El peronismo afronta el 2024 con la necesidad de un liderazgo nuevo, una renovación latente y la decisión de confrontar con Milei

El peronismo afronta el 2024 con la necesidad de un liderazgo nuevo, una renovación latente y la decisión de confrontar con Milei

Gobernadores, legisladores y dirigentes de Unión por la Patria serán protagonistas de una extensa discusión para modernizar la identidad partidaria, el contenido del discurso y el proyecto político

Por Joaquín Múgica Díaz

Después de cuatro años conflictivos de gestión y una dura derrota electoral frente a Javier Milei, el peronismo afronta el inicio del 2024 con una convicción y una expectativa clara: convertirse en la principal oposición al nuevo gobierno nacional y comenzar a discutir la renovación del espacio político, sus liderazgos y su identidad.

Esos son los dos grandes desafíos del año que comienza hoy en medio de un clima espeso por las potentes medidas económicas del Presidente, el DNU de desregulación de la economía y la ley ómnibus, que espera aprobar durante el verano con el apoyo de Juntos por el Cambio, aunque en la Casa Rosada saben que por delante habrá negociaciones complejas para lograr el objetivo.

En lo que respecta a la gestión, los legisladores nacionales jugarán un rol central en la discusión parlamentaria que se proyecta en el año y que será clave para que Milei pueda llevar adelante los cambios más profundos de su gestión. Los bloques de Unión por la Patria (UP) han marcado su rechazo absoluto al decreto de necesidad y urgencia, y al paquete de leyes, dejando en claro que no apoyarán ninguna de las dos cosas. Además lo acbusaron de querer “la suma del poder público” y boicotear el rol del Congreso.

En el peronismo piensan que este comienzo de año es complejo para presentarse como una oposición dura, debido a que el Jefe de Estado conserva el respaldo electoral del balotaje y en la calle, en la gente, permanece instalado -con expectativas positivas - la idea de que la devaluación del 118%, el ajuste fiscal, la quita de subsidios y la liberación de precios, que derivará en un fuerte crecimiento de la inflación, son los costos que la mayoría deberá pagar para ordenar la economía.

Los gobernadores del PJ, actores fundamentales de la gestión del actual presidente, Javier Milei

Entonces, en ese contexto, ser duros y terminantes, solo convence a los propios. En paralelo, también entienden que ese período de gracia se acabará en el comienzo de marzo, cuando los aumentos acumulados del verano y el crecimiento de los precios - que consultoras privadas estiman que estarán en un 50% más que en la actualidad - impacten de lleno en el comienzo de las clases, un momento clave de la vida de la clase media.

En ese sentido, el gran desafío del peronismo es constituirse en una oposición pragmática, con argumentos, con un discurso cohesionado y con propuestas que, ante la sociedad, aparezcan como el camino posible que el oficialismo nunca va a seguir. Rechazar cada paso de Milei con extremada dureza terminará arrinconando al bloque político. En todo caso, ese plan de acción solo puede ser positivo para la fuerza política si la tolerancia de la sociedad disminuye exponencialmente en los próximos dos meses.

Ese ejercicio de gestión tendrá aparejado un posicionamiento de las principales figuras del peronismo, movimientos que empezarán a dejar a la luz la discusión interna de renovación partidaria. En la línea de partida del 2024 el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, aparece como el principal dirigente de la oposición. Su rol institucional, tu triunfo electoral contundente y su decisión de estar un paso adelante en la resistencia a las medidas libertarias lo colocaron en ese lugar preponderante.

El economista es el ahijado político y protegido de Cristina Kirchner, ha construido un buen vínculo con Sergio Massa, sobresale del grupo de gobernadores del PJ más duros, ya logró el apoyo de los intendentes bonaerenses, que le pidieron que se ponga al frente de la oposición, y cuenta con el respaldo de los principales sindicatos y movimientos sociales del país.

De todos esos apoyos saldrán también otros referentes de la fuerza política. El último candidato a presidente será uno de ellos. Massa ya trabaja en sus oficinas de Avenida Libertador, donde puso en marcha la Fundación Encuentro junto a los funcionarios más destacados del ministerio de Economía durante su gestión. El tigrense pretende mantener el perfil bajo pero estar activo y encima de cada uno de los pasos de Milei.

En el peronismo creen que, por edad, influencia y capacidad de operatoria, Massa seguirá siendo uno de los principales actores de la oposición. Sobre todo teniendo en cuenta que en tiempo de elecciones logró equilibrar los intereses y los rencores de una coalición destruida por la interna que dinamitó el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

Los gobernadores peronistas también jugarán un rol preponderante en el armado político. Algunos de ellos pretenden, con el pasar de los meses, fomentar la construcción de una fuerza política donde Cristina y Máximo Kirchner tengan menos influencia que en la última década. Por eso una de las grandes dudas que tienen es si Kicillof podrá tener autonomía pura para construir su perfil de líder opositor o si estará permanentemente supeditado a la figura de la ex vicepresidenta.

Hay algunos gobernadores que creen que una de las opciones para ampliar el espacio es tratar de acercar posiciones con el peronismo cordobés, que tomó distancia de la mayoría de la fuerza política después del enfrentamiento del gobierno provincial con los Kirchner en el 2008. El esquema cordobés ahora es conducido por Martín Llaryora, que pidió gobernabilidad para Milei y que tiene en su largo proyecto político la intención de ser presidente de la Nación.

El cordobés Martín Llaryora representa a un sector del peronismo que quiere encabezar una renovación desde el interior

Lo cierto es que el peronismo tiene el desafío de discutir cómo encarará este nuevo tiempo del espacio político. Discutir sus errores, sus miserias, sus diferencias, sus caminos, sus programas y sus capacidades. La derrota los devolvió al llano a nivel nacional y en muchas provincias. Esa etapa circunstancial los obliga dar un debate profundo y lento. En privado y en público.

Del kirchnerismo habrá, además de Kicillof, tres exponentes destacados. Cristina Kirchner ya arregló su oficina en el Instituto Patria y tiene por delante la enorme tarea de liderar sin ser ella la opción presidenciable del 2027. Estar pero no interrumpir, conducir pero dar lugar a los nuevos, respaldar pero no absorber. No es fácil para una líder política de la envergadura de la ex presidenta, pero durante sus apariciones en el 2023 ya ha dado muestras de que es necesaria una renovación de figuras y liderazgos.

Máximo Kirchner también ocupará un rol central. La Cámpora, agrupación que conduce, ganó 12 intendencias y tiene la voluntad de mantener la resistencia al nuevo gobierno. El mayor desafío de ese sector es ser parte de un todo aceptando las condiciones de una discusión horizontal. Kirchner ya tiene enemigos internos definidos, que advierten una perdida de poder del diputado después de la caída de Martín Insaurralde y que quieren empujarlo a los márgenes del PJ Bonaerense.

El peronismo del interior tiene muchas facturas guardadas para el camporismo y la ambición de que ese sector no esté al mando del espacio. “Los pibes”, como los llaman muchos dirigentes, se ganaron enemigos con sus formas, sus peleas municipales y su falta de pragmatismo para negociar listas legislativas que contengan a los referentes distritales. Evitar resquemores internos no es una especialidad del líder de la agrupación.

Máximo Kirchner será uno de los dirigentes importantes de la discusión renovadora

Eduardo “Wado” de Pedro es otro de los dirigentes K que tendrá protagonismo. Candidato a presidente por un día y ex ministro del Interior, es dueño de una mística interna que le adjudica el kirchnerismo y que ha sabido manejar con bastante sutileza. Desde el Senado será una de las voces de Cristina Kirchner y un dirigente que perfile el debate sobre las necesidades de renovación del peronismo.

La nueva oposición debe reacomodarse. La discusión pública ya la empezaron tres dirigentes de perfil alto como lo son Aníbal Fernández, Juan Grabois y Jorge Ferraresi. Dardos a La Cámpora, reproches a Alberto Fernández y Sergio Massa, pedidos de una autocrítica profunda con aceptación de culpas incluida. Un trabajo casi utópico que, probablemente, termine a mitad de camino si el peronismo no toma real dimensión de que la sociedad demanda una renovación entera del proyecto político que representan.

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