Montenegro pide garantías, Raverta mira a Massa y Pulti entorna la puerta

Montenegro pide garantías, Raverta mira a Massa y Pulti entorna la puerta

El intendente busca ampliar la representación de Mar del Plata en las listas. La titular de Anses sigue con atención los movimientos del ministro. AM hizo lo que se esperaba. Polémica por los aportes de Provincia y la salud.

Por Ramiro Melucci

Los vientos de ruptura soplaron como nunca en Juntos por el Cambio. Las ráfagas llegaron con inusual fuerza a Mar del Plata e ingresaron al despacho de Guillermo Montenegro. El intendente duda sobre su destino político, pero mantiene una certeza: si aquellos vientos se transforman en huracanes y despedazan la coalición que integra no será candidato a nada.

Mientras el suspenso se prolongue, el abanico de alternativas está abierto. Tiene ofertas sobre la mesa. Incluyen desde cargos en un futuro gobierno hasta la posibilidad de formar parte de listas de legisladores nacionales o sumarse a una fórmula para la gobernación. La candidatura a la reelección depende de algunas circunstancias, como los sostenes que le garanticen un mandato más cómodo, menos friccionado que el actual. “No podemos seguir otros cuatro años mendigándole al kirchnerismo”, aseguran a su lado.

Al intendente le atrae la posibilidad de que el jefe de la UCR bonaerense, Maximiliano Abad, pueda integrar la fórmula presidencial de Patricia Bullrich. No es una condición sine qua non para su candidatura a intendente, pero marca la tendencia de lo que pretende: que en el cuadro final de candidaturas Mar del Plata tenga una amplia representación en las listas.

La dirigencia local de Juntos por el Cambio, espectadora de la guerra de guerrillas nacional que pone a prueba la consistencia de la coalición, aguarda expectante la definición de Montenegro: con los nubarrones de arriba y semejante neblina abajo, no logra divisar su horizonte. Se impone la quietud. “Nadie puede mover ninguna ficha”, confirma uno de los hombres fuertes del espacio. Lo que es seguro es que si Montenegro decidiera no ir por la intendencia dejaría una sensación de orfandad que incitaría al desmadre.

A la titular de la Anses, Fernanda Raverta, la mantienen a la expectativa otras definiciones. A medida que se acercan los días para el cierre de listas va ajustando la impresión de lo que finalmente ocurrirá. Cree que Sergio Massa será el candidato presidencial si logra reformular el programa con el FMI, y que si eso no sucede una posibilidad es que Axel Kicillof asuma la responsabilidad. Cambiaría en ese caso el candidato a gobernador, que podría ser Eduardo De Pedro o Martín Insaurralde. Es lo que siempre propuso Máximo Kirchner.

Sea como fuere, a Raverta el Congreso Productivo Bonaerense que se realizó en Mar del Plata le dejó mucho más que las escaramuzas de siempre con Montenegro y el gobierno municipal: añadió a su álbum político una foto abrazada al gobernador, el hombre que más retiene los votos de Cristina Kirchner en la provincia. Sabe que le servirá en cualquier escenario que se presente.

Una de las grandes definiciones que tiene por delante el Frente de Todos es si habrá o no competencia interna en las PASO. Parece depender de la resistencia que pueda tener Daniel Scioli a las presiones del kirchnerismo y Massa. Sin acuerdo, la pregunta que surca el aire es idéntica a la que se hacen el Juntos por el Cambio: ¿se rompe o solo se dobla?

El exgobernador dijo con claridad que su hombre en Mar del Plata es el director del Correo, Rodolfo “Manino” Iriart, al que le dio su apoyo “para que sea lo que él decida ser”. Gustavo Pulti observa con cautela ese panorama borroso. Su partido, Acción Marplatense, acaba de hacer lo que se esperaba: proclamarlo otra vez como candidato a intendente. Fue ayer en el Centro Asturiano, un lugar que despierta la nostalgia en el partido vecinal: en ese salón cenaron sus integrantes tras la primera campaña electoral, en 1997. En aquellas elecciones ingresaron dos de sus candidatos a concejales: el propio Pulti y Juan José Anastasía.

Que se haya despejado la incógnita del candidato no supone que otras también lo estén. Aunque los plazos apremien, Pulti igual dejó abierta la puerta para algún acuerdo con el peronismo no kirchnerista.

Mientras corre el reloj de las candidaturas, la de los fondos que recibe o deja de recibir Mar del Plata se ha convertido en una discusión recurrente. Esta vez hubo una diferencia respecto de las ocasiones anteriores. El debate no lo incitó el intendente, sino el gobierno bonaerense. El ministro de Producción, Augusto Costa, lo dijo desde el escenario del Congreso Productivo Bonaerense: “Hay intendentes de la oposición que directamente mienten diciendo que son discriminados y que no tienen acompañamiento”.

El senador Alejandro Rabinovich parecía esperarlo. No tardó en desenfundar por Twitter un ranking de la distribución de las partidas que recibió en 2022 la Provincia de Buenos Aires del Gobierno nacional, en el que Mar del Plata y otros distritos de Juntos por el Cambio aparecen relegados. El hombre de confianza del intendente hizo reaccionar al del gobernador: Carlos Bianco, jefe de asesores de Kicillof, enumeró los millones que la Provincia le transfirió al municipio desde la pandemia para acá.

La controversia no tardó en ingresar al Concejo. “Este gobierno kirchnerista favorece a sus amigos”, lanzó Florencia Ranellucci, del PRO, y citó al Perón: “Al amigo todo; al enemigo, ni justicia”. Miguel Guglielmotti, del Frente de Todos, contraatacó: “La falsa discriminación apunta a ocultar la falta de gestión”. Y parafraseó a… Hernán Mourelle: fue María Eugenia Vidal, dijo, la que le “recortó fondos” al municipio durante su gestión.

El ministro de Producción ofreció una clave para entender la controversia. Afirmó que, cuando los gobiernos locales “no ayudan”, las políticas provinciales llegan por el “esfuerzo militante”. Es decir, vía Raverta y el Frente de Todos. Tal vez entonces no se trate sólo de una cuestión de millones y de obras, sino de quién establece las prioridades y, en definitiva, aprovecha políticamente los recursos.

También volvieron las riñas sobre la salud. El debate lo introdujo el presidente de la comisión en el Concejo, Roberto Gandolfi, del Frente de Todos. El tono moderado de su intervención chocó con la contundencia de las palabras: sostuvo que el sistema municipal de salud “no funciona y se degrada”. “Faltan médicos, faltan especialidades, faltan insumos, falta mantenimiento, falta personal de seguridad para cuidar a los profesionales”, recitó, y reclamó un acuerdo para la construcción de un hospital municipal y la implementación de la carrera sanitaria.

Las enumeraciones ratificaron su preeminencia en el recinto. La radical Marianela Romero enhebró otra, igual de extensa que la de Gandolfi, pero destinada a describir lo que sucede en el Hospital Interzonal, responsabilidad de la Provincia: “Está sin gas, con conexiones eléctricas preocupantes, sin ascensores, sin resonadores, con falta de medicamentos, con falta de insumos, con reducción de camas”. La realidad se compagina con dos visiones igualmente críticas, que miran allí donde quieren ver, pero que si no se ponen en duda dejan entrever las calamidades del cuadro general.

Otro asunto: la oposición no cree en absoluto que el convenio con la AFA por el estadio José María Minella siga latiendo. Roberto Páez, del Frente de Todos, apeló a la misma expresión que había utilizado el radical Gustavo Pujato cuando se refirió al proyecto del nuevo muelle del puerto: “Sarasa”.

Su compañero de bloque Vito Amalfitano, al que no le faltan ganas de renovar su banca, dijo que Montenegro “ninguneó” la ayuda que le había ofrecido Kicillof (pagar el estudio técnico para saber qué obras deben realizarse) y contrastó con lo que ocurre en Balcarce, donde el intendente radical Esteban Reinó acordó con el gobernador las obras para el autódromo Juan Manuel Fangio.

Amalfitano también incentivó la discusión por la inseguridad y las responsabilidades del municipio. Que pueden ser muchas o pocas, pero no tantas como las que tienen los que manejan la policía. Juntos por el Cambio sintonizó su propia frecuencia y habló del “desastre de la seguridad en la provincia”. Por un instante pareció olvidar que está en manos de Sergio Berni, amigo de Montenegro. Un pormenor.

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