La posibilidad de que la Corte confirme la condena de la ex presidenta puso en alerta al kirchnerismo. Axel Kicillof busca la unidad del espacio, pero sin ceder ante La Cámpora. El espejo de 1985. Los intendentes alineados con el gobernador plantean jugar a fondo, con candidaturas testimoniales incluidas. Karina Milei pide nombres de todo tipo para las listas y no anticipa la decisión sobre la provincia.
Por: Jesica Bossi.
El escenario electoral de la provincia de Buenos Aires se volvió tan impredecible que ni siquiera la única candidatura confirmada está confirmada. Cristina Kirchner anunció, como nunca antes con tanta anticipación, que competirá por la tercera sección electoral pero la expectativa de una definición de la Corte Suprema que la podría dejar fuera de carrera lleva al punto cero las estrategias.
En el equipo de Axel Kicillof trabajan con varias hipótesis. El principio rector es arribar a un acuerdo de unidad bajo lineamientos que fortalezcan su postura y la de los intendentes que lo acompañan. Son más de 40, de un total de 84, pero detentan la mayor representación poblacional. Sería la primera vez que la ex presidenta se siente en una mesa de negociación que no monopoliza. Lo hace, justamente, porque no está en condiciones de imponer como en otros tiempos.
Las señales de esa debilidad se traducen en pequeños detalles, en rituales que ya no se cumplen, en tensiones. El vodevil de la última semana fue la coordinación de una llamada telefónica entre ambos. Ella insistía con mensajes enviados a través de Mariano, su secretario privado. Él no la quería atender, con la excusa de complicaciones de agenda, pero la realidad –transmitida por testigos directos- es que pensaba que responder era caer, otra vez, en una trampa.
Cristina no reconoce a pares, y Kicillof quería evitar el maltrato de una jefa que más de una vez lo puso entre la espada y la pared. El martes, por la tarde, en la gobernación estaba reunido con un grupo de unas 15 personas, entre funcionarios e intendentes, cuando entró “Nico”, su secretario, para advertirle sobre otro intento de comunicación de la ex presidenta. Pero él, nada.
Desde Lomas de Zamora, Federico Otermin, alineado con el Instituto Patria, lo contactó para que abandone el amotinamiento. Habían pasado largas horas a partir de que Mayra Mendoza, vocera de los intereses cristinistas, había proclamado un llamado inminente. Los que rodean a CFK se encargan de explicar que ella está dispuesta a dialogar y remarcan la sensibilidad de su situación procesal. Si se confirma su condena por el caso Vialidad antes del cierre de listas, no podrá anotar su postulación.
Eso abre un panorama complicado para La Cámpora:
- Pierde su principal carta a la hora de presionar por lugares.
- No necesariamente si se cae la candidatura de CFK en la tercera sección, será reemplazada por alguien de su espacio.
- El diseño de la campaña electoral, anticipan en el peronismo, no puede estar basado solo en la defensa de la ex presidenta y la denuncia de lawfare.
No hay una dimensión clara en el PJ de cómo puede impactar un fallo adverso pero sí es evidente que los obliga a cerrar filas. La figura que podría oficiar de relevo, al menos según observan sectores cercanos a Kicillof, es Verónica Magario, vicegobernadora, estandarte de La Matanza y de cierta llegada a Cristina.
Acto de Kicillof en La Plata
El Movimiento Derecho al Futuro, creado para sustentar el operativo Axel 2027, está preparado para ser usado como herramienta electoral en caso de no sellar una alianza. Si bien el ánimo preponderante conduce a conservar la unidad, hay un ala dura que mantiene otra posición. La encarnan dentro del gabinete Andrés Larroque, ministro de Desarrollo de la Comunidad, y el más aguerrido de los jefes comunales, Jorge Ferraresi, de Avellaneda. Es curioso porque ambos formaron parte del riñón de los Kirchner, y con la misma intensidad que antes bancaban, hoy piden romper.
Los que prefieren dinamitar los puentes sostienen que el peronismo –por estructura y arrastre de los intendentes- puede ganarle, en general, a listas de Cristina. Eso derivaría en que La Libertad Avanza salga primera en la provincia, pero que la ex presidenta quede tercera, completamente fuera del juego del poder.
“Sería como en 1985”, compara un dirigente. En aquel entonces, el peronismo bonaerense fue divido detrás de dos figuras icónicas: Herminio Iglesias, jerarca de la ortodoxia, y Antonio Cafiero, de la renovación, el ganador del duelo. Si bien se quedó con el en segundo puesto, detrás del radicalismo (gobernaba Raúl Alfonsín), marcó su ascenso en el liderazgo del PJ hasta llegar a la gobernación, dos años más tarde. La película completa no terminó tan bien para Cafiero porque cuando muchos imaginaban que los aires de cambio lo iban a llevar a la presidencia, llegó Carlos Menem y le arrebató el sueño entre las manos.
De todas maneras, la disputa entre acuerdistas y rupturistas hoy se salda a favor de los primeros, prima la apuesta conservadora en miras a los dos años que quedan de mandato.
En los cálculos de la mesa política de Kicillof consideran que llegar a 38 puntos en total sería un buen piso para dejar en pie la aventura presidencial. Con 40 se aseguran un triunfo, pero nadie se arriesga a tanto exitismo. El peronismo/kirchnerismo no sale victorioso en las elecciones intermedias desde 2005, cuando Cristina batió a Chiche Duhalde, en la primera gran guerra que libró Néstor.
Cristina Kirchner junto a Fernando Espinoza, intendente de La Matanza
La lógica de los votos sigue históricamente la siguiente premisa: el PJ debe sacar la suficiente diferencia de caudal en la tercera sección (la más populosa), para compensar malos resultados en el resto. En la primera, con perder por muy poco o ganar por apenitas, es suficiente. Eso le reporta un triunfo a nivel general.
En ese caso, la proyección de intendentes es que en la tercera sección estarían alrededor de los 45 y 46, lo que no les alcanzaría para el resultado global, como en 2021. Al Gobierno le asignan, a priori, entre 32 y 35, en ese mismo lugar. No se ven con demasiada chance en la primera, pero sí en mejor situación en la octava, donde Julio Alak se hizo del municipio de La Plata.
En la mirada de los alcaldes que apoyan a Kicillof, la figura de Cristina no suma. “En la tercera, no hay duda que ganamos, incluso si vamos con el Gato con Botas”, grafica uno del sur. De hecho, se atribuyen que miden mejor ellos que la ex presidenta en sus distritos. Es por eso que hay intendentes que se toman en serio la posibilidad de ir de testimoniales, como primeros en la nómina de concejales, para ejercer tracción con más potencia.
El aparato será exigido al máximo, de abajo hacia arriba, porque el poder municipal anhela volver a las viejas épocas de la dinámica de la vida política, como el duhaldismo, que daba relevancia a los intendentes a la hora de la toma de decisiones territoriales. Ven en esta elección una ventana de oportunidad para modificar las reglas que puso el kirchnerismo, es decir, el dedo de Cristina o, en su defecto, el de Máximo. El hijo de la ex presidenta, enfrentado desde hace años con Kicillof, quedó relegado de la instrumentación del acuerdo por las listas. Nadie sabe si tomará la posta, si es que su madre termina presa por la ejecución de la pena.
El cara a cara entre Cristina y Axel estuvo lleno de desconfianza. Fue duro, como el pase de reproches entre una pareja que es obvio no va a funcionar pero lo continúa intentando. La intención es delegar la artesanía del acuerdo en emisarios de ambos lados, y dejar establecidas las normas que regularán el pacto. El gobernador exigió además apoyo político y legislativo para su gestión, y llevar el comando de la campaña.
Cuesta imaginar que la ex presidenta se someta a los criterios de una estrategia que no sea la suya, como también el despliegue de una actividad armónica en el medio de recelos y enemistades. Otro desafío será encontrar un nombre del frente que los englobe. Por caso, son cada vez más los que solicitan dejar de lado rótulos como “Unidad Ciudadana” o “Unión por la Patria” para volver a llevar la palabra “peronismo” en algún lado. “Nosotros tenemos que tratar de ir con todo por nuestros votos, no vamos a sacar nada por afuera, así que hay que dejarse de joder y presentarse directo, con nuestra esencia”, describe un operador.
Daniel Parisini, conocido como Gordo Dan
Mientras, en el Gobierno se divierten con el casting de candidatos libertarios porque es gratis. La fantasía de hacer competir a Daniel Parisini, popularmente conocido en redes como el Gordo Dan, o a Iñaki Gutiérrez, el community manager del Tik Tok del Presidente, son pompas de jabón lanzadas al aire. Es probable que decante en una postulación de contraste: simular un David contra Goliat. Ese esquema sirve, esencialmente, si está Cristina en la boleta.
De todas maneras, no hay prisa en Karina Milei para inclinarse por una decisión. El anticipo del anuncio de la ex presidenta no adelanta ningún plan. Ahora está más enfocada en el desenlace de este domingo en Misiones, en lo que sigue en Formosa y, en paralelo, en un eventual acuerdo con los radicales en Corrientes, donde se elige gobernador. Estos días estuvo con Gustavo Valdés.
El miércoles a la nochecita la hermana del Presidente recibió en su despacho a Lule Menem, su armador nacional, y a Sebastián Pareja, el coordinador provincial. “Traigan nombres”, fue la instrucción. Eso implica arrimar referentes de todo pelaje, outsiders y no tanto, alineados con los sectores “territoriales” (es decir, de Pareja) y los “digitales” (las Fuerzas del Cielo, promovidas por Santiago Caputo). De gente “sin pasado” a dirigentes “con volumen”, o sea, en el menú hay de todo.
Sebastián Pareja, Karina Milei y Martín Menem
No fue una semana fácil en la Casa Rosada. El conflicto en el Hospital Garrahan, en principal centro pediátrico del país, es el mascarón de proa de otras protestas relacionadas con los salarios. Los gremios vienen alertando sobre la decisión del Gobierno de no homologar subas por encima del 1% mensual y eso funciona como una olla a presión del conflicto social.
El rostro humano de los médicos –muchos sin siquiera sindicalización o posición partidaria- y las historias de pacientes que piden por el financiamiento del hospital fueron mucho más eficaces que las voces oficiales para disputar la discusión pública. Es mucho más fácil para el oficialismo atacar a caciques con mala imagen como Roberto Baradel o Hugo Moyano, pero en esta pelea no había un villano a la vista.
Las jubilaciones se suman a la lista de temas sensibles. Otra vez Javier Milei queda expuesto al costo de un veto por el aumento de haberes y la gimnasia desgastante de tener que conseguir un tercio de los votos para sostener la posición en la Cámara de Diputados. El relajo en la praxis parlamentaria hizo que no previeran que la oposición iba a reunir las manos para el quórum y asestarle un gol al Gobierno.
La complicación de los planes oficiales es lo único a lo que pueden apuntar hoy sectores en contra de LLA porque no hay líderes de otro lado que capitalicen el malestar que se genera por la caída del poder adquisitivo y los problemas de empleo.
En el peronismo no ven que se enturbie la performance del Gobierno en las elecciones, especialmente en octubre, pero marcan esa fecha como el inicio de una nueva etapa. No auguran sostenibilidad en la fórmula mágica de baja de la inflación y dólar barato, sin ingreso de divisas.
Milei, lejos de los ecos de la coyuntura, se abrazó nuevamente a su aliada Georgia Meloni, en Roma, y conoció al Papa León XIV, quien le confirmó que vendría a la Argentina. Un gesto de reconocimiento a Francisco, su antecesor, que nunca regresó a su país, y el inicio de una nueva etapa de la relación bilateral con la administración libertaria.
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