El Frente de Todos se divide entre llamados al diálogo y discursos duros contra la Justicia y la oposición por el ataque a CFK

El Frente de Todos se divide entre llamados al diálogo y discursos duros contra la Justicia y la oposición por el ataque a CFK

Los mensajes, contradictorios, evidencian la falta de una línea rectora en el oficialismo. Incluso se producen cambios de postura en los propios dirigentes. Se espera la palabra de la Vicepresidenta para ordenar el escenario.

Por: Brenda Struminger.

Dos líneas discursivas dividen al oficialismo desde el ataque a Cristina Kirchner. Si bien hay muestras de unidad que, lógicamente, giran en torno a su defensa, en los últimos días empezaron a generarse marcadas diferencias sobre cómo actuar ante la oposición para pacificar el terreno político. Tanto dentro del kirchnerismo como en el ala moderada los caminos parecen bifurcarse, respectivamente. Y nadie parece atreverse a definirse, lisa y llanamente, en un sentido claro. Todos envían señales a la Vicepresidenta y esperan para ver cómo se expedirá la jefa del Instituto Patria, que dejó correr las opiniones mientras decide cómo avanzar mantiene al arco del Frente de Todos expectante.

Ayer, en el Parque Lezama, en un acto para “cuidar a Cristina”, la mayor parte de los dirigentes porteños que lo protagonizaron, como el diputado nacional Leandro Santoro, desarrollaron mensajes ambiguos. Trataban de mostrar enojo a la militancia, y, al mismo tiempo, hacían un llamado a la calma. “Ojo por ojo, el mundo se queda ciego”, dijo el jefe de la agrupación local Lxs Irrompibles, que está muy cerca de Alberto Fernández.

Días antes, por su parte, el Presidente había arremetido con mucha fuerza en la convención de la Cámara Argentina de la Construcción contra los “discursos de odio”. Y en el mismo acto en la Ciudad donde habló Santoro, durante el cierre, el jefe local del PJ y máximo referente porteño de La Cámpora, Mariano Recalde, directamente responsabilizó a Mauricio Macri, en un tiro por elevación, del clima de violencia política reinante, al igual que contra los jueces y el fiscal de la causa Vialidad. Esto, menos de 24 horas después de que uno de sus compañeros con mayor responsabilidad nacional en el kirchnerismo, Eduardo “Wado” de Pedro, hubiera convocado al diálogo a la CC y a la UCR y se hubiera solidarizado con el ex presidente por la amenaza que había sufrido -como en otras ocasiones- en redes sociales, acciones previas a su asistencia a la misa por la “fraternidad” en Luján.

La marcha de ayer en Parque Lezama transcurrió entre discursos contradictorios sobre el rol de la oposición, pero Recalde coronó con un mensaje muy crítico de Mauricio Macri y la Justicia (Crédito: Nicolás Stulberg)

Las mencionadas son sólo algunas de las varias muestras de la diversidad de posturas que conviven al interior de la coalición gobernante. No sólo entre fuerzas, sino al interior de los espacios. Lo único que está claro, aseguraron distintos dirigentes de peso a este medio, es que no hay una única línea. “Es todo muy dinámico”, dijo, sin mucho más, un alto funcionario del entorno del Presidente, que admitió que existen posturas paralelas y contradictorias. Ayer, después de la misa en Luján, un periodista de C5N le preguntó a Oscar Parrilli, mano derecha de Cristina Kirchner, qué pensaba sobre el faltazo de la oposición: “Problema de ellos”, dijo, escueto, tomando distancia de los lamentos que habían manifestado por el mismo tema, minutos antes, otros dirigentes de peso, pero del sector moderado, como el canciller Santiago Cafiero.

En el oficialismo se preguntan cómo avanzar, y se sienten en una encrucijada frente a la envergadura del atentado. Por un lado, quieren pacificar el ambiente, porque, como coincidieron distintos funcionarios, están “verdaderamente preocupados” por el contexto. “Hago política desde hace cuarenta años y soy muy pesimista, creo que esto se va a descalabrar”, sostuvo un hombre de consulta del Presidente, consciente del crecimiento de la ultra derecha que representa Javier Milei. Por otro, creen que un acercamiento a la oposición es prácticamente imposible, no sólo por la reticencia que se percibe del otro lado, sino por la falta de convicción propia. Algunos, pocos, también, hacen una autocrítica y creen que empeora el escenario el gravísimo contexto económico, con proyecciones del 95 por ciento de inflación para fin de año.

El problema de fondo a la hora de lidiar con el clima de violencia política, consideran, es que el grueso de la dirigencia -desde el kirchnerismo a la Casa Rosada-, le habla a Cristina Kirchner sin saber qué piensa. En algunos casos, sus dichos se leen directamente como derivados de órdenes desde la presidencia del Senado, como en el caso de Eduardo “Wado” de Pedro, ministro del Interior, muy cercano a la vicepresidenta, uno de los referentes K que claramente -después de su tuit explosivo del fin de semana pasado contra el ex presidente- abrazó la línea del diálogo.

En la misa de Luján se reunió la primera plana nacional, incluyendo al Presidente y al máximo representante de Cristina Kirchner en la Casa Rosada, Wado de Pedro, en torno a un llamado a la "fraternidad" (Gustavo Gavotti)

Pero a pesar de que sus acciones se asocian a la ex presidenta, aún no está claro qué camino marca. “Probablemente, ni ella sepa por dónde ir, todavía, y esté tirando globos de ensayo”, deslizó un funcionario de La Cámpora que, como la mayoría, duda de cuál es el camino a seguir ahora y admite que De Pedro y Recalde, el sábado por la tarde, se manifestaron en líneas exactamente opuestas. Por eso, todas las expectativas están puestas, más que nunca, en el próximo discurso. de Cristina Kirchner. Nadie sabe cuándo hablará. Pero esperan ansiosos que, desde un lugar de centralidad inédito, ordene el espacio.

Más allá de falta de una línea central, quienes abonan la idea del diálogo están preocupados por el hecho, que descuentan, de que Juntos por el Cambio, y en particular el Pro, “no tomen conciencia de lo que está pasando”. “¿Van a esperar a que haya un muerto de verdad para darse cuenta?”, se preguntaba un dirigente, cuando ya era un hecho que Patricia Bullrich, presidenta del partido que fundó Macri, no iba a repudiar el atentado del jueves anterior frente a la casa de Cristina Kirchner.

Además, el sábado, después de que los opositores moderados del radicalismo -que habían sido vagamente invitados por la intendencia kirchnerista- no asistieran a la misa en Luján, muchos frentetodistas perdieron totalmente las esperanzas de que se concrete una conciliación. Y, en un análisis contrafáctico, responsabilizaron a Alberto Fernández. “Perdió la oportunidad. Si el mismo viernes a las 9 de la mañana (después del atentado) llamaba a todos a una reunión, venían. Les dio tiempo para medir (la opinión de sus votantes, en encuestas), y cuando midieron les resultó que no les convenía”, dijo un funcionario con despacho en la Casa Rosada que se posiciona en el bando de los oficialistas “blandos” desencantados con Alberto Fernández.

El rol del Presidente también quedó atravesado por la bifurcación de posturas, que se vio en su propio posicionamiento. Alberto Fernández pasó de condenar los discursos del odio y promover un debate para combatirlos -e incluso, en palabras de sus colaboradores, “sancionarlos”- a participar de la misa por la “fraternidad” y a solidarizarse con Macri, al igual que De Pedro. En su entorno atribuyen la falta de una determinación firme a los dos años y medio de “golpes” del kirchnerismo. “Si te vienen pegando por todos lados, nadie puede pretender que seas He-Man”, sostuvo, ilustrando con el personaje de dibujos animados, un funcionario con despacho en Balcarce 50 que, al mismo tiempo, admitió que, al “fallar en defender a Cristina Kirchner”, Alberto Fernández “se transformó definitivamente en un canciller” o un “presidente de un sistema parlamentario” en lugar del jefe de Estado de un país presidencialista.

De todas formas, también acotó, con una cuota de enojo, que más allá de cómo actuara Alberto Fernández, iba a recibir reproches de La Cámpora. “No importa qué sea lo que haga o diga, va a estar mal. Si llamaba al diálogo, para ellos iba a estar equivocado. Y hoy, como no concilió, está mal también. No hay forma de ganar. Si se hace algo, lo tienen que hacer ellos. Si no, no se hace”, se descargó.

Massa, en medio de la hecatombe política interna, está de gira en Estados Unidos para buscar inversiones

Más allá de la coyuntura repleta de contradicciones y preocupación en el Frente de Todos, en los últimos días empezó a aparecer una cuota de esperanza de cara a 2023. Durante la crisis económica que derivó de la renuncia de Martín Guzmán, la mayor parte creía perdida la elección. Pero hoy algunos piensan que el ordenamiento en torno a la figura de Cristina Kirchner y los avances de Sergio Massa durante su gira por Estados Unidos podrían significar un aporte al objetivo político del año que viene. Además, miran con cierto optimismo algunas cifras, como la nueva baja en el índice de desempleo y la liquidación de divisas del campo tras el desdoblamiento para el sector que anunció el ministro de Economía. Si logran bajar la inflación en los próximos meses, creen, podrían tener chances de disputarle el premio mayor a Juntos por el Cambio.

También se apoyan, para darse ánimos, en las divisiones flagrantes que atraviesan al espacio opositor. Juntos por el Cambio no sólo debate internamente cómo actuar frente a la convocatoria de un sector del Gobierno a dialogar, sino por las candidaturas y los modos de hacer política, con severos y velados cruces prácticamente cada semana. “Ellos están muy complicados, y nosotros nos estamos uniendo, esta vez por ahí definitivamente”, se esperanzó un alto dirigente. Aunque en el Frente de todos también hay varios candidatos anotados para los próximos comicios -entre ellos, Massa y De Pedro-, el hecho de que la vicepresidenta se posicione -aparentemente- como la “gran electora” y con Alberto Fernández -supuestamente- corrido de sus pretensiones de reelección, se percibe como un factor clave para propiciar un escenario que mejore las aspiraciones electorales del oficialismo.

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