Máximo Kirchner - Axel Kicillof, la otra pelea por la lapicera

Máximo Kirchner - Axel Kicillof, la otra pelea por la lapicera

El contrapunto del sábado pasado anticipó la pulseada que se viene por las candidaturas y el segundo tiempo. ¿Quién decide?

Por: José Maldonado.

Ya pasó una semana desde que Máximo Kirchner cuestionó por primera vez en público a Axel Kicillof. “No hay que bajar al territorio, compañero gobernador, hay que subir a los militantes a los lugares”, fue la bala que disparó el líder de La Cámpora desde el escenario del plenario militante “Luche y Vuelve”, una frase que quedó retumbando en los salones de la UTN de Avellaneda.

A pesar de los esfuerzos de estos días de los dos campamentos políticos por minimizarlo, el episodio fue alimentando, con el correr de los últimos días, una montaña de especulaciones y versiones sobre el significado del mensaje que el líder de La Cámpora mandó al gobernador y sobre la realidad de su vínculo personal y político; una relación con Cristina Fernández como punta del triángulo, cruzada por el recelo y la desconfianza, que se vuelve a poner en tensión en el arranque del año electoral y en los primeros pasos de la campaña reeleccionista de Kicillof.

“La relación es como siempre fue, de respeto y de compañerismo”, repitieron todos estos días en la Gobernación platense. “Fue una referencia a un frase puntual que había dicho el Axel en su discurso sobre ‘bajar’ al territorio, algo que siempre hace un poco de ruido, pero nada más”, dijeron en el círculo que rodea a Kirchner en los días que siguieron al episodio.

Control de daños

Las respuestas de los dos campamentos fueron las esperadas. En medio de la convulsión de una interna con final abierto en el Frente de Todos, los dos buscaron bajar el tono de una interna que empezó a generar fastidio e irritación en buena parte de las segundas líneas del kirchnerismo.

Hubo quienes enlazaron esa estrategia de control de daños al comunicado que el lunes emitió La Cámpora para condenar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, en el que la organización buscó volver a poner el foco en el frente común de enemistad con Alberto Fernández más que con su “enemigo íntimo” de la gobernación bonaerense.

La novedad que trajo el cuestionamiento en público y la exposición de esas diferencias por parte de Kirchner no sólo refleja la pelea más o menos silenciosa que los dos vienen manteniendo desde hace año, sino que anticipa el núcleo central de la pulseada que toma intensidad, entre los dos actores principales del Frente de Todos bonaerense, en el arranque del año electoral.

Listas y fórmulas

¿Quién va a tener la lapicera para definir el esquema de candidaturas? ¿Será Máximo Kirchner o Axel Kicillof quien defina la estrategia y los nombres para ir a la pelea por retener la provincia de Buenos Aires? ¿Fue el de Kirchner un mensaje que marca la cancha a Kicillof sobre la conformación de la fórmula para ir a la reelección y de su eventual segundo mandato? ¿Cuánta autonomía tendrá el gobernador para resolver estas cuestiones?

Las preguntas quedaron planteadas después del acto de Avellaneda y sobrevolaron el encuentro que este miércoles mantuvo la mesa kirchnerista en Ensenada, en días en que las versiones sobre movimientos en el FdT bonaerense circulan en todos los sentidos.

La última cuestión, referida concretamente a la participación de “militantes” en espacios de poder o decisión, fue a la que se aferró el kicillofismo para responder el dardo de Máximo Kirchner.

“En el gobierno bonaerense somos todos militantes. Debe ser el gabinete más militante de la historia”, dijo días atrás Carlos Bianco, mano derecha de Kicillof, su primer jefe de Gabinete, desplazado por Kirchner y Martín Insaurralde después de la derrota en las elecciones de 2021, ahora jefe de Asesores del gobernador.

La referencia de Bianco apuntó al peso cada vez mayor que fueron teniendo figuras de La Cámpora y el kirchnerismo en el organigrama de ministerios y secretarías de la provincia de Buenos Aires: los camporistas Andrés Larroque en Desarrollo Social, Florencia Saintout en el Instituto Cultural y Nicolás Kreplak en Salud; el sindicalista K Walter Correa en Trabajo; los intendentes aliados de Kirchner en la Jefatura de Gabinete (Insaurralde) y Obras Públicas (Leo Nardini) y Daniela Vilar (Ambiente).

La mayoría llegó al gobierno bonaerense después de aquella crisis posterior a la derrota, el telón de fondo de estas hostilidades, pero las tensiones no se resolvieron ahí. Durante todo 2022, desde distintas usinas vinculadas a Kirchner y a los intendentes del conurbano se empujó con insistencia el teorema "Axel para arriba”. La idea era empujar una candidatura presidencial de Kicillof (con destino incierto) para producir la vacante en la candidatura a la gobernación de la provincia. Aunque el kicillofismo niega estar aferrado al palacio de la Plaza San Martín de La Plata, nadie quería saber nada sobre ese proyecto, que finalmente fue archivado.

Lo que parece más vigente que nunca es la pulseada por lo que se viene, en medio de versiones sobre la intención de un sector de empujar a Vilar como compañera de fórmula de Kicillof. La ministra de Ambiente es una figura que resume al camporismo, del que proviene, con el sector de los intendentes, y podría ser la figura que impulse Máximo Kirchner para el segundo término de la boleta.

Los próximos movimientos revelarán mucho sobre cómo será la nueva etapa de una relación que tiene pendiente a todo el oficialismo bonaerense. Con Cristina Fernández de Kirchner por ahora fuera de la cancha, en cómo se resuelva la pulseada entre el hijo de la vicepresidenta y el gobernador se cifrará el futuro político del Frente de Todos.

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