Larreta & Jorge Macri: genealogía de un desencuentro

Larreta & Jorge Macri: genealogía de un desencuentro

El acuerdo, que cumple un año, atraviesa su peor momento. Plan Canje y falta de alineación. La irrupción del equipo halcón que agitó las aguas. Final incierto.

 

Por Pablo Lapuente

Todo indica que el acuerdo de conveniencia mutua entre Horacio Rodríguez Larreta y Jorge Macri tiende al fracaso y no podrá cumplir su primer año. Comenzó en noviembre de 2021 y se formalizó un mes después con el pedido de licencia en su cargo del intendente de Vicente López para asumir como ministro de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Con ese movimiento pactado, el alcalde porteño se garantizó allanarle a Diego Santilli la primera parte del camino hacia la gobernación bonaerense, a la vez que encontró a un socio territorial clave en su ambición de llegar a la Casa Rosada; el jefe comunal amplió sus márgenes de influencia política en un territorio inexplorado pero en el que el apellido Macri es prácticamente garantía de éxito para dar pelea por la sucesión de Larreta, donde hay otros anotados.

 

 

Aquella presentación oficial del primo Macri como integrante del gabinete porteño se realizó después de una recorrida por el vacunatorio que por entonces estaba ubicado en el predio de La Rural, en tiempos en los que el jefe de Gobierno mantenía un liderazgo hegemónico sobre toda la oposición y los sectores más duros del PRO aún no asomaban con fuerza en la agenda pública.

 

Todo eso tributó a una suerte de segundo plan canje por el cual Larreta se mostró como el gran garante de los principales movimientos políticos del partido amarillo al persuadir a María Eugenia Vidal de regresar al ámbito porteño y empujar a Santilli al otro lado de la General Paz, por supuesto, con la idea de utilizar la base electoral de ambos dirigentes en los dos principales distritos a la hora de adentrarse en la carrera presidencial.

 

Las crónicas de aquellos meses recuerdan el desmantelamiento del Grupo Dorrego, que aunó durante algunos meses a intendentes que pretendían ser protagonistas de la estrategia electoral del PRO y erigir a uno de ellos como candidato a gobernador y los pases cruzados de sus integrantes a distintos sectores de la interna. Además de Jorge Macri, Néstor Grindetti (Lanús) se alejó de Larreta y midió cada uno de sus nuevos pasos ante la mirada atenta del expresidente, Diego Valenzuela (Tres de Febrero) entró en la mesa chica del alcalde porteño y se transformó en el jefe de los equipos técnicos de Santilli y Julio Garro (La Plata) siguió un camino similar al responder de manera directa a Larreta. Pero lo que las crónicas no pudieron prever fue el factor halcón en la pelea interna.

 

De ahí que la fotografía de Patricia Bullrich junto a Macri hace unas semanas haya generado tal desequilibrio en la alianza que aún hoy sus protagonistas no pueden saber hasta dónde llegarán los desencuentros. En el jorgemacrismo son conscientes de que este acto fue el que tensó las relaciones y estiman que lo único que la arreglará es una declaración de respaldo explícita del intendente en licencia al jefe de Gobierno porteño, algo que, al menos por ahora, no está dispuestos a hacer. “No va a suceder, no sólo porque no corresponde ahora sino porque queremos que él y Patricia estén en nuestra boleta”, aseguró a Letra P una fuente de peso en el equipo del funcionario porteño.

 

Fiel a su estilo calculador, Macri consiguió de Bullrich su apoyo en la pelea interna contra otros candidatos como el radical Martín Lousteau, aunque rápidamente recibió las críticas de sus pares porteños que le achacaron que Larreta le haya dado la llave de la Ciudad y no la haya pagado con su alineamiento político. Por eso no habrá nuevas fotografías entre ellos y posiblemente tampoco con buena parte de los demás integrantes del gobierno.

 

El team halcón denuncia por lo bajo una operación para sabotear la agenda de gestión del ministro con la idea de quitarle kilómetros de recorrido y protagonismo en la campaña porteña, algo que no se extiende a todo el gabinete: la ministra de Educación, Soledad Acuña, participó hace unos días de una actividad con Macri y no fueron pocos lo que leyeron esa buena sintonía en clave electoral.

 

Si bien en el jorgemacrismo avisaron que irán “hasta el final”, la historia atestigua que la estructura y los fierros suele prevalecer por sobre la voluntad individual, aunque eso no desanima al ministro que, igual que Bullrich, apela a una reiteración de la historia: en 1988 se disputaron el liderazgo del peronismo Antonio Cafiero, el bonaerense favorito de los gobernadores, y Carlos Menem, el riojano que hacía valer su personalidad y oratoria por sobre el aparato. No hay dudas de que hoy todos estos protagonistas integran el amplio espacio amarillo, pero tienen todos un pasado justicialista, de ahí que algunos apuesten a que el volumen territorial y presupuestario del jefe de Gobierno porteño, como lo tenía Cafiero, no sea suficiente para ganarle la pelea interna a la exministra de Seguridad, a quien comparan con el carisma de Menem.

 

Como sea, aquel acuerdo de beneficios cruzados sigue su curso, pese a las turbulencias del medio. Habrá que ver si, tras el regreso del ingeniero al país –hoy disfruta de la butaca preferencial que tiene reservada en los partidos del Mundial que se juega en Qatar–, cambian algunas condiciones, porque se sabe que detrás de las diferencias en el ámbito porteño se esconde, en realidad, la batalla ampliada a nivel nacional, en la que Macri y Larreta son los protagonistas amarillos de mayor espesor.

 

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