Entre Alberto y Cristina, los tres desafíos contra reloj que Rossi tiene por delante

Entre Alberto y Cristina, los tres desafíos contra reloj que Rossi tiene por delante

Este miércoles jugará como el tercer jefe de Gabinete de la era FdT, mientras la política entra en el raid de campaña. La relación con el Presidente y el diálogo con la vice, la necesidad de un “relato” y la tarea más difícil: colaborar a que la convivencia en el oficialismo sea menos tortuosa.

Pablo Ibáñez

Agustín Rossi regresará, la madrugada del miércoles, de EEUU adonde viajó a conocer a uno de sus nietos. Lo hará un puñado de horas antes de convertirse en el tercer jefe de gabinete de la era Alberto Fernández. La llegada sobre la hora es una metáfora fascinante: el rosarino desembarcará en un cargo clave en un gobierno en crisis al que le quedan, por delante, nueve meses.

 

El contra reloj de su jura, magnifica los oficios que Rossi tiene por delante: ser el jefe de Gabinete que le agregue dinámica a una gestión difícil, ayude a encontrar un relato de gobierno y articule, a partir de su buen vínculo con Fernández y el diálogo frecuente con Cristina, para que la convivencia interna en el Frente de Todos (FdT) sea un poco menos feroz que lo que fue en los últimos tiempos.

“Agustín tiene una ventaja: no quiere ser candidato a nada”, dicen a su lado cuando se compara su llegada con el desembarco, en septiembre del 2021, de Juan Manzur. El gobernador del Tucumán, que se deja el gabinete para ir a hacer campaña en su provincia para convertirse en vicegobernador, tuvo una brevísima primavera con el Presidente. A poco de arrancar, el vínculo entre Fernández y Manzur, personajes de una novela quijotesca de salvado y salvador, se alteró y nunca logró recomponerse.

El recelo entre el Presidente y su jefe de Gabinete -un dato menor en medio del recelo entre los Fernández- fue otra de las múltiples anomalías funcionales que tuvo el Gobierno. Uno de los últimos episodios ocurrió semanas atrás cuando apareció una pegatina de afiches con el mensaje Juan XXIII, que el manzurismo primero negó y luego abrazó, a pesar de que sugería una osadía que el ministro de ministros se lance a la aventura presidencial cuando su jefe formal, el Presidente, insiste con la alternativa de la reelección.

Agustin Rossi junto a Cristina Kirchner en un acto en Rosario

El funcionamiento atípico derivó, a mitad del año pasado, en que Juan Manuel Olmos, ese albertista silencioso que sobrevive a las tormentas, se convirtió en vice jefe para ser, en la práctica, el “jefe de gabinete interno”, es decir quien articule con los distintos ministros. Visto así, relatado como se relataba, refleja hasta qué punto el frentodismo normalizó procedimiento inusuales, poco prácticos, que además perduraron durante meses.

Rossi, cuentan los que lo conocen, sabe que no debe cometer el mismo error aunque, claro, siempre es posible cometer otros errores, incluso más gravosos. Pero en su entorno repiten, no sin intencionalidad, que no quiere ser candidato a nada, lo que le ofrece una chance para interactuar en un tablero donde Fernández quiere, Sergio Massa confía y Eduardo “”Wado“ De Pedro intenta. Actores, los tres de tres dispositivos diferentes, interactúan en un mismo ecosistema donde no siempre está claro que lo que le conviene a uno le conviene a los demás.

Sin el aura de salvador, que con su hábito de madrugador tucumano trató de imponer Manzur, Rossi llega con tres oficios urgentes e imprescindibles: lograr que lo que está funcionando, que en Gobierno dicen que es mucho, se coordine, aproveche, ejecute. “Tiene nueve meses por delante, lo que puede hacer -y no es poco- es darle más dinámica”, dicen cerca de Rossi donde cuentan, sin más precisiones, que viajó a EEUU para conocer a su nieto y que emprendía su regreso el día martes por la tarde.

A su lado le escapan al concepto, que suena en el PJ, de que Rossi asume casi como un jefe de campaña porque, en verdad, asumir la jefatura de gabinete cuando arrancó el calendario electoral no es, en la práctica, otra cosa que eso: entregarse a la tarea de logística y organización de la gestión que es, para un gobierno, su campaña. “Sería raro que sea un jefe de campaña de un gobierno que todavía no tiene candidato!”, apunta una fuente que conversó con él en las últimas horas y le confirmó que no habrá, más allá de cuestiones de funcionamiento del ministro, no se avecinan cambios en el staff de la jefatura.

“Se lleva muy bien con Olmos. Ve que en Jefatura se viene trabajando bien, así que no cree necesario, por ahora, hacer cambios. Queda poco tiempo y está funcionando bien”, repiten a la vez que comparan esa situación con la de la AFI donde Rossi sugirió que quede al frente de la intervención Ana Clara Alberdi. Subyace, en el planteo, el criterio de que no hay magias para hacer con el tiempo que queda por delante más allá de administrar lo que se hizo.

El rosarino tiene, como jefe de gabinete de un gobierno en campaña, algunas tareas que cree más accesible: una de ellas es la vinculada a la comunicación, sin superponerse con la portavoz Gabriela Cerruti, pero con un perfil más alto que el que tuvo hasta ahora. Fue, observan sus colaboradores, “vocero del Gobierno, aun sin tener cargo” por lo que esa tarea tomará más relieve con su nueva función. “Sin superponerse, coordinando lo de las demás áreas”, explican. Apuntará, sobre todo, a que el FdT encuentre un relato de defensa de la gestión, algo que no ocurrió en estos años, de hecho, sectores internos fueron hipercríticos de muchas decisiones y medidas, por caso el acuerdo con el FMI.

Rossi jura 24 horas antes de la anunciada primera reunión de la mesa política del FdT, que funcionará como instancia para definir cuestiones de campaña y de táctica electoral. Al jefe de Gabinete le tocará, junto a Olmos, la tarea de coordinar esa mesa y lograr que continúe y logre algunos resultados. De mínima, que no naufrague a poco de dar el primer paso.

Rossi tiene “contacto frecuente” con Cristina, cuentan a su lado, y en el Senado confirman que hay diálogo abierto. El rosarino fue ministro de la actual vice y fue, antes, jefe de bloque con Néstor Kirchner como presidente. En el último tiempo, sobre todo luego de que Cristina priorizó un acuerdo con Omar Perotti en Santa Fe, la relación tuvo algunas tensiones pero, dicen en ambas trincheras, se subsanaron.

El otro capítulo, personalísimo de Rossi, es Santa Fe, una provincia que el peronismo recuperó en el 2019 y cuatro años después no parece con chances de retener. A pesar de las críticas que Perotti lanza contra Casa Rosada, el futuro jefe de Gabinete anticipa que trabajará con el gobernador. “Santa Fe es su provincia y figura entre sus prioridades”, explican sus colaboradores.

 

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