China espera un gesto de Javier Milei antes de renovar US$6000 millones del swap de monedas

China espera un gesto de Javier Milei antes de renovar US$6000 millones del swap de monedas

Aunque enfatizan que ambas esferas no están encadenadas, desde Pekín aguardan que el Gobierno reactive las represas en Santa Cruz, como señal política hacia la gestión de Xi Jinping

 

Jaime Rosemberg

Mientras la atención presidencial parece centrada en sostener –o al menos no dar un paso atrás en– la batalla retórica con la administración socialista de España, buena parte de la estabilidad macroeconómica del gobierno de Javier Milei depende de la continuidad sin cambios del swap de monedas con China, cuyo próximo vencimiento, por unos US$6000 millones, opera en junio.

A través de su embajada en Buenos Aires, que encabeza el diplomático de carrera Wang Wei, China volvió a transmitir la última semana, y de modo discreto, que la continuidad del swap y el parate que el gobierno libertario decidió sobre las obras de las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, en Santa Cruz, “van por carriles separados”, y que la continuidad del intercambio de monedas “no depende” de que la Casa Rosada le dé el visto bueno e impulse la vuelta al trabajo de 1800 operarios, cesanteados semanas atrás por la UTE que conforma la empresa china Ghezouba y Enarsa.

De todos modos, desde Pekín la idea es clara y sigue la línea de lo que los funcionarios chinos le transmitieron en persona a la canciller Diana Mondino, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, y el titular del Banco Central, Santiago Bausili, durante su reciente visita a Pekin y Shanghai. “La empresa no quiere esperar ni un minuto, pero no puede mantener a los empleados si no tiene certezas. El Gobierno tiene que demostrar que quiere que las obras se retomen”, dejan trascender, en forma reservada, fuentes cercanas al gobierno chino.

El viaje de Mondino y sus encuentros con altos funcionarios del gobierno de Xi Jinping fue el modo que encontró el presidente Javier Milei para bajar tensiones con China, el gigante asiático que aún tiene dudas sobre las intenciones de la Argentina, un antiguo socio que dejó de ser confiable desde diciembre del año pasado.

En los últimos días, las conversaciones entre el gremio de la construcción Uocra, las empresas y el gobierno santacruceño arrojaron una novedad positiva a mediano plazo. En reuniones de conciliación entre las partes, Ghezouba y Enarsa se comprometieron a retomar las tareas, al menos en la represa Cepernic, luego de la denominada “veda de invierno”, en septiembre próximo. “El reinicio de la obra es una realidad. Lo que nos preocupa ahora es llegar hasta ese día con los trabajadores en relación de dependencia, para que rápidamente también se pueda llevar esta tranquilidad”, afirmó días atrás el ministro de Trabajo de Santa Cruz, Julio Gutiérrez, representante del gobierno de Claudio Vidal en las reuniones de conciliación entre los gremios y las empresas.

Este lunes, según fuentes del gobierno de Vidal, las partes seguirán conversando, mientras queda pendiente la firma, por parte del Gobierno, de la adenda 12, una voluminosa documentación que contiene análisis de factibilidad de las obras y estudios de impacto geológico, cuya aprobación condiciona el reinicio de las obras en las represas, frente al río Santa Cruz.

Como explicó LA NACION días atrás, sin la adenda no habrá fondos adicionales para continuar con la construcción de las represas, que cuando estén en funciones le devolverán a China (en energía) los centenares de millones invertidos. En especial, unos US$300 millones que China ya desembolsó en concepto de adelanto, y cuya mora del país en devolverlo influyó para que se frenaran las obras. “La firma de la adenda es una señal necesaria para generar confianza”, explicaron fuentes santacruceñas.

Mientras la pelea por las represas sigue su curso, el Ministerio de Economía y el Banco Central siguen atentos a la reacción del gobierno chino, distanciado desde el inicio con Milei por su cercanía a Estados Unidos, y su promesa de no tener relaciones comerciales “con países comunistas”, lanzada durante la campaña electoral.

“Se sigue conversando”, explicaron sin dar más datos cerca del despacho del ministro de Economía, Luis Caputo. Mientras tanto, voces autorizadas del Banco Central que encabeza Bausili reiteraron: “Durante las reuniones que mantuvimos con los funcionarios chinos, se establecieron quiénes van a ser los integrantes de los equipos técnicos que van a mantener el diálogo sobre los próximos pasos”. Y agregaron que continúa “una etapa de conversaciones directas y sensibles”, que se mantendrán por el momento en estricto secreto.

El diálogo está abierto, y en China hablan de “una relación de cincuenta años que queremos mantener y ampliar”. Pero las heridas aún no cicatrizan: a Pekín no le gustó nada la decisión del Gobierno de “inspeccionar” la estación aeroespacial de Bajada del Agrio, en Neuquén, luego de una queja pública en una entrevista con LA NACION del embajador de Estados Unidos, Marc Stanley. El debate se saldó con la “visita” de un grupo de funcionarios a la base, matizada con la llegada de la misma delegación a la estación que el Agencia Espacial Europea (ESA) tiene en Malargüe, Mendoza. Pero fuentes con acceso al pensamiento del gobierno de Xi Jinping siguen pensando que la reacción inicial del Gobierno fue “tardía” y que se tomó como verosímil la denuncia de Stanley. No se explican tampoco por qué científicos de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), que conocen la estación por dentro, “no salieron a hablar” y a defender la tesis de que se trata de una base de investigación científica, donde la Argentina “tiene las puertas abiertas” y la potestad de usar la antena en el 10 por ciento del tiempo disponible para sus propias investigaciones.

“La guerra fría terminó, fueron declaraciones de campaña”, suelen minimizar voces del gobierno chino cuando la consulta gira en torno a las agresivas declaraciones de Milei contra el gobierno del Partido Comunista chino. Sin embargo, el abandono de Argentina de los Brics –que China lidera y donde Brasil tiene un rol protagónico– y su alineamiento casi sin reparos con los Estados Unidos e Israel (enemigo de Irán, uno de los países que recientemente fueron invitados a sumarse a los Brics), son datos que no contribuyen a un vínculo más estrecho.

Milei y Xi Jinping podrían cruzarse en la reunión del G20, el próximo noviembre en Río de Janeiro, Brasil, pero la posibilidad de un encuentro entre ambos, a pesar de los canales abiertos, aparece hoy como poco probable.

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