Certezas e incógnitas en la previa de las PASO en Córdoba

Certezas e incógnitas en la previa de las PASO en Córdoba

Puede que las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias no despierten grandes pasiones entre el común de los electores pero, para quienes gustan de la política, este escenario es un gran banquete que anima a disfrutarlo hasta el último bocado que, por cierto, se anuncia que llegará tarde por la noche.

Evitemos los lugares comunes. Es cierto que las PASO no le quita el sueño a la enorme mayoría de los cordobeses y que, faltando dos días para las elecciones, el clima político es, cuanto menos, de frialdad. Pero esto no quita que, por detrás de esta aparente apatía, no existan algunas cuestiones que, al menos para los analistas políticos, tienen mucho de apasionante.

La primera de ellas es la posibilidad de que la lista más votada, considerada individualmente, sea la de Hacemos por Córdoba. Si esto ocurriera Juan Schiaretti, el patrocinador de Alejandra Vigo y de Natalia de la Sota, proclamaría el triunfo táctico del cordobesismo por sobre el resto de las opciones nacionales. A modo de beneficio colateral, lo impulsaría nuevamente como uno de los políticos con proyección hacia el resto del país.

Claro que esta sería una lectura sesgada. Aunque efectivamente esta dupla se impusiese en los números absolutos, quedaría por detrás de la sumatoria de las diferentes ofertas que presenta Juntos por Córdoba, la auténtica favorita de las primarias. No obstante, demostraría la fortaleza del peronismo cordobés en tanto partido provincial y el nivel de apoyo que mantiene en unas elecciones que, en rigor de verdad, no le afectan demasiado en términos de gobernabilidad.

Esta fortaleza contrasta con las vicisitudes que atraviesa la franquicia local del Frente de Todos, esta vez y paradójicamente, integrado mayoritariamente por justicialistas escindidos del tronco oficial. Sus dirigentes, por estas horas, descuentan que quedarán muy rezagados. Esta es la única certeza. Por lo demás, la gran duda es cuanto más podrían caer cuando terminen de contarse los votos.

En rigor, tanto a Carlos Caserio como a Martín Gill les tocó bailar con la más fea. Al tradicional antikirchnerismo de Córdoba, debe sumarse la retahíla de inconvenientes (la mayoría autoinfligidos) por las que ha atravesado el presidente de la Nación en las últimas semanas. No debe ser fácil hacer campaña con una mochila semejante. Tampoco colabora que la atención tanto de Alberto Fernández como del kirchnerismo en su conjunto se encuentre volcada, casi en forma exclusiva, sobre la provincia de Buenos Aires. Más allá de que esta dedicación podría ser entendible para una fuerza cuyo poderío descansa fundamentalmente en el conurbano bonaerense, no deja de ser una suerte de afrenta para el electorado local, profundamente consustanciado con el federalismo y con la resistencia que este supone frente al centralismo de la Casa Rosada.

La otra gran cuestión es quién resultará vencedor en la interna de JpC. Este resultado es, probablemente, lo más interesante de las PASO. Y no solo porque la confrontación se verifica dentro de la coalición que resultará finalmente victoriosa sino porque, esta vez, los contendientes marchan parejos en intención de voto.

Ahora bien, ¿cuan parejos? Las encuestas, como es previsible, señalan lo que quienes las encargan quieren que digan. Si las filtraciones proceden de Luis Juez y Rodrigo de Loredo, pues ellos son los que están adelante; por el contrario, si los que las difunden son Mario Negri o Gustavo Santos, no hay duda de que estos serán los triunfadores.

Aun con la relatividad con la que deben ser consideradas, es evidente que estas mediciones, provengan de donde provengan, muestran una paridad que caería -debe enfatizarse el potencial- dentro de los márgenes de error estadísticos. No debe buscarse en estas herramientas, por consiguiente, una pista de lo que llegaría a suceder el domingo.

Es en los indicios donde podría estar la clave. Si se observa el campamento de Juez y de Loredo se advierte calma y confianza. El exembajador en Ecuador, especialmente, luce civilizado, bien lejos de sus tradicionales groserías y exabruptos. No parece ser el mismo. ¿Es la sensación de la victoria lo que lo mueve a esta inédita moderación?

Lo opuesto sucede entre las filas negristas y, por carácter transitivo, entre quienes apoyan a Santos. Allí se ha perdido el humor (el primer síntoma de que algo no anda bien) y, por lo que se ventila en los mentideros políticos, ya existen reproches mutuos ante una paridad que no estaba en sus planes.

El probable que esta tensión tenga que ver más con las expectativas frustradas que con lo que efectivamente ocurra. La dupla Negri – Santos es la bendecida por Mauricio Macri y, por ello, se descontaba que marcharía cómodamente a la cabeza de las preferencias, algo que no está ocurriendo. Además, no puede soslayarse que el presidente del interbloque de Juntos por el Cambio es una bella donna de la política argentina, privilegiado por periodistas y medios de todo el país a la hora de opinar sobre cualquier asunto. Perder la senaduría con semejante bagaje a cuestas sería una auténtica frustración. Finalmente, el estar amenazado nada menos que por Juez (su aliado en las últimas elecciones provinciales y a quien tiene por subalterno) suma mayor tensión a una situación inesperada.

Queda un último enigma por resolver: como se comportará el corte de boletas y en que proporción se dará. Dentro del peronismo existe una expectativa, bastante lógica, de saber si la trayectoria de Vigo será más fuerte que el apellido De la Sota o si sus electores optarán por la lista completa sin mayores complejidades.

Algo similar sucede dentro de las listas más fuertes de JpC. ¿Podría darse el caso de votos cruzados entre Negri y de Loredo? Muchos radicales tal vez opten por confeccionar ellos mismos una oferta partidaria que la alianza les negó, radiando del voto al segmento encabezado por Santos, considerado un paracaidista. Algunos cambiemitas, también es posible, tal vez decidan deshacerse de la incómoda presencia de Juez, optando por otros candidatos en el tramo de senadores y coqueteando -un evento también plausible- con la propia Vigo.

Puede que las PASO no despierten grandes pasiones entre el común de los electores pero, para quienes gustan de la política, este escenario es un gran banquete que anima a disfrutarlo hasta el último bocado que, por cierto, se anuncia que llegará tarde por la noche.

 

Por Pablo Esteban Dávila

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