el Pacto Social.

La riña doméstica del PJ mientras avanzan las reformas laboral y previsional tiene un dejo nostálgico porque hace 30 años el PJ volvía a gobernar la provincia. Menéndez se declara cafierista y cuenta que en los '80 el dirigente hacía reuniones secretas en su casa. Lo invoca como un designio político que tiene su lado celestial: el vínculo con el Papa Francisco que tejió militando la "Laudato Si" con el Pacto de Padua.

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