La novela detrás de la salida de Agustín Rossi: el silencio de Cristina Kirchner y el offside de Santiago Cafiero

El anuncio de Alberto Fernández expuso un nuevo cortocircuito interno en el Gabinete. Malestar por las formas en las que se anunció el recambio.

 

“Me enteré que tengo que renunciar por la televisión”. La confesión que hizo el ministro de Defensa, Agustín Rossi, en radio La Red expuso una vez más los problemas que afronta la gestión de Alberto Fernández para resolver internamente las crisis que surgen en la coalición oficialista.

 

La desprolijidad con la que el santafesino recibió la orden de dejar su cargo fue más rimbombante por obedecer a la puja electoral en Santa Fe, donde parte del kirchnerismo apoya a la fórmula apadrinada por el gobernador Omar Perotti, pero no fue la única: horas antes, Daniel Arroyo ya les había adelantado a sus colaboradores en Desarrollo Social que se prepararan para continuar hasta diciembre, cuando debía asumir en el Congreso.

La secuencia de ministros enterándose por TV puede suponer eventualmente un golpe de autoridad para un Presidente que convive con la centralidad de la figura de Cristina Kirchner, pero la repetición de esa metodología puede interpretar una debilidad. El “desgaste” al que se sometió a la ex ministra de Justicia, Marcela Losardo, amiga del Presidente, cuya renuncia fue anunciada por televisión para satisfacer el reclamo interno pero luego fue obligada a mantenerse en el cargo hasta que se le encontró un reemplazante, acaso haya sido el más contundente. La salida de María Eugenia Bielsa de Desarrollo Territorial y Hábitat, para precipitar la llegada del ultra K Jorge Ferraresi, y de Alejandro Vanoli (ANSeS), quien fue sucedido por la camporista Fernanda Raverta, son otros ejemplos.

"Hay que cuidarnos más entre nosotros. Para inventar internas está la oposición que nos quiere dividir desde que volvimos", es la reflexión de un importante funcionario, cercano a Fernández pero con buena sintonía en el universo K. 

En esta ocasión, los movimientos del Presidente para resolver el conflicto desde Perú, cuando habló con C5N, expuso incluso a una parte de su tropa que había quedado cuidándole la espalda en Buenos Aires.

Quienes defienden las formas apuntan que buscó poner fin a la interna. Pero el tema excede al Gabinete ya que involucra a una porción importante del Frente de Todos. Es que por un lado a Rossi lo secunda la vicegobernadora de Santa Fe Alejandra Rodenas, pero en la nómina para Diputados van como candidatos dirigentes massistas y del Movimiento Evita, mientras que la lista apadrinada por Perotti (va de primer senador suplente) recibió la bendición de La Cámpora -durante este miércoles, en plena ebullición, referentes de la agrupación se encargaron de difundir la nómina- porque lleva de segunda del bielsista Marcelo Lewandoski a María de los Angeles Sacnun, ladera de Cristina Kirchner en el Senado.

Pero más allá de los nombres, la novela tiene un costado simbólico para el FDT: en 2017, en medio de la discusión por la reforma jubilatoria de Mauricio Macri, un grupo de dirigentes opositores a su gobierno, pero con distintas terminales políticas, dentro y fuera del peronismo, comenzó a tejer desde los acuerdos para construir un armado que permitiera vencer al oficialismo.

Eran tiempos en los que el triunfo en las Legislativas de la fórmula cambiemita liderada por Esteban Bullrich ante Cristina tenían a Cambiemos y al grueso de la oposición pensando más en la discusión de la sucesión de Macri en 2023, que en 2019. El escándalo por la reforma previsional, que hizo cerrar filas de uno y otro lado, fue un cimbronazo que algunos supieron leer. “Con Cristina sola no alcanza, sin Cristina tampoco”, fue la premisa que luego contagió al resto, incluido a dirigentes, como Perotti y hasta el propio Sergio Massa, que estaban en otra frecuencia. Curiosidades de la política, en ese grupo reducido de dirigentes confluían Rossi, Arroyo y el hoy Presidente, quien tras la frustrada experiencia electoral de Florencio Randazzo cambió el chip y comenzó el camino de regreso al kirchnerismo.

El repaso hacia atrás también tiene una réplica en la actualidad. Sin ser amigo del Presidente, y resistido por La Cámpora, Rossi se alineó con la Casa Rosada desde que asumió. Su gestión esquivó cuestionamientos y, en 20 meses, su nombre jamás estuvo en la mesa de los “funcionarios que no funcionan”. Cerca del santafesino, incluso apuntan que fue el propio Fernández quien lo alentó a competir en Santa Fe y se lo pidió hasta hace algunas semanas.

En Balcarce 50, donde se mencionaba a Rossi como posible candidato, no lo niegan, pero advierten que “siempre la prioridad fue y seguirá siendo la unidad”. Eso mismo le hizo saber el jefe de Estado a su ministro el sábado del cierre de listas. En su WhatsApp, un rato después, recibió el detalle de la propuesta de acuerdo extendida a Perotti. En Defensa insisten que el “Chivo” estaba dispuesto a bajar su candidatura a senador y hasta llegó a conceder no aparecer en la boleta de Diputados. También, que no fuera uno de su armado quien encabezara esa nómina si se liberaba el resto de la lista para su sector. El resto de la historia es conocida.

Sin acuerdo, entre lunes y martes, la administración Fernández presionó para que Rossi declinara su postulación. En la estrategia también se involucró el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, quien en su doble rol de referente de La Cámpora envió un mensaje por elevación. “Lamento que el ejemplo de Cristina (Kirchner) de priorizar el interés colectivo por sobre los individuales no haya llegado a todos los dirigentes”, lanzó en diálogo con Iván Schargrodsky, en un guiño a Perotti y en un dardo directo a Rossi.

Pero éste decidió resistir el embate. Al cabo, tampoco recibió la orden expresa de Cristina de bajarse. Por otro lado, según aseguró este jueves en su raid mediático, nadie le puso como condición que si seguía adelante debía renunciar al Ministerio de Defensa.

El silencio de Cristina generó desconcierto puertas adentro del Gobierno: Rossi fue durante más de una década un soldado incondicional de su tropa y, especialmente, pilar fundamental en la resistencia entre 2015 y 2019. La ambigüedad de la vice acaso haya abonado a la confusión.

Por eso, durante la mañana y las primeras horas de la tarde de este miércoles, en el Gobierno ya se resignaban a que hubiera interna. “Lo que más nos preocupa es que sea una campaña tranquila, sin golpes bajos y con respeto. Si se mantiene ese clima no tendría porqué haber problemas (en que Rossi sea candidato)”, repetían funcionarios con despacho en Casa Rosada.

Apuntalaban el mensaje del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, quien al cabo de un acto en Almirante Brown había dicho que Alberto F. todavía no había tomado “una definición” respecto a la salida de los ministros que eran candidatos. Hay voces maliciosas que sostienen que, al igual que Rossi, el funcionario al que el jefe de Estado considera su alter ego también se enteró por la televisión. Con todo, su primera reacción cuando recibió el llamado de Rossi oficializándole su renuncia fue pedirle que esperara "hasta que vuelva Alberto". Dato: todavía no está claro quién lo reemplazará.

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