Consignas patéticas y polarización: crecen el temor a una menor asistencia a las PASO y la incertidumbre por el voto joven

Consignas patéticas y polarización: crecen el temor a una menor asistencia a las PASO y la incertidumbre por el voto joven

Todos pronostican una baja de votantes y eso preocupa de diferente modo a oficialismo y oposición. Los cruces en ascenso buscarían generar más clima de disputa y achicar espacios a terceras fuerzas. El caso de Tolosa Paz expone la banalización de la dura problemática juvenil

Victoria Tolosa Paz agregó algo de ruido a una campaña deslucida, pobre en general. Es llamativo porque -como si no existiera relación alguna entre causa y efecto- los escritorios de campaña anotan en estas horas preocupación por el nivel de participación en las PASO y también inquietud por el voto joven. Son esos los dos puntos salientes a doce días de las primarias. Pero las respuestas parecen alimentarlos. La referencia al sexo y al goce que dejó la candidata bonaerense sólo agregó patetismo a la idea según la cual hay que fragmentar el discurso en función del público, algo artificial que suele mostrar más ajenidad que cercanía.

Todos trabajan sobre dos conjuntos de datos disponibles. El “contacto con la gente” viene tan armado que no permite demasiado análisis. Y esos datos son los resultados de cuatro elecciones provinciales y las encuestas. En los dos casos, esconden el riesgo de establecer categorías rígidas -los jóvenes, como si fuera una franja más o menos homogénea, sin matices ni diferentes intereses- o de forzar la lectura de cifras. Eso último explicaría, por ejemplo, las conclusiones contrapuestas sobre los comicios locales realizados en lo que va del año.

Tolosa Paz puso como nadie a la vista de cualquiera la ambición de generar un puente con el llamado voto joven, un conjunto que va de los 16 a los 25/30 años, según quién haga el cálculo, y que podría expresar unos 20 puntos porcentuales del padrón. La candidata oficialista buscó entrarle con un discurso general del Frente de Todos -deuda, herencia macrista, salida de la pandemia- y agregó como ingrediente distintivo el sexo y el goce. Pareció hablarle a una franja privilegiada, poco afectada por la crisis económica y social, agravada por el mal manejo de las restricciones frente al coronavirus.

Banalizó el tema, lo hizo insustancial, una gracia. Es llamativo, porque en rigor mostró lejanía con los problemas que castigan a buena parte de los jóvenes: de la pobreza a las dificultades para ingresar al mercado laboral y de la educación al acceso a la vivienda, además del drama de la inseguridad. Como si eso no afectara además al deseo, a las relaciones personales, a los planes de vida.

Pero la cuestión de ganar el respaldo de votantes jóvenes expone quizás como pocas otras expresiones de la campaña las limitaciones de este proceso electoral. Se confunde bastante el medio para comunicarse -TikTok, es la muestra más visible- con la repetición de términos que, suponen, generan conexión. Hay videos e intervenciones de María Eugenia Vidal, Facundo Manes, Javier Milei. Confusiones como las de Cristina Fernández de Kirchner con L-Gante. Y el rearmado del pasado presidencial como revolucionario.

Ademán de intentar ganarse el público joven dispuesto a votar, se analiza el posible corrimiento hacia el no voto. En cualquier caso, quedó en crisis la supuesta traducción ideológica y lineal de “los” jóvenes como un conjunto asegurado para determinada oferta política o como suceso de moda electoral. De izquierda a derecha.

 

En paralelo, existe cierta coincidencia entre equipos de campaña y algunos consultores sobre una posible y significativa baja de participación en las elecciones primarias. Entre los factores que integran ese análisis se destacan el supuesto temor por la situación sanitaria -y sus estribaciones hasta emocionales- y el desinterés o desencanto o enojo frente a la realidad política. ¿A quién afectaría más ese malestar?

Las elecciones provinciales dan para evaluaciones disímiles. Existe, claro, una baja de asistencia a la votación. Oscila entre los 8 y los 15 puntos, más o menos, según el caso. En la elección del domingo pasado en Corrientes, para consagrar gobernador, votó el 66% del padrón. Antes habían sido las legislativas locales de Misiones (60%), Jujuy (70%) y Salta (60%).

Las interpretaciones son contrapuestas en la mirada del oficialismo nacional y de la oposición. En medios cercanos a Olivos y también al kirchnerismo se destaca el triunfo de los oficialismos, con expectativa de proyección nacional, aunque ninguno de ellos reproduce en el lugar el sello del Frente de Todos. Al contrario. Corrientes marcó un potente triunfo de JxC, con la reelección del radical Gustavo Valdés. Y en menor escala sucedió lo mismo en Jujuy. Misiones fue para una reinante fuerza de sello provincial y Salta, para una doble vertiente con marca peronista pero no igual al FdeT.

Tampoco los triunfos de JxC pueden ser interpretados como anticipo mecánico de las elecciones nacionales, por el peso propio de los referentes locales. Es un aliciente para Olivos y para el Instituto Patria, aunque hay datos preocupantes para las fórmulas referenciadas en el oficialismo nacional. Tuvo pobres segundos puestos en Corrientes y Jujuy, resultó tercero en Misiones y cuarto en Salta, con JxC segundo en los dos casos.

También son disímiles las lecturas sobre la posible baja en la asistencia a las PASO. El problema para la oposición sería que un segmento crítico hacia el Gobierno se exprese como ausencia, en especial gente que acompañó antes pero sigue enojada con la experiencia macrista. Y para el oficialismo, el tema sería la pérdida de votantes que acompañaron en 2019 y hoy estarían desencantados al punto de no concurrir a las PASO.

Se verá si los pronósticos se cumplen y, en ese caso, la magnitud del ausentismo. Por lo pronto, parece claro el desinterés que genera la campaña. Para el oficialismo y para JxC la polarización resulta un camino con doble sentido: alimentar el clima electoral y tratar de restarle espacio a terceras fuerzas.

Mauricio Macri y varios candidatos y referentes opositores vienen endureciendo el discurso. Alberto Fernández se convirtió en el principal exponente de la disputa en blanco y negro, mas que Cristina Fernández de Kirchner, que se reservaría para un par de actos finales. El Presidente tiene que tratar de reafirmar su lugar y modificar el temario público. Las cuestiones domésticas y los comicios siempre se entrelazan.

 

Por Eduardo Aulicino

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