El Gobierno intenta amortiguar el impacto político del caso del avión venezolano-iraní y espera el contenido del nuevo discurso de Cristina Kirchner

El Gobierno intenta amortiguar el impacto político del caso del avión venezolano-iraní y espera el contenido del nuevo discurso de Cristina Kirchner

En la Casa Rosada relativizan la importancia del hecho. Alberto Fernández destacó este fin de semana que “no hubo ninguna irregularidad” con la aeronave ni con la tripulación compuesta por venezolanos

Por

Joaquín Mugica Díaz

El Gobierno se mantiene en la misma línea discursiva y política desde que tomó estado público el caso del avión la empresa venezolana Emtrasur varado en el Aeropuerto de Ezeiza. Relativizan la importancia del hecho, advierten que no pesaba ninguna alerta sobre la tripulación y sostienen que, según los datos que tienen, no hay nexos con la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán.

La postura oficial es restarle importancia al hecho. Fue el propio Alberto Fernández quien le bajó el precio . En una entrevista que brindó este domingo destacó que “no hubo ninguna irregularidad” con la aeronave ni con la tripulación. Es más, consideró que la oposición “quiso mostrar algo que no es, algún movimiento oscuro”.

Fernández metió en el medio a Juntos por el Cambio que, desde un principio, le pidió explicaciones al Gobierno sobre los motivos por los cuales el avión logró aterrizar en Argentina y no lo hizo, por ejemplo, en Uruguay, donde le cerraron el espacio aéreo y le impidieron bajar.

Pese a que se van sumando pruebas de un nexo de la tripulación con la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, el Gobierno sigue en su postura de no darle real entidad al tema. Este domingo Infobae publicó que el FBI aportó evidencias a la justicia federal para confirmar que el piloto del avión venezolano pertenece a ese grupo armado iraní.

El Presidente consideró que solo se trata de un problema para que el avión reciba su carga de nafta, debido a las sanciones que impuso Estados Unidos y que pueden terminar afectando a la petrolera que le provea combustible para poder seguir su ruta.

En la Casa Rosada entienden que actuaron con rapidez y siguiendo los pasos correctos. Para el Gobierno no hay pruebas concretas sobre un vínculo de parte de la tripulación con el terrorismo. Por eso el Jefe de Estado remarcó el fin de semana que la oposición intentó “aprovechar” el caso del avión “con hechos tan dolorosos como el atentado a la AMIA”.

El último eslabón de la historia se conoció anoche. Una agencia de inteligencia extranjera advirtió a las autoridades argentinas de un posible atentado contra un periodista de Infobae. Se interceptó un mensaje en idioma extranjero que anticipaba un ataque del grupo fundamentalista Hezbollah contra George Chaya, un reconocido columnista de este medio y especialista en terrorismo internacional.

Después del informe presentado por el FBI, en la justicia federal empezaron a delimitar una hipótesis más concreta sobre un acto delictivo por parte del piloto y un vinculo directo con las fuerzas Quds, que son una división especial de la Guardia Revolucionaria de Irán que realiza operaciones de inteligencia.

El Gobierno relativiza el caso del avión e intenta amortiguar el impacto del escándalo

Más allá de la postura oficial, la trama se pone cada vez más espesa. Los datos periodísticos y judiciales le están dando forma a una historia de la que el Gobierno aún desconfía y que lo pone en un lugar de absoluta incomodidad, ya que desde un primer momento le han restado importancia a todas las señales que fueron apareciendo.

En paralelo, dos legisladores de Juntos por el Cambio presentaron una denuncia en la Justicia contra el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, y al interventor de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Agustín Rossi, por encubrimiento. Así le sumaron más presión al escándalo.

“Han intentado desde un primer momento no sólo ocultar las verdadera dimensión de esta misión en nuestro país, sino que han ensayado excusas con relación a la tripulación del avión con clara intención de encubrir este desembarco”, indicaron en el documento que lleva la firma de Ricardo López Murphy y Gerardo Milman.

En simultáneo a la preocupación que genera el impacto internacional que pueda tener el caso del avión, sumado a las posibles implicaciones en la seguridad nacional, en el gobierno nacional aguardan el nuevo mensaje político de Cristina Kirchner.

La Vicepresidenta encabezará un acto de la CTA en Avellaneda, el municipio que tiene como jefe político a Jorge Ferraresi, el ministro de Hábitat, uno de los pocos funcionarios que mantiene una relación con Alberto y con Cristina, pero que en el último tiempo ha dado claras muestras de un mayor acercamiento a la ex presidenta.

En lo formal será un plenario de delegados, al que asistirán cerca de 2000 personas, bajo el título “20 de junio. La vigencia de Belgrano. Estado, mercado y precios: producción, trabajo y política social en una Argentina bimonetaria”. Lo que importa en la Casa Rosada es el contenido del mensaje.

La aparición de Cristina Kirchner es un hecho político por dos motivos. El primero es porque volverá a hablar después de la salida de Matías Kulfas, concretada al otro día en que volvieron a hablarse, luego de tres meses, con el Presidente en el acto de los 100 años de YPF.

La segunda porque estará al frente de un acto organizado por el sector sindical que está distanciado de la Confederación General del Trabajo (CGT), la central obrera con la que la Vicepresidenta no se lleva bien y que forma parte de la base política que aún hoy sigue teniendo Alberto Fernández.

También, en un tercer orden, Cristina volverá a expresarse en público luego de que Daniel Scioli se sumó al Gobierno y se dispararon las especulaciones sobre una posible candidatura presidencial el año que viene. Y, por último, aunque no es así en el orden de importancia, porque la novela del avión venezolano está en su punto más álgido y ocupa toda la agenda oficial.

Este domingo Cristina Kirchner fue cuestionada con mucha dureza por el dirigente social Luis D’Elía, que se convirtió en uno de los voceros del albertismo en los últimos meses. El golpe fue inesperado y contundente. Y surgió como consecuencia de los permanentes cuestionamientos internos al rumbo económico de la gestión que lidera Fernández.

“¿Cómo nos manejábamos en la época de Cristina (Kirchner) con la inflación? Con (Guillermo) Moreno con una 9mm arriba de la mesa y con algunos compañeros sentados arriba del INDEC, mintiendo con los números“, recordó, al tiempo que resaltó que el Gobierno avanza en la recuperación del empleo y la reducción de la inflación.

¿Hay tregua en el Gobierno? La realidad responde que no. La guerra interna no terminó. Y el avión venezolano llegó para generarle más problemas a Alberto Fernández.

 

Comentá la nota