Ezeiza: la tierra de los Granados, la cuna de la nueva "mano dura"

Ezeiza: la tierra de los Granados, la cuna de la nueva "mano dura"
Desde hace 18 años gobierna el flamante ministro de Seguridad; su familia está dividida por el pase al massismo de su hermana; los índices delictivos y el negocio inmobiliario

No son tiempos de calma en Ezeiza. Una feroz pelea familiar y política amenaza con a abrir nuevos frentes y seguir en Tribunales. Enfurecida, Leonor, senadora bonaerense, envió una carta documento a su cuñada, Dulce, diputada, candidata a renovar su banca, y esposa de su hermano, Alejandro, intendente de Ezeiza en uso de licencia, flamante ministro de Seguridad provincial y, a la vez, postulante a concejal por el distrito que gobierna desde hace 18 años. Los tres, envueltos en el juego por el poder, tienen una marca indeleble: son los Granados.

"Voy a ir a fondo", asegura Leonor a LA NACION. En el texto, pide que se retracte por haber usado "expresiones injuriantes" en su contra, como "sinvergüenza", "convertida" y "traidora". El torbellino interno se produjo luego de la migración de la senadora a las filas de Sergio Massa, máximo rival del Gobierno de cara a octubre. Ella había logrado un escaño por el Frente para la Victoria, en 2011, luego de que el jefe comunal la incluyera en la lista. El sacudón dentro de la familia se traduce en las calles: se reavivó la actividad política, aderezado además por el deterioro del caudal electoral de un caudillo que solía cosechar cifras arrolladoras. Esta vez, embolsó un resultado magro para su vara: en agosto sacó 39%, a menos de diez puntos del Frente Renovador, y lejos del 67% que había logrado en 2011.

El apellido Granados se multiplica en cada cuadra. En la panadería Las paisanitas, frente al municipio, un pasacalle le desea suerte en su cargo en el gabinete de Daniel Scioli: "Felicitaciones compañero. Éxitos en su nueva función". Cerca, sobre la ruta 205, un enorme cartel celeste, color insignia del kirchnerismo, lo muestra a él y a Dulce, con los dedos en V, rodeando a Martín Insaurralde. Más adelante, en el mismo camino, emerge el rostro de Leonor, pegado al de Massa.

Mientras esté "a préstamo" en la provincia, como definen en la jerga futbolera, Granados dejó las riendas de su proyecto en manos de su mujer y de Gastón, hijo de su primer matrimonio, y actual secretario de Obras Públicas. Ambos fueron promovidos, con distinta intensidad, por el propio jefe comunal para su sucesión en 2015. La campaña que planean será "mostrar gestión". Sólo hay en agenda tres grandes actos partidarios, uno el 17 de octubre.

Lejos de esquivar el problema, la gestión Granados hizo de la seguridad una bandera con estilo y marketing propio que ahora busca "exportar" a la provincia: el continuo desfile de patrulleros, un centro de monitoreo que funciona en el segundo piso del municipio, las flamantes camionetas Volkswagen Amarok en las que se mueve Gendarmería, y la cartelería gubernamental sobre la política de tolerancia cero son una postal cotidiana.

"Lo mejor que tenemos es la prevención. La presencia policial es lo que nos dio resultado", explicó Oscar Villalba, a cargo de la sala de situación. El municipio dispone de 50 móviles propios las 24 horas de día, a los que se sumaron 100 gendarmes enviados por el Gobierno. Y, según sostienen, hay 80 cámaras de vigilancia. Casi sin datos oficiales, los pocos que surgen lo favorecen. Por caso, del total de robos de autos del sur del Gran Buenos Aires, Ezeiza representa el 1,5% de ranking que encabeza Lanús, con casi 30%, según datos del Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi).

Con matices, incluso los más acérrimos opositores reconocen que la inseguridad no es la principal preocupación. "Dentro de todo, no nos podemos quejar", sostiene Juan Carlos Barrionuevo, de Libres del Sur y candidato a concejal por el Frente Cívico y Social. Claro que, asegura, gravita otro asunto sensible. "Hay mucha droga. Los que vivimos acá sabemos donde se distribuye, cómo, y, evidentemente, hay complicidad", denuncia.

Durante la era Granados, explotó el negocio inmobiliario. En su administración, resaltan el boom de emprendimientos de barrios cerrados, cuya radicación se centró en Canning, una exclusiva zona en la que pululan palmeras al estilo Miami. También se potenció su patrimonio, hecho que critican sus rivales que ven la sombra del intendente en cada nuevo proyecto. Las insignias del negocio familiar son El Mangrullo, una parrilla que heredó de su padre, y el hotel emplazado al lado, de la cadena Holiday Inn.

La otra pasión del clan es el club Tristán Suárez, presidido por su hijo Gastón, apodado "Gato". Su vice es Damián Boccaccio, jefe civil del Aeropuerto Internacional, amigo de Alejandro Granados, el hijo mayor del intendente, que dirige la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), un sillón que ambiciona La Cámpora. Y la tesorera es Soraya Yulakian, jefa de gabinete de Ezeiza y mano derecha del jefe comunal. La comunión con la entidad es extrema: el equipo vistió casacas con la estampa de Néstor Kirchner y hasta usó indumentaria color naranja en honor a Scioli. El pase de Leonor, la "rebelde", comenzó a gestarse a fines de junio, poco después del cierre de listas, cuando se hizo añicos la promesa del vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto: habilitarle una colectora. Su enojo la arrimó al massismo y su adhesión se cerró el mediodía del viernes 23 de agosto, en el tradicional café La Bicicleta, en el centro de San Isidro.

Con vorágine, la colonización de Leonor se abre paso en un territorio dominado por su hermano. Puso al servicio de Massa su estructura: reabrió cuatro locales con la fachada del Frente Renovador, que se suman a un centro cultural, y planea estrenar otras dos unidades básicas.

Es jueves, a la tardecita, y en la sede de Sarmiento y Nata, un puñado de vecinos que viven sobre la calle Gaddini deshojan reclamos: desde regularización de tierras hasta la odisea por encontrar cupo en los colegios. Casi no se adivinan las paredes rosa pálido empapeladas con afiches con el logo "+a" de Massa.

El local aprovecha su ubicación táctica: brinda asesoramiento a quienes salen derrotados o embarullados de la Secretaría de Desarrollo Social del municipio, enclavada a sólo 20 metros. Allí, además, hace quince días comenzaron los denominados "cursos de dirigencia". "Vamos a empezar con la capacitación de fiscales", anticipa a LA NACION Daniel Mercado, uno de los encargados del adoctrinamiento. La otra pata de Massa en el terruño está referenciada en la lista de concejales que encabeza Roberto "Bebe" Mosto, que fue secretario de Gobierno y hombre de confianza de Granados, un vínculo que algunos sospechan que jamás se terminó de cortar.

Es viernes y la Presidenta, desde los bosques de Ezeiza, invita a "recuperar la maravilla que imaginó el peronismo en los años 50". El acto se realizó en el interior de una de las tres enormes piletas del predio en refracción. "Aunque no haya agua, nos tiramos igual", lanzó Cristina y se llevó un aplauso cómplice. Incluso el de Granados, jefe del lugar

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