Ganancias y el modelo sindical pasan al frente

El debate sobre reformas al impuesto sobre los sueldos animó el comienzo de las sesiones extraordinarias, pero tendrá un giro final en la semana que comienza con un nuevo actor decisivo: el club de gobernadores. Mauricio Macri habló poco en Córdoba en la mañana del jueves con Juan Schiaretti, pero acordaron en lo importante: el proyecto que vote Diputados – con el formato que puedan acordar en la sesión del martes las bancadas– será desfigurado en el Senado para que cualquier cambio respete el acuerdo con los gobernadores de que no castigará al fisco en más de $ 27.000 millones. Con eso se aseguran las provincias los acuerdos con Rogelio Frigerio que quedaron atornillados en la ley de Presupuesto. En la reunión de coordinación del equipo económico de miércoles, Macri mandó a que Cambiemos sostuviera en la comisión un “proyecto puro” que fuera la base, y lo será, de lo que vote finalmente el Senado. Y lo demás es literatura.

Rabieta con el bancario

Lo que sí entra en la literatura es la rabieta de ese día de Mauricio con los miembros de esa mesa, a la que van hombres de consejo como Ernesto Sanz –viajó en la semana al solo efecto de participar de esa sesión secretísima– y toda la nomenklatura que administra los números. El enojo tiene un nombre que por ahora está fuera del radar: el jefe del sindicato de los bancarios, Sergio Palazzo, por quien el presidente tiene una particular inquina. Se entiende, porque este gremialista, que se quedó afuera de la tríada cegetista, empuja en la primera paritaria de 2017 por un aumento que se va por encima del tipo que estableció el Gobierno del 20%. En realidad, formaliza en 19,5% pero suma un par de bonos de compensación por el pago de Ganancias que lleva el cálculo a casi el 25%. El Gobierno teme que esa suma levante las pretensiones de los demás gremios si en ésta, que es la primera paritaria, Palazzo clava la pretensión bajo la amenaza de convertir el fin de año en un infierno de huelgas bancarias. Justo cuando hay aguinaldos, vacaciones y otras estacionalidades.

Palazzo es un radical raro, que estuvo en acto del radicalismo K que hizo Leopoldo Moreau con Cristina de Kirchner, pero como mendocino guarda códigos aldeanos. En esto la mesa lo miró a Sanz, que en los años 80 creó la corriente del partido que incluía a Palazzo para apoyar la gobernación de Felipe Llaver. No es mucho lo que puede hacer Sanz, para quien Palazzo es un díscolo del partido como lo fueron Lila de Stubrin y Carmen Storani, que se juntaron con los kirchneristas el jueves en el Parlasur para una votación que después fracasó. Pero la rabia de Macri tiene otros destinatarios. Entre ellos los responsables de la banca pública (Nación, Provincia, Central y Ciudad), a quienes ve como representantes de Palazzo en el Ejecutivo, en la búsqueda de paz hacia adentro de las entidades. Algunos consienten las demandas del “Gordo” Palazzo en el hecho de que su gremio, dice él, es el que tiene más trabajadores afectados por el impuesto a las Ganancias: el 97%.

CGT: el modelo no se toca; si no, guerra total

Nadie diría que el Gobierno tiene problemas serios con el sindicalismo, que ha demostrado que tiene intenciones de no agitar las aguas más de lo prudente. Pero los jefes sindicales afilan cuchillos. Eso explica la aparición de Sergio Massa junto a José Manuel de la Sota el lunes en el quincho de “Carlín” West Ocampo –Sanidad– para hablar de la reforma del modelo sindical que está pidiendo Macri cada vez que abre la boca. Esa cita era sólo con Massa, pero éste lo llevó a De la Sota, que venía de un largo silencio (dice haber estado en España, pero por allá se lo vio poco, al menos en la colonia argentina que suele frecuentar). El argumento era hablar de Ganancias y de ART –proyecto que liberaron los gremios a cambio de una segunda ley futura de prevención de accidentes de trabajo (¿otra caja para repartir?)– pero en esa mesa se habló de lo que importa: el límite de las buenas relaciones es que Macri no avance en ninguna reforma que modifique el modelo actual. Cuando Macri habla de ir a paritarias por productividad, en realidad está yendo a un modelo de negociación por empresa, y no por actividad, porque la productividad depende de cada establecimiento. Con esto, se escuchó en esa mesa, se intenta repetir el intento de gobiernos, como los de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, de pulverizar el sistema de paritarias por actividad y liquidar la famosa “ultraactividad” de los convenios. Eso menciona la cláusula que prolonga la vigencia de un acuerdo mientras no sea reemplazado por otro. Si cae la ultraactividad, una nueva discusión remite el final a la ley de contrato de trabajo. Si Macri avanza en esa reforma, algo que repitió en la semana en cada aparición, habrá guerra en serio, como la hubo con De la Rúa hasta que se cayó (o lo hicieron caer, por la ley de reforma laboral). No es chiste.

Massa quiere reflotar voto electrónico

Ultraactivo estuvo Massa en la semana, en particular el miércoles, cuando se le apareció a Miguel Pichetto en el Senado para reclamarle, entre otras cosas, que el bloque peronista levante el proyecto de reforma del voto. Massa es una de las víctimas de ese fracaso porque entiende que su fragilidad principal es en el control territorial. Con boleta electrónica, su chance en la provincia de Buenos Aires mejora ante peronistas y cambistas que tienen las intendencias y eso les facilita el control de las mesas. El rionegrino lo desalentó: el bloque ha pisado el proyecto hasta el año que viene, los gobernadores apoyaron eso, aun cuando propio Pichetto era de los que querían que el proyecto saliese.

Jujuy: Bossio saca ventaja en el “carancheo”

Massa quedó golpeado por la decisión –que se anticipó en esta columna– del PJ nacional de intervenir el distrito Jujuy del partido. Estaba presidido por el vicegobernador de Gerardo Morales, Carlos Haquim, un peronista massista, y ahora será conducido por el ex gobernador de Mendoza Celso Jaque. El justificativo es que el peronismo provincial, opositor, no puede ser conducido por el oficialismo. Un disparate, desde ya. La elección de Jaque la promovió José Luis Gioja y abre una dimensión desconocida hacia el futuro: Jaque fue el mentor inicial de la carrera de Diego Bossio, que compite con Massa, en alianza objetiva con Gioja, en la carrera por “caranchear” peronistas en emergencia para quedarse con el sello. Jaque es un personaje extraño en el peronismo; patrocinó la Fundación Contemporánea en la que estuvo Bossio, de cierto corte clerical, y que ha nutrido también a funcionarios del macrismo desde Mendoza, como el actual responsable de las aguas corrientes de María Eugenia Vidal, Pablo Rodrigué. Éste es un joven politólogo, de familia de editores, que se fue a Mendoza a hacer política y allí aprendió sobre aguas, expertise en la que se lucen los mendocinos. Fue en busca de aventura, y volvió para subirse al carro triunfal de Vidal. Que Jaque maneje el PJ Jujuy es una ficha en favor de Bossio y un pelotazo en contra para Massa.

Bcra: el pj quiere dos sillas; De la Sota, otra

Esta intervención la tiene que ratificar un Congreso del PJ que será en marzo, que verá hasta dónde se postergan otras decisiones del partido: 1) quiénes son los dos directores que propondrán para el Banco Central. Pichetto ya dicho en la sesión que aprobó el pliego de Federico Sturzenegger que el PJ pide dos sillas allí, y –esto no lo dice en pública– que, si Massa y De la Sota quieren que también esté el ex ministro cordobés Ángel Mario Elettore, que el Gobierno ceda una tercera silla. También tienen que decidir dos nuevos auditores, por el cese de Javier Fernández y la cristinista Vilma Castillo. Hoy la opinión de los senadores favorece una reelección de Fernández y que la otra banca vaya a una senadora que termina mandato. ¿Quién? María Laura Leguizamón. Chan. Para la Defensoría del Pueblo es todo más difícil: designarlo es más difícil que a un juez de la Corte, 2/3 de cada cámara. El PJ apoya a Humberto Roggero, Cambiemos a Graciela Ocaña y Graciela Decibe, el kirchnerismo a María José Lubertino, Urtubey propone a Alejandro Amor y se sumó el viernes el ex diputado José Carlos “Conde” Ramos. Para elegir.

Carrió en misión

Le pone un Valium a la semana que Elisa Carrió no participe de los debates de Ganancias, que dejó confiados a su ariete principal, el jefe del bloque de la Coalición Fernando Sánchez. La diputada echó el resto en la última sesión de diputados hasta la madrugada, cuando empujó a la cámara a aprobar la baja de comisiones de las tarjetas de crédito y débito que eludían todos, tapados por una marejada que parecía venir de los dueños del negocio. “O se vota ahora o les armo un escándalo”, dijo a las tres de la madrugada, y se puso a dictarle el proyecto, por sobre el hombro, a un domesticado Axel Kiccilof, ante la mirada de Máximo Kirchner que, azorado, preguntaba: “¿En qué andan estos dos?”. Carrió tiene una abultada agenda en Miami con empresarios que quieren escucharla sobre inversiones en el país, dos universidades, y un par de fiscales que indagan por allá sobre lavado de activos por estas costas. Se fue sin opinar sobre el decreto que reglamenta el blanqueo de familiares, después de que le explicaron que no modifica el universo al que alcanza, sino al tipo de bienes que afecta. O sea que se fue tranquila con la idea de que las restricciones que le impuso a la ley que votó siguen vigentes. ¿Qué un decreto no puede modificar una ley? Que lo explique Marcos Peña.

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