Monzó busca un "scrum larretista" y quiere unir a Vidal, Lousteau y Stolbizer

Monzó busca un

Quiere un armado de "centro" y piensa en el 2021. Su crudo análisis y la preocupación por los extremos del oficialismo y la oposición.

"Si esto sigue así, no hay lugar para la moderación y esto va a explotar”. Las palabras de preocupación de Emilio Monzó aún resuenan en los 830 dirigentes que lo escucharon, casi quebrado, abandonar momentáneamente una reunión por Zoom. Venía de escuchar al presidente Alberto Fernández expresar “que a la Argentina le fue mejor con el coronavirus que con el gobierno de Mauricio Macri”. Se paralizó. “¿Qué le digo a esta gente?”, se preguntó antes de empezar a hablar.

El análisis político que el ex titular de la Cámara de Diputados es duro: “la política está tirando nafta al fuego, el país está por chocar”, le plantea a sus interlocutores. En particular, ve un proceso de radicalización en el oficialismo y en la oposición, tironeados por los extremos que alimentan “la grieta”.

"Lo ve al presidente cometiendo un error no forzado por semana"

Eso sumado a la incertidumbre sobre el curso de la pandemia y la crisis económica – cree – generan un marco de coyuntura muy complejo. Es más: lo ve a al presidente cometiendo “un error no forzado por semana” producto de esta crisis. De todas formas, siempre elige no confrontar y le traduce, a sus íntimos, que tiene “una buena relación” con el jefe de Estado.

 

Es que el ex titular de la Cámara de Diputados y armador de Juntos por el Cambio tiene la convicción íntima que la oposición debe construir una alternativa “de centro”, que incluya “una mesa amplia con volumen político”. Y agrega: “la moderación tiene que ser la tendencia”. Y coloca en un lugar privilegiado allí a Horacio Rodríguez Larreta, el abanderado para eliminar la grieta.

"La oposición debe construir una alternativa de centro, que incluya una mesa amplia con volumen político".

Por ello, lo llama “scrum larretista”: espera que sea el jefe de Gobierno porteño quien lidere el proceso de ese espacio centrista y que pueda sumar a otros actores que hoy no están en Cambiemos. Por caso, el peronista Juan Manuel Urtubey, Margarita Stolbizer o el intendente de Rosario, Pablo Javkin.

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Entre los que cuenta en ese lugar están, además del jefe comunal; María Eugenia Vidal (ya sin rencores personales); los peronistas Cristian Ritondo y Diego Santilli; su amigo y socio, Rogelio Frigerio; y el radical Martín Lousteau, entre otros.

De hecho, por Lousteau tiene una especial predilección: hablan todas las semanas, lo considera la “renovación” de la política. Es más: piensa en el nombre “Evolución federal”, en consonancia con el sector radical que anima el economista. 

 

Está en contacto con muchos dirigentes, oficialistas y opositores. Desde gobernadores de PJ hasta intendentes del conurbano. Hoy, a la pandemia, le suma el temor por la creciente inseguridad y la toma de tierras. Confiesa que los intendentes ven la inacción del oficialismo pero que no pueden expresarlo a viva voz.

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¿Candidato?

Por otro lado, por primera vez, en años, está con ganas de jugar electoralmente. Ya no lo oculta: habilitó a Sebastián García de Luca, diputado nacional y ex viceministro político del Interior, y al peronista Marcelo Daletto (a quien saludó hoy por su cumpleaños), su álter ego político, a diagramar una estrategia en la Provincia de Buenos Aires.

De allí emanó su primer acuerdo con el intendente de San Isidro, el radical Gustavo Posse, con quien conformó un bloque en la Legislatura bonaerense con dirigentes cercanos a ambos. También trabaja con él Nicolás Massot, el ex jefe del bloque del PRO y director del Banco Ciudad.

En ese camino, a diferencia de un año atrás, está dispuesto a compartir la nómina con Vidal en la Provincia. Incluso no tiene inconveniente en ser candidato detrás de ella.

El duro cierre de listas del 2019, que terminó marginando a todos los dirigentes cercanos a él, detonó la relación pero actualmente ya no le queda bronca con la ex mandataria. Es más: la observa como un actor importante de este armado. Aunque Vidal debe decidir si va a volver a la Ciudad aún.

 

“Emilio va a jugar siempre y cuando exista esa mesa moderada. Eso lo impulsa. Si ganan los extremos, no va a estar”, relata, crudamente, uno de sus hombres más cercanos.

Desde el 12 de noviembre de 2019 no volvió a ver a nunca más a Mauricio Macri. Ese día había ido a Casa Rosada y, cuando encaró la salida, saludó a los granaderos y supo que no volvería a acercarse a quien hoy representa junto a Cristina Kirchner, según su mirada, la grieta viva y coleando.

 

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