El peronismo enfrenta las consecuencias de una unidad atada con alambres y el fantasma de la elección de octubre

El peronismo enfrenta las consecuencias de una unidad atada con alambres y el fantasma de la elección de octubre

La frase de Ofelia Fernández que expuso la fragilidad del cierre de listas. El sondeo separatista de Juan Grabois y el operativo clamor de Sergio Massa. La campaña fragmentada de Fuerza Patria que se chocará con el cierre de listas nacionales.

 

María Cafferata

En medio del páramo desolado del peronismo tras el cierre de listas, Ofelia Fernández puso el dedo en la llaga y sugirió lo indecible: “No es lo mejor para el peronismo ir unidos a las elecciones nacionales de octubre”. La reflexión de la ex legisladora de Patria Grande fue una consecuencia directa del malestar generado por el cierre bonaerense, pero tocó el nervio expuesto de Fuerza Patria en la antesala de la campaña: la indefinición de las candidaturas nacionales y la precariedad de una unidad forzada con alambres.

Kicillof celebra haber cerrado las listas bonaerenses negociando de “igual a igual” con Cristina

Las declaraciones de Ofelia Fernández, a las que luego se sumaron las de Itai Hagman y de otros dirigentes que responden políticamente a Juan Grabois, formaron parte de un operativo de Patria Grande destinado a sondear el costo político de jugar por separado en las elecciones nacionales. El cierre bonaerense dejó a todos disconformes y enojados, y Grabois no fue la excepción: en su entorno ya venía coqueteando con la idea de presentar listas propias, y la expulsión de la mesa de toma de decisiones –“la mesa de matarse entre todos”, la llaman– había sido la gota que rebasó el vaso.

Ofelia Fernández

Grabois quiere encabezar la lista de diputados nacionales en la provincia de Buenos Aires, que imagina como trampolín a 2027. En Patria Grande fantaseaban con un escenario similar al de 2023, con Sergio Massa encabezando la boleta “oficial” de Fuerza Patria. En las últimas semanas, sin embargo, el tigrense comenzó a desactivar la hipótesis de su candidatura, instalando que él solo está “para ayudar”. Y, sin Massa para confrontar, la candidatura por afuera de Grabois comenzó a desinflarse, ya que en Patria Grande temen que los acusen de ser funcionales a Javier Milei.

El operativo fue, entonces, una provocación destinada a generar olas al interior del peronismo, que todavía se lame las heridas tras el traumático cierre de listas. No todos la tomaron bien. “¿Quiere cargar con la cruz de ser el responsable por la derrota del peronismo? Lo hace para tensar el cierre nacional y cobrar más”, mascullan en el massismo, en donde recuerdan que, hace un mes, la propuesta de Grabois en el PJ había sido la de militar el abstencionismo ante la inhabilitación de Cristina Fernández de Kirchner.

Sergio Massa junto a Rubén Eslaiman TW Rubén Eslaiman

El desafío lanzado por Ofelia, sin embargo, expuso la fragilidad del cierre bonaerense, que quedó en la memoria de todos los participantes –muchos de ellos con más de 30 años de cierres de listas encima– como uno de los peores de su historia. “Está todo muy roto, pegado con moco. El cierre profundizó el problema: cerró, pero no resolvió ninguna diferencia”, grafica un dirigente bonaerense del cristinismo que participó de las negociaciones.

La semana posterior al cierre fue mucho peor que la anterior. Las tres tribus quedaron enojadas e insatisfechas. El massismo, que no se quedó con ninguna cabeza de lista seccional, amaga con ocupar el rol de articulador entre CFK y Axel Kicillof, pero es el único sector que muestra cierta optimismo. El resto está herido y se tira cascotazos, en un estado de alerta que no finalizará hasta que llegue el cierre de las listas nacionales. Y ahí está el gran problema: las candidaturas se oficializan el 17 de agosto, en plena campaña por la elección bonaerense, que será el 7 de septiembre.

Es decir que, mientras Fuerza Patria haga campaña con la bandera de la unidad contra Javier Milei, por lo bajo, los dirigentes seguirán a los tiros por el armado de las listas nacionales.

Una campaña fragmentada

En Fuerza Patria coinciden en una cosa: el cierre bonaerense sirvió para evitar el desastre y ganar tiempo. No mucho más. No resolvió la crisis de liderazgos ni tampoco encontró un mecanismo institucional para sortear los dolores de cabeza que generan la coralidad de jefaturas políticas. No hay conducción ni tampoco hay, siquiera, una estrategia de campaña definida.

En La Plata deslizan que el protagonismo lo tendrá el gobernador, quien ocupará, de hecho, la jefatura de la campaña. Puertas adentro, el kicillofismo celebra haberse mantenido firme frente a las presiones de La Cámpora y haber logrado sentarse, como un “igual”, en la mesa de toma de decisiones. Recuerdan que, hace dos años, Kicillof se había enterado más de un día después del contenido de las listas que cerró Máximo Kirchner en la provincia.

Kicillof decidió desdoblar la elección bonaerense para independizarse de la conducción de CFK y liderar la campaña contra Milei. El instrumento para lograrlo, según sus armadores políticos, fue poner a los candidatos que encabezan la Primera y la Tercera –las dos secciones electorales más importantes– y lo cumplió. El pasó lógico, ahora, es encabezar la campaña. Una campaña que, inevitablemente, será un terreno minado para los chispazos internos.

Kicillof y Mayra Mendoza juntos en Quilmes Prensa GPBA

Ya sucedió el miércoles, cuando encabezó una recorrida por Berazategui con la vice Verónica Magario y el intendente de Almirante Brown, Mariano Cascallares, que son ambos candidatos por la Tercera, sin invitar a Mayra Mendoza o Facundo Tignanenelli, que también son candidatos pero de La Cámpora. La decisión no cayó bien en el cristinismo y, rápidamente, Kicillof intentó solucionarlo protagonizando una foto de unidad con Mendoza en la Universidad de Quilmes el viernes.

En paralelo, sin embargo, el massismo y el cristinismo avanzarán con sus propios equipos de comunicación. CFK continuará enviando mensajes de audio e interviniendo a la distancia, desde su arresto domiciliario en San José 1111, en los actos de los candidatos del camporismo. Trabajan con ella los asesores brasileros que colaboraron con la campaña “Lula Livre”, pero no hubo, hasta ahora, una reunión con los equipos de Kicillof –comandados por “Nacho” Ramírez, el ideólogo detrás de la campaña del Clío que lo llevó a la Gobernación en 2019– o los del Frente Renovador.

Lula visitó a Cristina Fernández de Kirchner en prisión domiciliaria X: @CFKArgentina

No hay, en este sentido, una estrategia planificada de campaña. Solo puntos nodales a través de los cuales girarán las piezas comunicacionales y las intervenciones de los dirigentes. El paraguas conceptual, explican en las oficinas de Massa sobre la calle Libertador, será el de aunar fuerzas para hacer frente a Milei. Ya se vio, incluso, en uno de los spots que lanzó el kicillofismo, en los que se habla de “sumar fuerzas para defender la Provincia”.

En la práctica, serán los intendentes quienes arrastrarán con el peso de la campaña. El trabajo territorial, explican en las distintas terminales de Fuerza Patria, será de abajo hacia arriba. Y, después, esperar a que el trabajo pesado lo haga el propio Milei, ya que la campaña del peronismo será, fundamentalmente, de confrontación directa con el presidente.

El objetivo, al final, será el mismo de siempre: sostener la unidad, pasar el cierre de listas nacionales y posicionarse como el “voto útil” contra la motosierra libertaria. Para eso, primero, habrá que atravesar el cierre del 17 de agosto. “Ahora ya está, solo podemos minimizar los daños y rezar un poco”, afirma, casi sin ironía, uno de los protagonistas de la campaña bonaerense.

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