Insaurralde, la sombra de Kicillof a la que apuesta el peronismo para recuperarse con "estilo conurbano"

Insaurralde, la sombra de Kicillof a la que apuesta el peronismo para recuperarse con

Los buenos resultados electorales lo confirmaron como dirigente de proyección nacional: pide más fondos para obras y poder para los intendentes

En el universo peronista, Martín Insaurralde es el hombre del momento, y lo sabe. No solamente hizo su aporte a la "remontada" de las elecciones legislativas –su feudo de Lomas de Zamora mejoró en cinco puntos su ya buen resultado de 40% que había sacado en las PASO- sino que, sobre todo, se transformó en el símbolo del nuevo mantra que se impuso en el Gobierno: "todo el poder a los intendentes".

Es por eso que el ex intendente se está tomando en serio el rol de "interventor" de la gestión de Axel Kicillof que le encomendó Cristina Kirchner luego de la debacle electoral de las PASO.

Desde ese momento, Insaurralde se transformó en el verdadero jefe de la campaña electoral, lo que implicó ganarle la pulseada a organizaciones piqueteras que disputaban el manejo de los recursos estatales para la ayuda social en los sectores de menores ingresos.

Insaurralde sabía mejor que nadie la dureza que puede alcanzar semejante disputa: lo sufrió en carne propia cuando su propia sede municipal fue apedreada y prendida fuego por militantes de organizaciones sociales de izquierda, que se quejaban sobre la intermediación de los municipios a la hora de gestionar el dinero de la asistencia social.

Y ahora, con el alivio de haber recuperado al conurbano como bastión electoral del peronismo, en el Gobierno le asignan un rol protagónico en el plan "Hay 2023" que Alberto Fernández enunció explícitamente en el acto del Día de la Militancia. Allí, dicho sea de paso, Insaurralde y el resto de los "barones" ocuparon la primera fila -tanto en el plano literal como en el político- mientras rivales de la interna, como los jóvenes de La Cámpora, quedaron relegados.

Lo cierto es que Insaurralde ya empezó a jugar su rol de "hombre fuerte" de la provincia y empezó a delinear las prioridades de la gestión. En el cortísimo plazo, naturalmente, el objetivo pasa por contener el humor social sin que se produzcan los temidos desbordes violentos pre-navideños. Es por eso que la preocupación principal del lomense fue asegurarse que el hecho de que haya pasado la elección no signifique que haya una merma en el flujo de la plata para manejar la asistencia en las zonas más calientes.

Que no se corte la platita

 

Algunos por afinidad, otros por interés, lo cierto es que hoy el jefe de gabinete del gobierno bonaerense recibe la felicitación de todos los sectores de la coalición gubernamental. Empezando por Alberto Fernández, que quiso dejar constancia de su reconocimiento al citarlo a la Casa Rosada al día siguiente de la elección que, para el Presidente, significó alejar los fantasmas de un final anticipado de su gestión.

Y la reunión no se trató apenas de una felicitación por el buen trabajo realizado en la campaña: hubo una promesa de que no se cortará el flujo de fondos para seguir "haciendo peronismo".

Cuando se le preguntó de qué habían hablado, Insaurralde reconoció que la conversación había sido sobre plata: "Principalmente tiene que ver con resolver los problemas esenciales, y con comenzar a transitar el año que viene en materia presupuestaria; cómo se viene la aprobación de los presupuestos y de las partidas".

Insaurralde puso el foco principal en la obra pública –de hecho, ya en la campaña de las PASO se había anunciado un plan de infraestructura para la provincia por $1.800 millones-, pero no se olvidó de mencionar otros dos factores que terminaron explicando la victoria opositora en la provincia: la educación y la inseguridad.

El mismo concepto fue ratificado en la convocatoria que hizo el gobernador Kicillof a 71 intendentes del Frente de Todos, con quienes coordinaron la estrategia a seguir. El tema que acaparó la atención periodística en esa reunión fue si finalmente los intendentes obtendrían la ansiada revisión de la norma que hoy les impide la reelección indefinida.

Y, por cierto, no es un tema menor en la interna provincial, dado que en la lista de los que están impedidos de reelección figuran muchos de los peso-pesados del conurbano, como Fernando Gray, de Esteban Echeverría, Gustavo Menéndez, de Merlo, Mariano Cascallares, de Almirante Brown, Alberto Descalzo, de Ituzaingó, Juan Zabaleta, de Hurlingham y Mario Ishii, de José C. Paz.

En primera fila, Insaurralde acompañó a Kicillof y Máximo Kirchner en el encuentro con los intendentes del Frente de Todos

 

Pero Insaurralde prefirió evitar ese tema en público y destacó que la agenda que en este momento debe ocupar a los jefes comunales son "el avance del plan de vacunación y el crecimiento del desarrollo productivo en la provincia, con la certeza de que, con el trabajo articulado que estamos llevando adelante, seguimos recuperando el entramado social bonaerense".

En otras palabras, dejó en claro que la economía seguriá siendo el tema al tope de la agenda. El mismo día, se anunciaba un acuerdo del secretario nacional de comercio, Roberto Feletti, para garantizar que los controles de precios llegaran a los almacenes de barrio. Era, precisamente, uno de los talones de Aquiles que los expertos señalaban en la política de precios del Gobierno: beneficiaban más a la clase media de las grandes ciudades que a los sectores pobres del conurbano, porque su diseño estaba más pensado para grandes cadenas de supermercados -que apenas canaliza el 30% del consumo total- que para pequeños comercios barriales.

Y de hecho, los números mostraban que los sectores de menores ingresos no estaba sintiendo la recuperación de la economía: mientras a nivel general se registra una suba del consumo, en la región metropolitana el acumulado del año marca una caída de 2,5%.

Estilo hiperactivo y red de apoyo

 

Para Insaurralde, entonces, el diagnóstico es claro: los problemas de la provincia se arreglan con plata del Gobierno nacional y con protagonismo de los intendentes en la gestión.

También se entusiasma con la recuperación de la caja fiscal de la provincia, que en el mes pasado registró un 70% de aumento en la recaudación -es decir, un 12% de mejora real, cuando se descuenta la inflación-. Los $70.356 millones recaudados por ARBA fueron impulsados, sobre todo, por el rubro de Ingresos Brutos, uno de los impuestos más criticados por los empresarios, pero que para la gestión provincial es ineludible, porque explica el 78% de sus recursos propios.

Desde la jefatura de gabinete, la prioridad de Insaurralde es mantener a todo ritmo la obra pública y que no merme el Fondo de Infraestructura Municipal, dos temas de los que se habló en el encuentro de intendentes oficialistas, que se preparan para el debate por el presupuesto provincial 2022.

Por lo pronto, Insaurralde hace cuestión de mostrarse hiperactivo. Prácticamente no pasa un día sin que recorra alguna obra de infraestructura, preferentemente en partidos del conurbano donde le fue bien al Frente de Todos, y sube fotos y comentarios alusivos a las redes de Internet.

Sólo desde las elecciones legislativas ha estado en inauguraciones de plazas y centros deportivos en Lomas de Zamora, convocó a voluntarios para las fuerzas policiales, supervisó obras pluviales en la zona sur, firmó convenios para repavimentación en Quilmes y recibió a jefes comunales de varios puntos de la provincia.

Su impronta se ve además en la red de aliados, tanto en el gobierno provincial como en el nacional. Entre ellos destaca Leonardo Nardini, que ocupa el sillón clave de ministro de infraestructura de la provincia. Ex intendente de Malvinas Argentinas, Nardini es considerado una de las figuras de la renovación del peronismo bonaerense y secunda a Insaurralde en la renovación forzada que le impuso Cristina Kirchner a Kicillof.

En los días posteriores a la elección legislativa, Nardini recorrió varias obras del oeste del conurbano, como la mejora en cuatro kilómetros de la red pluvial en Moreno, para evitar inundaciones en un área habitada por 150.000 personas.

Por otra parte, considera aliados a ex intendentes que ahora destacan en el gabinete nacional, como Juan Zabaleta en Desarrollo Social, Gabriel Katopodis en Obras Públicas y Jorge Ferraresi en Vivienda.

Viejos tiempos: en campaña junto a Cristina Kirchner; ahora Insaurralde es visto como hombre de confianza por el sector enfrentado al kirchnerismoAmbiciones en una interna anestesiada

 

Claro que su súbito protagonismo no implica que Insaurralde esté libre de controversias. En los papeles, todos están de acuerdo con los objetivos de priorizar la obra pública y hacer valer el rol de los intendentes para llegar con la red asistencial a los lugares más difíciles del conurbano. Pero cuando se pone la lupa sobre la forma y el estilo de gestión es cuando pueden aparecer las discrepancias y rivalidades.

Lo cierto es que todos en el peronismo están interpretando hoy que Insaurralde está opacando al propio Kicilof, y que lo hace, además, con la anuencia de Cristina y de Máximo Kirchner.

No es una situación fácil de entender desde fuera del peronismo provincial, porque la relación de Insaurralde con el kirchnerismo ha tenido idas y vueltas. Intendente de Lomas de Zamora desde los 39 años, saltó a la primera división nacional cuando Cristina, entonces presidenta, lo eligió como primer candidato en las legislativas de 2013. No fue un buen lanzamiento desde lo electoral, dado que en la provincia el kirchnerismo perdió contra Sergio Massa, pero a partir de allí la figura de Insaurralde quedó instalada como un dirigente con aspiraciones.

La propia Cristina se encargó de ponerle un freno en 2015 al enviarle el mensaje de que necesitaba un "baño de humildad", cuando el lomense se entusiasmaba con la posibilidad de ser el candidato a gobernador.

Se llegó a correr la versión de que Cristina estaba molesta por un acercamiento de Insaurralde al entonces ascendente Massa. Sin embargo, la relación nunca se cortó, al punto que fue él quien propuso públicamente a Máximo Kirchner como jefe del peronismo provincial, una movida que lo enfrentó a otros intendentes, liderados por Fernando Gray, que recelaba de la penetración de La Cámpora en espacios de poder antes reservados al peronismo tradicional.

Hoy, con la dinámica que ha tomado la política argentina, resulta más difícil encuadrar a Insaurralde con alguna línea en particular del peronismo. Alberto Fernández lo cuenta entre sus dirigentes de confianza y apuesta a que lo ayudará a hacer crecer su liderazgo post-crisis. Kicillof lo ve como un interventor con quien está obligado a convivir: no los une la simpatía sino la necesidad común de recuperar la provincia de Buenos Aires para el peronismo.

Pero ambos ya rivalizaron en 2019 por la candidatura a la gobernación de la provincia, y todos tienen en claro que Insaurralde lo volverá a intentar en 2023.

También es motivo de versiones la relación de Insaurralde con Sergio Berni, que está en un momento hipersensible, luego de los hechos de violencia que conmovieron al conurbano. El jefe de gabinete ya tiene candidatos al reemplazo del controvertido Berni, en caso de que la crisis por la inseguridad se termine agudizando.

 

Con el kirchnerismo, finalmente, la relación sigue siendo de conveniencia mutua. Insaurralde tiene un estilo muy diferente del de Kicillof, pero a fin de cuentas fue la propia Cristina la que lo vio como el "hombre solución".

 

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